domingo, diciembre 17, 2006

Crítica: "Arthur y los minimoys"

Director: Luc Besson
Intérpretes: Freddie Highmore, Mia Farrow, Ronald Crawford, Penny Balfour, Douglas Rand, Adam Lefevre, Jean Betote Njamba. Voces originales de: Madonna, David Bowie, Snoop Dogg
Estreno en España: 16 de diciembre de 2006

Le damos un 6

Ni apasiona ni incomoda la incursión en el terreno de la animación digital de uno de los cineastas más curiosos del panorama actual.

Sorprende y hasta cierto punto agrada que en el continente europeo se arriesgue con títulos de este calado. Tras el halago podemos criticar el afán lucrativo que se impone al creativo de Luc Besson. Aquí no es sólo el director así que también es lógico que alguien que invierta dinero quiera recuperarlo.

A juzgar por los ingredientes empleados, de primera calidad, el éxito comercial está asegurado: historia sencilla que combina aventuras con una sutil idea de superación ante las contrariedades, relato ‘cotidiano’ enmarcado en un mundo de fantasía que bien podría existir de no ser por las licencias que se permite el cineasta francés.

Nos contó que el amor se equipara a los cuatro elementos naturales y sacó el lado más profundo de Juana de Arco, aunque para comprobarlo tuviésemos que aguantar demasiados minutos sentados en la butaca. Ahora suelta la idea de que unas criaturas putrefactas parecidas a los elfos –no hablamos aún de los minimoys- se descoyuntan en nada improvisadas pistas de baile donde suenan éxitos modernos y confiere el poder de la omnipresencia a los miembros de una tribu africana. Qué lío...

Desde un punto de vista técnico convencen las andanzas de un niño real por un terreno ficticio aunque poco improvisado y edificado sobre demasiadas referencias. Tomando en consideración patrones y arquetipos, el ir y venir de Arthur desmerece, echando en falta más pasión imprudente y un toque de temeridad por parte del cineasta francés: niño bueno que se encuentra con un pastel a resolver, chica de la que se enamora, lazarillo lúcido y cómico, malo malísimo y conflicto acabado sin dar demasiadas explicaciones coherentes. Sí se encarga en cambio de dejar la puerta abierta a futuras secuelas –vuelve a relucir su faceta como productor-.

Es listo este tipo al echar los anzuelos: nada más picar, las redes nos atrapan. Cuando termina la película nos preguntamos si le consentimos demasiado: guiños actuales, proliferación de elementos que, por muy natural que parezcan, tiene un halo de irrealidad; el look de algunos de los bichejos, que recuerda al de Mila Jojovich en El quinto elemento... Un simple ejercicio de observación nos conduce hasta la mano de Luc Besson en esta versión rural de Los diminutos, televisivas criaturas que están demasiado lejos para los consumidores finales de este título: los niños nacidos en los albores del nuevo siglo.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

Crítica: "Eragon"

Director: Stefen Fangmeier
Intérpretes: Edward Speleers, Jeremy Irons, John Malkovich, Sienna Guillory, Robert Carlyle, Djimon Hounsou, Garrett Hedlund
Estreno en España: 16 de diciembre de 2006

Le damos un 4

De andar por casa, así catalogamos esta fallida incursión en el universo fantástico que pretende seguir la estela de producciones que ennoblecieron el género.

En un atisbo de sinceridad hay que indicar que su metraje no es demasiado extenso, algo que elude cualquier deseo de abandonar la sala. También es cierto que no debemos rehusar responsabilidades dejando solos a nuestros pequeños acompañados, porque sí, ellos se convierten en la única excusa a la hora de ver una película que recuerda a Dragonheart y hace grandes otras muestras de segunda categoría como Dragones y mazmorras.

Carente de emoción pero pródiga en momentos sublimes faltos de contenido, Eragon no convence porque tenemos la sensación de estar viendo algo que ya nos han contado y, además, con más sustancia y mejores formas. No sabemos muy bien qué y quién lo ha hecho, pero un déjà vu constante nos acompaña en este trabajo que se sujeta con alfileres.

Los cineastas que se estrena, y Stefen Fangmeier lo es, parecen haber confundido grandes películas con paisajes naturales imponentes, dos o tres estrellas de nombre reconocido y una trama que, da igual que sea insustancial, porque ya se realzará luego con los efectos visuales y las escenas de lucha.

23 años tiene Christopher Paolini, el autor de El Legado, una trilogía aún sin completar cuyos primeros libros han alcanzado cifras millonarias de ventas. Eragon es el volumen introductorio y, a juzgar por el desenlace de la adaptación cinematográfica, será también la primera de una serie de películas. Seguro que la legión de incondicionales que hayan leído el libro acudirán en tropel al cine: la primera vez está garantizada pero es arriesgado confiar en que sigan respaldando una apuesta estrictamente comercial y efectista.

No sabemos si el joven escritor perfila sus personajes con la misma profundidad que los guionistas encargados de llevar las palabras a imágenes: han sido necesarios 4 profesionales –así serían- para desplegar un catálogo de seres que responden a patrones estandarizados. Los roles principales no son más que esquemas al servicio de una moralina manida adornada con acción previsible en todo momento.

No lo habíamos dicho aún: que nos gustó el trabajo de Peter Jackson al frente de El Señor de los Anillos y, no es por comparar, pero cuanto daño ha hecho a los que se aventuran en el difícil género de la fantasía.

