viernes, marzo 30, 2007

Crítica: Días de gloria

Director: Rachid Bouchareb
Intérpretes: Jamel Debbouze, Samy Nacéri, Sami Bouajila, Roschdy Zem, Bernard Blancan, Mathieu Simonet, Benoît Giros, Mélanie Laurent

Estreno en España: 30 demarzo de 2007

Le damos un 6,5

Sin que lo entiendan de manera peyorativa, este interesante ejercicio de cine bélico puede funcionar mejor como panfleto contestatario y reivindicativo que como película.

Concebida como homenaje a todos los argelinos que lucharon contra las tropas alemanas en los años 40, esta cinta ha logrado que los grandes olvidados por la Historia reciban distinciones y tributos que van allá de la simple medallita. Nos referimos a la subida de pensiones a los ex combatientes magrebíes, un incremento monetario que sin duda alimenta más que los galones.

Esta puntilla no tiene valor cinematográfico o sí, según se mire. El caso es que hay un trasfondo social e histórico que ha alimentado el interés por este drama que sigue los avatares de un grupo de soldados argelinos que buscan, algunos sin saberlo, su lugar en el mundo, una historia que deja patente la supuesta relevancia de las banderas y los símbolos. Pero esa si que sería otra cruzada.

Ver la guerra con otros ojos y contar las batallas de otra forma. Ese es el principal acierto de esta película que mucho tiene que ver, en su forma y en las intenciones, con el dueto formado por Banderas de nuestros padres y Cartas desde Iwo Jima. Adentrarse en el terreno del drama bélico no es tarea fácil, romper con los patrones establecidos ya parece una locura e introducir carga crítica puede hacer que uno se gane más de un enemigo.

Entre balas perdidas y la desazón contagiosa de los personajes destacan los diálogos, no exentos de verdad y sutileza. Me recordaron grosso modo y sin tanta ironía a los de En tierra de nadie, otro curioso ejercicio de cine bélico con sustancia. La ópera prima de Danis Tanovic nos presentó la guerra de los Balcanes desde otro punto de vista. Rachid Bouchareb sugiere una visión diferente acerca de la Segunda Guerra Mundial que todos conocemos, de la idea de patriotismo y de la distinción entre clases y razas: al final, y mucho más en la lucha por la defensa de un país, todos somos iguales.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

Crítica: Nordeste

Director: Juan Solanas
Intérpretes: Carole Bouquet, Mercedes Sampietro, Juan Pablo Doménech, Goya Toledo, Enrique Piñeyro, Ignacio Jiménez, Aymará Rovera

Estreno en España: 30 de marzo de 2007

Le damos un 4

Querer no es poder: así podemos referirnos a esta pobre película donde destaca la presencia de Carole Bouquet, que se esfuerza por no parecer perdida, y no en la traducción precisamente.

Era un chiste demasiado fácil, lo siento. El caso es que la actriz francesa pone toda la carne en el asador y demuestra que es una gran actriz y mejor persona al hacer gala de su conciencia social y cinematográfica apoyando productos condenados al olvido.

A veces salvamos una película por sus buenas intenciones. Las de Juan Solanas no son discutibles: pretende dar detalles acerca de la adopción internacional que puede rozar la ilegalidad, intenta mostrar el drama de una madre frustrada por no poder dar un presente a su hijo, aspira a narrar una historia con interés... En definitiva, promesas y más promesas que no son suficientes para sustentar un largometraje de este calado.

Se echa en falta, entre muchas otras cosas, una claridad de planteamiento formal: en su inicio tenemos en paralelo dos relatos que mantienen un interés relativo hasta que se cruzan; si ya nos costaba asimilarlas por separado, debido al falso tono documental y la ausencia de ritmo fílmico –no basta con emplear distinciones de fotografía del tipo Traffic-, a partir del minuto 20 discurren por un camino plano donde sólo sobresalen las pinceladas sobre el entorno en el que se desarrolla la historia.

