Intérpretes: Mirjana Karanovic, Luna Mijovic, Leon Lucev
Estreno es España: 24 de noviembre de 2006
Le damos un 8
Las consecuencias de la guerra llegan al cine bajo un engañoso tono amable. Ocurre con esta tremenda e imprescindible historia sobre la convivencia con un demonio cotidiano.
Hay muchas formas de presentar la sinrazón de un conflicto bélico como el que sumió a los Balcanes (aquí al lado, por cierto) en un infierno durante más de una década. Se puede narrar bajo un halo de costumbrismo, como suele hacer Emir Kusturica, desde el humor (Danis Tanovic, En tierra de nadie) o la tragedia (Sueño de una noche de invierno, cruda y asfixiante).
Grbavica se presenta de manera sibilina, lanzando un imperceptible chillido que conforme avanza el metraje se hace más audible, para acabar destrozando los tímpanos al final. Tensión contenida y naturalidad a la hora de afrontar los desagradables asuntos que dan pie al relato, la cinta ganadora del pasado Festival de Berlín nos lleva hasta uno de los arrabales más populosos de la capital bosnia.
La ciudad de Sarajevo consiguió hacer frente a años de asedio, pero la huella de la guerra civil, los francotiradores que jugaban al tiro al inocente, el escaso alimento del porvenir y el exceso de intolerancia sobrevuelan en el ambiente. Lejos de parecer un ejercicio de revanchismo, la película se apoya en una mezcolanza entre poesía, sentimiento de humillación y desgarro que rápidamente nos posiciona en el lado de las víctimas, sin mostrar una imagen impactante, sin darnos más detalles de los necesarios.
Grbavica es un conjunto de referencias y pinceladas que pasarán desapercibidas, no así la terrible denuncia que hace. Las certeras interpretaciones nos sirven de enganche a una sociedad que debe recomponer sus cristales rotos, aunque da la sensación de que siempre se verá el pegamento, recordando que una vez el objeto se hizo añicos.
De eso sabe mucho la directora Jasmile Zbanic, que apuesta por un título que nos enseña lo qué hay detrás de una aparente apertura al mundo y vuelta a la normalidad: las historias que encierra el barrio de Grbavica, como la falta de empleo digno, la corrupción y el odio acumulado, no son las que tienen que ver con un Sarajevo que, de manera más general, parece destinado a convertirse de nuevo en un mal llamado crisol de culturas.
Zbanic acierta al hacer tangible un universo paralelo que poco tiene que ver con las presuntuosas etiquetas de prosperidad, reconstrucción y convivencia de religiones: hay un mundo desconocido que se extiende más allá de los límites del centro de la ciudad. Por ahí pasea una cineasta que saca su lado de documentalista al mostrar planos que consiguen trasmitir la desazón de una geografía gris bajo un manto blanco que no consigue -tampoco lo pretende- hacer invisible el legado doloroso.
Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.
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