sábado, abril 14, 2007

Crítica: Diario de un escándalo

Director: Richard Eyre
Intérpretes: Judi Dench, Cate Blanchett, Bill Nighy, Andrew Simpson, Phil Davis, Michael Maloney, Juno Temple, Max Lewis
Estreno en España: 30 de marzo de 2007


Le damos un 5

El deseo se convierte en motor de una película que sería prescindible de no ser por dos actrices con fuerza, principal reclamo de un título que bien podría pasar por telefilme de sobremesa.

La envoltura llama la atención en un primer momento, tiene una cuidada factura técnica, interpretaciones contundentes y, sin embargo, empieza a destacar el relato plano, que sorprende en muy pocos momentos y corre el riesgo que desde el principio huela a conocido.

Innegable es la contribución de Judi Dench y Cate Blanchett, que sustentan la producción y sin ellas, mal iríamos. La veterana consigue crear un personaje enfermizo, lleno de aristas e interesante por inspirar lástima y odio a partes iguales; la australiana debe aguantar las arremetidas de Dench, que no es poco, además de hacer creíble la soledad a la que de manera progresiva se va enfrentando, origen esto de una desesperación que resulta muy creíble. En definitiva, la mejor opción para dar impronta a unos seres antipáticos, uno más que otro, en una situación nada cómoda.

Detrás del libreto está Patrick Marber, el mismo que convirtió en marionetas a los personajes de Closer. Él se encarga de la adaptación de la novela Notes on a scandal de Zoë Heller, aunque se deja llevar por dos golpes de guión demasiado evidentes. A pesar de todo consigue elevar la tensión. No obstante hay que decir que no es mérito suyo sino del montaje y la realización de Richard Eyre, que además se apoya en la música de Philip Glass, autor de la excelente banda sonora de Las horas.

Así, con una materia prima más bien pobre pero con unos artesanos de primera, se consigue mantener en tensión al espectador. ¿Cómo se logra esto? Acudiendo a patrones de trabajo que no son más que técnicas y he aquí un ejemplo: Dench ya trabajó a las órdenes de Eyre en Iris por lo que el director ya sabe cómo exprimir a la actriz por medio de planos que nos hipnotizan, en gran medida gracias a la fuerza dramática de ella.

A pesar de los esfuerzos de todos por guiarnos en un relato acerca de la obsesión, el miedo a morir solos y el sentimiento de culpa, y de la intensa labor de dos intérpretes pertenecientes a generaciones diferentes y capaces de crear escuela –sin olvidar al coro de secundarios-, hay algo que nos resulta demasiado familiar, y no es el cartel, que recuerda al de Hable con ella –con distinta tonalidad cromática y sin los rostros de Leonor Watling y Rosario Flores-. Todo esto nos hace pensar que estamos ante una película para consumo televisivo, muy bien hecha, eso sí.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

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