Director: Carlos Sorin
Intérpretes: Ignacio Benítez, Carlos Wagner La Bella, Paola Rotela, Silvina Fontelles, Miguel Gonzalez Colman, José Armónico, Toti Rivas, Marisol Córdoba, Hermano Otto Mosdien, Claudio Uassouf, Lila Caceres, Pascual Condito, Juan Villegas.
Estreno en España: 24 de noviembre de 2006
Intérpretes: Ignacio Benítez, Carlos Wagner La Bella, Paola Rotela, Silvina Fontelles, Miguel Gonzalez Colman, José Armónico, Toti Rivas, Marisol Córdoba, Hermano Otto Mosdien, Claudio Uassouf, Lila Caceres, Pascual Condito, Juan Villegas.
Estreno en España: 24 de noviembre de 2006
Le damos un 7
El director de Historias mínimas vuelve a convencer con una parábola sobre el fanatismo irracional por un mito, la religión de los más pobres.
El director de Historias mínimas vuelve a convencer con una parábola sobre el fanatismo irracional por un mito, la religión de los más pobres.
La de Tati, el protagonista de esta cinta, tiene un Dios que no es otro que Diego Armando Maradona. Por él es capaz de recorrer la Ruta 14 que, por encima de conectar la provincia argentina de Misiones con Buenos Aires, constituye en realidad una experiencia que le hace olvidar su vida de miseria y desesperanza.
Simple y llana, sin que se atisbe aquí el tono peyorativo de ambos adjetivos, la película confirma la intención de Carlos Sorín por hacer de lo anecdótico un argumento capaz de sostener 98 minutos de metraje. No sólo logra captar nuestra atención sino que consigue que enfoquemos y veamos mucho más que historias sencillas que desde luego no lo son para sus protagonistas.
Cansado de que la vida sólo juegue malas pasadas, el cineasta de Historias mínimas y Bombón, el perro, se decanta por un relato amable acerca de la ilusión. Una esperanza que no se trunca, al contrario: va fortaleciéndose a medida que avanza el recorrido y aparecen personajes redentores y compasivos con las diferentes formas de entender la vida.
Hay voces que ya se han alzado criticando la repetitiva fórmula empleada por un incansable cineasta en tres cintas envueltas por un exceso de naturalidad. A nosotros, algo cotillas, nos gusta seguir como unos mirones los caminos que se tuercen y enderezan gracias a los transeúntes que cruzan sus vidas, insignificantes y pequeñitas.
De esta manera creemos que sigue conectando con el público gracias a la verdad, la que aportan los no-actores que nos conducen un fino hilo argumental lleno de etapas: las del destino, las creencias y las dudas. Sorín ostenta el honor de ser un escultor de la ingenuidad a partir de una materia prima maleable: la sencillez de los habitantes invisibles, aquellos que viven al margen de la globalización en la que los demás estamos sumidos.
Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.
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