Director: Guillermo del Toro
Intérpretes: Ivana Baquero, Sergi López, Ariadna Gil, Maribel Verdú, Álex Angulo, Doug Jones, Roger Casamajor, Sebastián Haro, Mina Lira, Federico Luppi, Ivan Massagué, Chema Ruiz, Manolo Solo, Milo Taboada
Intérpretes: Ivana Baquero, Sergi López, Ariadna Gil, Maribel Verdú, Álex Angulo, Doug Jones, Roger Casamajor, Sebastián Haro, Mina Lira, Federico Luppi, Ivan Massagué, Chema Ruiz, Manolo Solo, Milo Taboada
Estreno en España: 11 de octubre de 2006
Le damos un 9
Película fantástica en sus dos lecturas, la segunda entrega del ciclo iniciado con El espinazo del diablo promete lirismo crudo y dos horas de entretenimiento con sustancia.
A modo de fábula cruel, este magnifico ejemplo de un género denostado se envuelve en poesía producto de la suma de metáforas y guiños. Acuciada desde una visión infantil, casi inexperta y por ello curiosa y atrevida, la fábula se aleja de lo idealizado para entrar en un decadente y obsoleto reino del que no debemos perder detalle.
Como un niño el director de la notable Cronos juega a engañarnos con tanto realismo que nos convence. Toma las claves de la fantasía sin que parezca que confecciona un traje a partir de retales. Cumple con el decálogo de normas y he aquí una muestra: salta de un lado a otro del espejo con soltura, cuenta con una pequeña guía temeraria y atrapa la oscuridad narrada en los límites de una identificable la primera posguerra española. Y no falta la ‘madrastra’, convertida en un malísimo militar.
Si ya convence en trabajos donde desaparece la marca de autor, en uno donde ha volcado tanto amor y terror, no podía fallar: exprime la belleza plástica de los aspectos más crudos y feos de la realidad paralela que no envidian a los del mundo real. A los dos lados hay sombras aunque no son las responsables de nuestros sustos: El honor está reservado a los personajes que sustentan la historia, tremendamente reales, y causantes de más miedo. Confía en 4 actores convincentes sacados de papeles habituales y concede visado a nuestra imaginación, que da para vincular monstruos mitológicos a fascistas. Ese ancla al mundo real es lo que más nos perturba de este cuento de hadas para adultos aunque una expresiva y joven actriz nos guíe entre tinieblas y decadencia.
Confesa su adoración por el estudio de la Guerra Civil, el cineasta también revela el influjo de Goya y su paleta de colores tétrica y angustiosa. Ha sido capaz de homenajear al de los desastres y pinturas negras y emparentarlo con el Kubrick de El resplandor, aunque es Dorothy, la del mundo de Oz, quien puede acabar descuartizada en un remoto bosque de la España fracturada de los años 40. Referentes no faltan, pero la maestría reside en que sean sólo nexos a nuestra cultura fílmica y literaria y no burdas copias.
El responsable de las comerciales Mimic y Hellboy da a los maquis la notoriedad que sólo otorgaron cineastas patrios como Julio Sánchez Valdés en Luna de lobos (a partir de la novela de Julio Llamazares) y Montxo Armendáriz en Silencio roto. Los guerrilleros reaparecen convertidos en sombras del bosque visitado por la niña especial que podría ser compañera de juegos de la Wendy amiga de Peter Pan, y Alicia, asidua al país de las maravillas.
Del Toro consigue recuperar esas hadas que existen sólo cuando eres niño. Las viste de malicia, emparentándolas con los malos oficiales que se inclinan a la derecha y nos hacen retorcer de angustia. Maniqueísmos consentidos a un lado, les invitamos a que entre al laberinto sin riesgo de perderse ya que es visible sólo para nosotros, que sabemos donde mirar siempre y cuando estemos guiados por el cicerone adecuado. Y Guillermo lo es.
Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.
A modo de fábula cruel, este magnifico ejemplo de un género denostado se envuelve en poesía producto de la suma de metáforas y guiños. Acuciada desde una visión infantil, casi inexperta y por ello curiosa y atrevida, la fábula se aleja de lo idealizado para entrar en un decadente y obsoleto reino del que no debemos perder detalle.
Como un niño el director de la notable Cronos juega a engañarnos con tanto realismo que nos convence. Toma las claves de la fantasía sin que parezca que confecciona un traje a partir de retales. Cumple con el decálogo de normas y he aquí una muestra: salta de un lado a otro del espejo con soltura, cuenta con una pequeña guía temeraria y atrapa la oscuridad narrada en los límites de una identificable la primera posguerra española. Y no falta la ‘madrastra’, convertida en un malísimo militar.
Si ya convence en trabajos donde desaparece la marca de autor, en uno donde ha volcado tanto amor y terror, no podía fallar: exprime la belleza plástica de los aspectos más crudos y feos de la realidad paralela que no envidian a los del mundo real. A los dos lados hay sombras aunque no son las responsables de nuestros sustos: El honor está reservado a los personajes que sustentan la historia, tremendamente reales, y causantes de más miedo. Confía en 4 actores convincentes sacados de papeles habituales y concede visado a nuestra imaginación, que da para vincular monstruos mitológicos a fascistas. Ese ancla al mundo real es lo que más nos perturba de este cuento de hadas para adultos aunque una expresiva y joven actriz nos guíe entre tinieblas y decadencia.
Confesa su adoración por el estudio de la Guerra Civil, el cineasta también revela el influjo de Goya y su paleta de colores tétrica y angustiosa. Ha sido capaz de homenajear al de los desastres y pinturas negras y emparentarlo con el Kubrick de El resplandor, aunque es Dorothy, la del mundo de Oz, quien puede acabar descuartizada en un remoto bosque de la España fracturada de los años 40. Referentes no faltan, pero la maestría reside en que sean sólo nexos a nuestra cultura fílmica y literaria y no burdas copias.
El responsable de las comerciales Mimic y Hellboy da a los maquis la notoriedad que sólo otorgaron cineastas patrios como Julio Sánchez Valdés en Luna de lobos (a partir de la novela de Julio Llamazares) y Montxo Armendáriz en Silencio roto. Los guerrilleros reaparecen convertidos en sombras del bosque visitado por la niña especial que podría ser compañera de juegos de la Wendy amiga de Peter Pan, y Alicia, asidua al país de las maravillas.
Del Toro consigue recuperar esas hadas que existen sólo cuando eres niño. Las viste de malicia, emparentándolas con los malos oficiales que se inclinan a la derecha y nos hacen retorcer de angustia. Maniqueísmos consentidos a un lado, les invitamos a que entre al laberinto sin riesgo de perderse ya que es visible sólo para nosotros, que sabemos donde mirar siempre y cuando estemos guiados por el cicerone adecuado. Y Guillermo lo es.
Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.
2 comentarios:
Sergi es grande...¡haga lo que haga! Felicidades por el blog.
sólo que es Dorothy la del Mago de OZ... interesante la crítica, y del Toro, ingenioso. Fantasía y realidad que no salen del diámetro de una casa y un bosque.
saludos
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