Mención especial merecen los diálogos, que se esfuerzan en ser naturales: hay una secuencia inicial con Goya Toledo y Bouquet de la que no les digo nada. En definitiva, además de la pobreza general de la producción –y no vale eso de que con poco presupuesto no se hacen milagros-, todo resulta previsible. Esto ya podría hundir una historia pero, por si fuera poco, añadimos el sopor que nos produce a lo largo de 104 minutos que se nos antojan interminables.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

lunes, marzo 26, 2007

Crítica: Hannibal, el origen del mal

Director: Peter Webber
Intérpretes: Gaspard Ulliel, Gong Li, Rhys Ifans, Kevin McKidd, Dominic West, Richard Brake

Estreno en España: 16 de marzo de 2007

Le damos un 6

Viendo el resultado nos cuestionamos si era necesario conocer los ya presupuestos orígenes del asesino caníbal o si estamos ante una excusa barata para estirar un guión facilón y escaso en sorpresas.

A veces no hay mal que por bien no venga, ya que gracias al interés de Dino y Martha De Laurentiis por explotar un filón económico hemos podido disfrutar del alarde interpretativo del joven Gaspard Ulliel, acompañado de la sensual y siempre interesante Gong Li, pero poco más.

Concebida para dar respuesta a las preguntas que todos nos hacíamos, al final todo resulta tan evidente que ese compendio introductorio podría haber servido para dotar de contenido el simple prólogo de cualquier otra entrega sobre las andanzas de uno de los asesinos en serie (y serios) más famosos del siglo XX.

Siguiendo la estela de Christian Bale en Batman begins, Ulliel (Largo domingo de noviazgo) nos ayuda a desenraizar los pocos pero contundentes conflictos que degeneraron en asesinatos y juegos de seducción. Es la principal apuesta de una cinta que, de no apresurarse a sentar las bases de una historia con sustancia, pasaría por estético y 'rutinario' ejercicio de venganza tras una afrenta cruel y sanguinaria, lo normal en esos casos de desagravio.

Uno de los aciertos de un director es su capacidad para omitir pasajes innecesarios y no caer en las reiteraciones. Si ha visto Munich, de Steven Spielberg, ya sabrán de qué hablo. El joven Lecter se pasa toda la película, unos alargados 117 minutos, con una sed de venganza que no llegará a saciar y claro, nos podría haber ahorrado algún que otro episodio imaginable, recreándose más en el abandono de la inocencia y el despertar sexual del protagonista.

Peter Webber (La joven de la perla) se presenta como un realizador correcto capaz de dotar de interés un argumento más bien plano, recreando una atmósfera de misterio e introduciendo personajes a priori interesantes, como el de Lady Murasaki y el de Grutas, un malo malísimo. Al final no desentonan y cumplen con el libreto, trazado para satisfacer las ansias de entretenimiento de ciertos espectadores, aquellos que seguro no van a echar de menos la ausencia (justificada, por otro lado) de Anthony Hopkins.

Texto escrito por
Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

Crítica: Atlas de geografía humana

Director: Azucena Rodríguez
Intérpretes: Cuca Escribano, Montse Germán, María Bouzas, Rosa Vila, David Selvas, Nacho Fresneda
Estreno en España: 23 de marzo de 2007


Le damos un 6

Tanta corrección y apatía formal hace que desconectemos de la historia, aunque cuando entramos en ella logramos pasar algunos momentos entretenidos.

Antes de comenzar deberíamos dejar claro nuestra postura ante lo que se conoce como 'cine de mujeres': no hay un género concreto, es decir, no existe el drama contado por hombres ni el terror narrado por mujeres... Hay una mirada femenina, sería ilógico negarlo, pero no es un modus operandi.

Cambian los puntos de vista, sí, pero eso tan manido del 'hecho por mujeres' como marca distintiva, y a veces peyorativa, debería caerse de nuestro vocabulario, ya que no deja de ser un burda etiqueta que menosprecia el discurso feminista en nuestros días. Así que esta película, donde coinciden cuatro protagonistas femeninas y está dirigida por una mujer -aunque no sea vinculante-, se caracteriza por ser un recatado tratado acerca de la dependencia del amor, de sentirse enamorado y querido al mismo tiempo.

La obra de Almudena Grandes, más conocida como 'filón para guionistas', ha sido adaptada casi en su totalidad. Comenzó Bigas Luna con Las edades de Lulú y Gerardo Herrero la convirtió en su escritora de cabecera (Malena es un nombre de tango, Los aires difíciles), con permiso de Belén Gopegui. Todo queda en casa, ya que en la producción de Atlas... planea la sombra del propio Herrero. Será por eso que se nota el tono formal que tienen en común con esas cintas y otras como El principio de Arquímedes y Las razones de mis amigos.

No vamos a gritar que a todas les falta alma pero sí que en demasiados momentos sus personajes parecen agarrotados, faltos de movimientos, a lo que hay que sumar unos diálogos demasiado literarios. Aún así y a pesar de que Azucena Rodríguez no arriesga, quizás por temor a desvirtuar la esencia de la novela homónima, consigue hacernos pasar una rato divertido, con media sonrisa, aunque sea desde los estereotipos, no tan marcados como en películas planas que no tienen otro fin que su pase por televisión, y ya es mucho.

Las actrices y sus 'segundones' –Alberto Jiménez, David Selvas, Boris Ruiz- se esfuerzan por dotar de vida a sus personajes. Lo consiguen aunque lleguen a perderse en una realización simplista que no enaltece el contenido. Quizás Azucena Rodríguez, que desde Entre rojas en 1995 no se hacía cargo de un largo, no debería haber perdido la práctica. Al fin y al cabo no sobran las directoras femeninas.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

Crítica: Lola, la película

Director: Miguel Hermoso
Intérpretes: Gala Évora, José Luís García Pérez, Carlos Hipólito, Ana Fernández, Antonio Morales, alfonso Begara, Kiti Mánver
Estreno en España: 16 de marzo de 2007


Le damos un 7

Huyendo de estereotipos y salvando todas sus interpretaciones, el director de Fugitivas y La luz prodigiosa repasa en esta cinta elegante y muy correcta dos décadas de la historia de nuestro país.

Afectuoso resulta este homenaje a las mujeres que tuvieron que adaptarse a las circunstancias de una época difícil. Muchas no consiguieron sobrevivir pero hubo alguna que otra que logró hacerse un hueco, como nuestra guía.

Aunque queramos abstraernos de la tesis inicial a todos, que más o menos conocemos la historia de Lola Flores, nos parecerá estar viendo una biografía ficcionada, del estilo de Camarón. Costará por tanto descubrir que el cineasta granadino, además de sensibilidad y visos de antropólogo, tiene un pulso certero que le ayuda a narrar una historia atractiva, más allá de los referentes reales. Con la técnica aprehendida, sólo tiene que dejarse llevar por un paseo bien adoquinado y fácil de recorrer a pesar de que a veces pase por terrenos fangosos donde nos retrasamos por cierta reiteración.

Esa es la principal pega de una narración que desplegaba un sinfín de caminos: el más vistoso e interesante contemplaba las etapas iniciales –repletas de posibilidades dramáticas- donde una pobre chica que no era ninguna persona fuera de lo común se convierte en mujer y artista. Cuando el personaje resuelve contradicciones (triunfar, pero siendo respetada) continúa la parte de la historia más conocida, la de estrella, y es ahí donde termina la ficción. De ahondar en ella saldría una trilogía, contemplando además el género documental. Se la podrían encargar a Hermoso, que esboza de manera sutil los años más oscuros de la España del siglo XX, justo después de la Guerra Civil, y se apoya en profesionales solventes como la coreógrafa Cristina Hoyos.

Que difícil es separar la ficción de la realidad, que se lo digan al joven reparto que responde a eso de 'bocanada de aire fresco': cada aparición supone un impacto visual enorme al que asociamos todos nuestros referentes sobre el personaje en cuestión. Sus interpretaciones tienen tanta fuerza que hipnotizan: es el caso de Ramón Villegas (el futbolista Biosca), Alfonso Begara (Antonio González, El Pescaílla) y, sobre todo, Gala Évora, a quien le sobra fuerza para sostener la película y aporta una mirada nueva.

Luego están los veteranos, los que enriquecen un proyecto arriesgado, enjundioso y necesario, exprimiendo los matices de personajes anclados en individuos reales: Kiti Mánver, Carlos Hipólito, Ana Fernández y un descomunal José Luis García Pérez en el papel de Manolo Caracol. Todos han contribuido a que conozcamos de cerca el entrono de la que 'triunfó a pesar de ser mujer', la que atesoró episodios tempestuosos y apasionados a lo largo de su vida, como el resto de los mortales.

Dice Hermoso que cree haber hecho la película que a Lola Flores le hubiera gustado no sólo ver, sino también interpretar. Lo que está claro es que como homenaje y aproximación al personaje funciona más que como drama al uso, pero en general convence.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

Crítica: Tara Road

Director: Gillies Mackinnon
Intérpretes: :Andie MacDowell, Olivia Williams, Stephen Rea, Brenda Fricker, Iain Glen, Jean-Marc Barr, August Zirner
Estreno en España: 23 de marzo de 2007


Le damos un 6,5

A pesar de que funciona y tiene tantos incondicionales como para llegar a copiarla, no debemos pedir mucho más a este drama vitalista salvo pasar un rato nada incómodo en la butaca.

Son 100 minutos y esa es la duración justa de una película que llega a España con dos años de retraso: ¿por qué alargar de manera innecesaria una historia? He aquí un ejemplo de lo contrario: la película Vacaciones, con Kate Winslet, Cameron Diaz y Jude Law, estira su metraje 30 minutos más.

No hemos tomado ese título al azar: Vacaciones, rodada y estrenada el año pasado, nos presenta a una mujer de EE.UU. con problemillas con el sector masculino y a otra, británica que sufre de lo mismo, que consideran que una solución temporal a su apatía puede ser intercambiar sus casas. Perdonen, pero les acabo de destripar el argumento de Tara Road, y eso que no nos gusta hacerlo en una crítica.

Como pueden comprobar, parece que estamos ante un calco descarado, algo que no nos resulta extraño vista la facilidad con la que Hollywood aprovecha historias con tirón originales de otros, más conocidas (Abre los ojos) o menos (La cabeza sobre el agua), para apuntalarlas con sus propias maderas, caso de Vainilla sky y Solamente se vive una vez. Un apunte curioso: Cameron Diaz está en las tres 'copias'.

Después de este paréntesis acerca de la originalidad, nos adentramos en Tara Road, que nos cuenta en paralelo las idas y venidas de dos mujeres que intercambian sus entornos en Nueva Inglaterra y Dublín. Aunque la anécdota pueda resultar forzada –todo empieza con una llamada telefónica equivocada-, el caso es que engancha, también por el aporte de vitalidad y la honestidad de su planteamiento.

Detrás de esta producción, con más sustancia de lo que parece a simple vista, hay un director que sin ser una suerte de cineasta espléndido, conmuta el ser un viejo conocedor de los entresijos fílmicos en una apuesta simpática y fresca que tiene a Andie McDowell como principal protagonista.

Los personajes no resultan tan maniqueos como los que pueden venir del otro lado del Atlántico y además los diálogos son creíbles a pesar de que se den situaciones un tanto irreales. Son éstas las principales virtudes de una cinta que sin duda pasará por la cartelera española sin hacer ruido y eso no es precisamente hacer justicia a una película que ha dado hijos menos disciplinados como Vacaciones.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

Crítica: 300

Director: Zack Snyder
Intérpretes: Gerard Butler, Lena Headey, Dominic West, Davis Wenham, Vincent Regan, Michael Fassbender, Tom Wisdom, Andrew Pleavin, Andrew Tiernan, Rodrigo Santoro
Estreno en España: 23 de marzo de 2007


Le damos un 6,5

Esta singular orgía de efectos digitales con supuesto trasfondo histórico abre de nuevo el eterno dilema suscitado por las adaptaciones en el cine.

Nunca una adaptación fue tan fiel, aunque por otro lado, no nos ponemos de acuerdo acerca de si una película y el libro en el que se inspira (u obra de teatro) deben o no compartir algo más que su esencia y líneas argumentales básicas.

300 es la Historia convertida en leyenda y llevada al extremo. La batalla de las Termópilas y la verdad sobre griegos y persas, o mejor dicho, la verdad según Frank Miller que ha acabado tomando cuerpo en un desenfreno audiovisual que supone un punto de inflexión en el cine épico, tirando al fantástico. Poco que ver con Alejandro Magno, Gladiator, Troya, etc. con flecos de las batallas de El Señor de los Anillos, aunque nos negamos a establecer paralelismos que al final lastren el objetivo que queremos: aplaudir la osadía de apostar por un género y unas maneras de hacer diferentes.

No nos sorprende encontrarnos con interpretaciones esquemáticas al servicio del goce estético, exagerado en grado sumo, aunque fiel al espíritu y el contenido de la novela gráfica. Los buenos, que son pocos, se enfrentan a los malos y horrendos, y las batallitas se aderezan con momentos sublimes y una introducción donde se mezclan metáfora, mito y algarabías cinematográficas, sin contar el desfile de musculosos y brutos sanguinarios que tiene lugar durante los 90 minutos de metraje.

Se agradece esta duración porque así no acaba siendo monocorde la narración. Se soporta, sobre todo si uno es lector habitual de novela gráfica, como Sin City y V de vendetta, y va al cine con mente abierta dispuesto a contemplar cómo se arriesga (o suicida) un cuasi-debutante, ya que en la filmografía del director sólo destaca Amanecer de los muertos. La envergadura del proyecto pudo apabullar a más de uno pero la creencia a pies juntillas de que no se estaba inspirando, sino que homenajeaba al cómic homónimo, le convenció de que debía huir de todo prejuicio.

La película tiene muchas lecturas, algunas impregnadas de un marcado tinte ideológico antimilitarista y antitodo. Pero no iremos por ahí: lejos de dejarse llevar por las críticas que acusan a la película de racista –por el retrato monstruoso de los persas- y estar llena de tópicos – que los tiene, y muchos-, les aconsejo que se adentre en esta notable recreación al detalle de lo plasmado sobre el papel que, como narración audiovisual, funciona y entretiene.

Texto escrito por
Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

viernes, marzo 09, 2007

Crítica: Teresa, el cuerpo de Cristo

Director: Ray Loriga
Intérpretes: Paz Vega, Leonor Watling, Geraldine Chaplin, José Luis Gómez, Eusebio Poncela

Estreno en España: 9 de marzo de 2007

Le damos un 7

No se deje engañar: detrás de polémicas injustificadas se esconde, además de cierta valentía, un buen ejercicio de cine que en su conjunto no chirría.

Dispuesto a ver escenas de sexo camufladas en frívolas metáforas del misticismo y soflamas varias contra la Iglesia Católica sin una base argumental, uno se sorprende al encontrar una cuidada aproximación a una época oscura de nuestra Historia a partir de un personaje carismático y, perdonen la osadía, desconocido para la mayoría de nosotros.

La Teresa que nos presenta Ray Loriga (La pistola de mi hermano) no es la santa a la que muchos rezan, tampoco la joven que está a punto de abandonar un camino más o menos despejado para adentrarse en un terreno poblado de espinos y malas hierbas. Es una Teresa diferente aunque complementaria a la que crearon Josefina Molina y Concha Velasco, construida sobre la base de un análisis enjundioso y escasa de clichés y tópicos, algo de agradecer sobre todo vista alguna que otra 'película de época' como Tirante el Blanco.

El polifacético narrador de historias deja atrás su halo de 'enfant terrible' para madurar hasta convertirse en cuentacuentos sui generis y brazo derecho de cineastas como Carlos Saura, que le confió el guión de El séptimo día. En ese esfuerzo por enriquecerse como creador decidió afrontar un reto, no el de meter el dedo en asuntos otrora patrimonio de la curia eclesiástica, sino el de investigar a fondo acerca de un personaje crucial de nuestra cultura. Y aunque no van por ahí los tiros, tampoco hubiera sido el primero en discutir, con tesis razonadas, las imposiciones de las altas esferas religiosas, recuerden por ejemplo a Martin Scorsese en La ultimación tentación de Cristo y Mel Gibson en La Pasión de Cristo.

Tema actores. Podríamos discutir mucho acerca de si es o no acertada la elección de Paz Vega: es una metódica actriz, algo impulsada pero al fin y al cabo correcta, aunque no la veo como la monja abulense, y es una pena que en ello pese demasiado su dicción, poco natural y forzada. El resto de intérpretes, con alguna excepción que debería ir cambiando de registro, cumple su función de acercarnos a una España condicionada por el poder religioso (y el económico, no lo olvidemos), trasmutada aquí en planos estudiados que encierran mucho trabajo de todos los equipos artísticos y técnicos, sin que el montante final parezca un pestiño de argamasa y cartón piedra sin vida.

Fui a ver la película sin saber las críticas de la Conferencia Episcopal, qué respondió el productor... Da igual: para disfrutar del cine se necesita sólo pagar una entrada y olvidarse del mundo durante un par de horas, no necesitamos 'extras', que dejamos para la edición en DVD. Sólo iba algo condicionado por el cartel de la película: la sevillana con el hombro descubierto siendo acariciado, de manera sutil, por una mano con signos de haber sido perforada por un clavo. Ahora le encuentro su significado y a pesar de las reticencias iniciales y aunque no me apasiona, Loriga me convence.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

viernes, marzo 02, 2007

Crítica: Un puente hacia Terabithia

Director: Gabor Csupo
Intérpretes: Josh Hutcherson, AnnaSophia Robb, Zooey Deschanel, Robert Patrick, Kate Butler, Bailee Madison
Estreno en España: 2 de marzo de 2007


Le damos un 7

Al fin una cinta donde se trata a los niños de manera inteligente y como lo que en realidad son: seres despiertos y sedientos de historias con sustancia, como las que contaban a sus mayores.

Más allá de que existan o no críos en nuestro entrono, hay un alto compromiso a la hora de mostrarnos críticos con una película de exclusivo consumo infantil. En este caso no deben existir las medias tintas, calificando cada cinta en función de si es recomendable para un menor que lo absorbe todo como si de una esponja se tratara.

Ésta, con más aciertos que fallos, lo es y lo interesante es que no camuflan los vacíos y los errores con absurdos y a su vez adictivos efectos especiales. Por momento cierto tono sensiblero recuerda más al del telefilme de sobremesa que a la producción con sello Disney, pero es quizás lo que se necesita para acercar con más contundencia el mensaje al niño y alejarle de producciones estrictamente fantásticas como Las Crónicas de Narnia, precursora en cierto modo de esta nueva revisión del eterno conflicto entre el bien y el mal.

Dentro de la fantasía a la que accedemos gracias a un guión inspirado en el libro escrito por Katherine Paterson, se esconden los guiños al viaje que hace un niño y su peculiar amiga –excelentes interpretaciones- hasta el terreno de la adolescencia, como el despertar al amor, el valor de la amistad, el peso de la moral e incluso el encuentro con la muerte. En este itinerario se toparán con sombras amenazadoras y deberán hacer frente a terribles maldiciones; el mundo real queda al otro lado del paraíso en el que han cimentado su reino mágico gracias al hecho de cerrar los ojos y abrir la mente.

Un puente... pertenece a un tipo de cine menos espectacular, en el que se cuenta más de lo que se muestra, un incentivo al fomento de la imaginación. Al que suscribe le convenció esta adaptación certera con enjundia y bastante alejada de los patrones convencionales. Hizo que saliera del cine con ganas de llevar a uno que ronda los 7 años: sabe poco de cine pero mucho de cuentos, y a ésta le daría buena nota. Al fin y al cabo son ellos quienes deben juzgarla.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

Crítica: Ronda nocturna

Director: Edgardo Cozarinsky
Intérpretes: Gonzalo Heredia, Rafael Ferro, Moro Angheleri
Estreno en España: 2 de marzo de 2007


Le damos un 6

Pocas películas tienen un contenido tan fiel al título como esta producción que nos muestra, con respeto y sin caer en estereotipos, otra cara del negocio del sexo.

Casi no hay trama porque el relato viene dado por el recorrido de un chapero por las calles menos vistosas de Buenos Aires durante una larga noche. Es un viaje atípico, y en ciertos momentos fantaseado, por las profundidades de la ciudad que no duerme para todos.

Resulta curioso que este itinerario resalte por constituir una falsa o convenida idealización de la prostitución masculina, emparentada aquí con una singular mitología formada por sus héroes, dioses y monstruos. La gracia reside en darle la vuelta a la realidad e incluso conferir un halo de alucinación irreal. Es lo que persigue Edgardo Cozarinsky, veterano cineasta e inédito en nuestro país de no ser por algunos videoclubs.

Lejos de mostrar a los personajes caricaturizados o demonizados, se limita a utilizarles como anclas de una historia onírica dentro de la real, llena de encuentros con el sexo y las drogas rodados con naturalidad a pesar de estar insertos en una atmósfera enrarecida que nos recuerda a los claroscuros del lienzo de Rembrandt –de ahí viene el título y la esencia-, donde los márgenes parecen sesgados.

Las sombras y los que pululan más allá de la panorámica que nos permite ver el creador son los protagonistas que cobran vida en este largometraje de tan sólo 80 minutos al que le falta algo de vidilla e incluso una ampliación de los focos de interés. Después de una primera toma de contacto y satisfecha la curiosidad, la historia se nos antoja monótona y rocambolesca, a excepción de ciertas sorpresas a lo largo de un metraje que da bandazos entre el estricto guión ficción y el tono documental.

Los debutantes Gonzalo Heredia y Rafael Ferro y Moro Anghileri (Lifting de corazón, Buenas Vida delivery) revisten de frescura y credibilidad unos personajes que parecen naufragar y consiguen salir a flote en un horizonte que en conjunto resulta interesante, aunque no deja de ser uno de tantos vistazos a esa realidad que nos incomoda o nos es indiferente y a la que no solemos mirar.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

Crítica: Breaking & Entering

Director: Anthony Minghella
Intérpretes: Jude Law, Juliette Binoche, Robin Wright Penn, Martin Freeman, Ray Winstone
Estreno en España: 2 de marzo de 2007


Le damos un 7,5

Con esta mirada a la 'otra ciudad' queda atrás el Minghella de grandes producciones, como las épicas El paciente inglés y Cold Mountain, concebidas para hacer taquilla.

Esta película también cuenta con un plan de marketing, aunque menos estudiado: es conmovedora, persigue que nos involucremos en la(s) historia(s) y cuenta con atractivos intérpretes-gancho. Todo esto demuestra que detrás de la falsa apariencia de sencillez del envoltorio se esconde un sustancioso caramelo que hay que saborear.

Conociendo la trayectoria del niño mimado por Miramax destaca que el drama de los personajes no quede denostado por paisajes de imborrable belleza y apueste por una historia localista, ambientada en el distrito londinense de King's Cross, un área deprimida casi en el centro donde conviven los que disfrutan del estado del bienestar y los que 'afean' la ciudad, dos realidades opuesta aunque vecinas. Anthony Minghella lanza una mirada profunda a los problemas de la sociedad europea de ahora, aunque sin prescindir del toque romántico en el sentido menos 'sentimental' de la palabra.

Se erige en atípico guía o policía de proximidad y nos conduce por un Londres mestizo que a pesar de estar lleno de compartimentos diferentes (en algunos viven los 'invisibles') y a priori muy delimitados, mira a un futuro con visos de ser mejor que el presente. Es el juego que propone la arquitectura, en concreto las corrientes que persiguen una vistosa modernidad a la que se llega con la 'limpieza' de toda referencia del pasado y con ella, la huella de la marginalidad, aunque esto no es tan fácil de lograr. Es el tema que subyace en la trama y lejos de constituir sólo el nexo entre los personajes de dos mundos, acaba influyendo en la concepción de los planos: abiertos, luminosos y estudiados al milímetro, para nuestro goce estético.

Imagine las casas a escala que ocupan los escaparates de las promotoras inmobiliarias, pequeñas ciudades con sus arbolitos, sus cochecitos y su gentecita. La película podría pasar por maqueta de barrio marginal que acabará convertido en ciudad ideal. Los personajes son como muñequitos distribuidos de manera estratégica: Juliette Binoche es una mujer bosnia que abandonó Sarajevo junto a su hijo, su motor en la vida; sólo el azar le unirá con el arquitecto y marido abnegado, Jude Law, consumido por la lógica inestabilidad emocional de su mujer, Robin Wright Penn, y junto a ellos, el coro, que articula el discurso y sustenta el interesante trío.

Con esa materia prima un cineasta que se considere experto debería hacer una gran película. A lo mejor ésta, que llega a notable alto, no trascenderá por un ineficaz plan de marketing, y eso que cuenta con valores esenciales, como el carisma de unos personajes abocados a entenderse para sobrevivir y la precisión de una historia bien narrada y apoyada en una más que correcta estructura formal.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.