Texto escrito por
Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

viernes, diciembre 15, 2006

Crítica: "Quinceañera"

Director: Wash Westmoreland, Richard Glatzer
Intérpretes: Emily Rios, Jesse Garcia, Chalo Gonzalez
Estreno en España: 16 de diciembre de 2006


Le damos un 6

Tras un halo de película conmovedora y divertida se esconde un retrato (uno más, todo hay que decirlo) de la comunidad hispana en la ilusoria sociedad californiana.

La clase obrera, el grupo de trabajadores que sustenta un país, ha protagonizado algunos de los mejores romances dramáticos de la historia del cine. Si teníamos duda del enganche emocional que tienen estos seres en pantalla grande aquí tenemos la clásica historia de amor entre dos jóvenes hispanos condicionado, ya no por la familia o las convenciones sociales, sino por el precio de la vivienda. Olvídenlo, es la anécdota.

A los amigos norteamericanos les gusta mucho el final feliz, extrapolable en los últimos años a calificar de feliz todo el metraje. Así es este trocito de vida en spanglish dentro del sueño de un futuro mejor. Esa escalada hacía un provenir mejor mantiene en activo a los padres, los mayores de la comunidad. Por el contrario Quinceañera narra las vicisitudes de los inmigrantes de segunda generación, los deseos de una adolescente nacida en Estados Unidos pero anclada en un terreno pantanoso por culpa de las costumbres heredadas.

La protagonista sueña con su puesta de largo, es lógico entre las americanitas que cumplen 15 años. Del hecho concreto pasamos al conglomerado de ideas que suscita este interesante trabajo acerca del choque de culturas y la necesaria asimilación de usos ajenos a la vida que tradicionalmente habíamos llevado. Los responsables de la cinta añaden a la mezcla tensiones raciales y una nada sutil crítica a la homofobia y los prejuicios religiosos.

En la línea de costumbrismo con pretensiones de títulos como Mi familia, Cuando salí de cuba y Goool! apunta maneras como retrato social. Como producto de entretenimiento también funciona. No salimos del cine con el corazón en un puño ni con desazón, así que cumple con sus funciones principales. Quizás peca de ofrecernos una imagen dulcificada de lo que más o menos intuimos, pero es el precio de hacer un largometraje que guste a todos, a la mayoría.

El Festival de Sundance suele dar cada año una excelente cosecha de corte independiente y, en cierta forma, trasgresor en forma y fondo. Siendo sinceros, todos los títulos no los percibimos de la misma forma aquí, en Europa. Puede ser este el caso de esta cinta que consiguió unir a jurado y público en la última edición del certamen alternativo: ¿hazaña real o nueva estrategia de marketing? Es decir, paso por el conocido certamen, y me cubro de gloria o, lo que es lo mismo, de publicidad gratuita. Juzguen ustedes.

Texto escrito por
Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

Crítica: "Mía Sarah"

Director: Gustavo Ron
Intérpretes: Verónica Sánchez, Daniel Guzmán, Fernando Fernán Gómez, Manuel Lozano, Manuel Millán, Víctor Mosqueira, Diana Palazón
Estreno en España: 16 de diciembre de 2006


Le damos un 5

Viéndola tenemos la sensación de estar ante una fábula de otro tiempo, una cinta bastante edulcorada que parece salida de un arcón al que pronto volverá.

Un debutante en la dirección puede optar por arriesgar en la puesta en escena o relajarse y jugar con un cúmulo de referentes culturales y, sobre todo, cinematográficos. El madrileño Gustavo Ron se decanta por la primera.

Su fábula sobre el amor y todas sus etapas (el primer contacto, la seducción, la entrega) consigue dibujarnos una sonrisa permanente, pero le falta fuerza para arrancarnos cualquier otra mueca. No sorprende lo que narra ni cómo lo hace, y eso en los tiempos que corren, puede ser más que motivo suficiente para que su cinta pase de puntillas por la cartelera.

El toque mágico, sobrenatural, no es capaz de sustentar el metraje de este trabajo para mentes soñadoras que sienten predilección por los pequeños detalles. Y en eso puede caer el espectador, en perderse por otros mundos en lugar de estar atento a los embrollos amorosos entre los personajes de Verónica Sánchez, en su primer protagonista de peso, y Daniel Guzmán, en un tono más amable y menos barriobajero –dicho esto con cariño- que en anteriores trabajos.

De la agorafobia al amor hay un paso y el que vea la película sabrá porqué lo digo. No vamos aquí a destapar las pocas sorpresas que atesora esta producción rodada en Galicia -la periferia también existe, afortunadamente- donde aparece un Fernando Fernán-Gómez que cada vez se prodiga menos. Ron se apoya en la cómplice relación que estableció el veterano intérprete con el ya adolescente Manuel Lozano, que fue niño en La lengua de las mariposas. Otro de los encantos, éste sí se puede desvelar, reside en ver en acción a Phyllida Law, madre de Emma Thompson, en el epílogo de este cuento.

Bajo los designios de un ilustre parangón con el nombre de Amélie y múltiples deseos, como el de inculcar el amor por los libros y el afán de superación. Así se desarrollan dos historias entrelazadas, relatos pasionales cada uno con drama y comedia en su justa medida y separados por paréntesis cómicos aportados por el personaje de Diana Palazón (Hospital Central), una actriz que debería tener más oportunidades en el cine.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

Crítica: "¡Peligro! Menores sueltos

Director: Paul Feig
Intérpretes: Lewis Black, Wilmer Valderrama, Tyler James Williams, Dyllan Christopher, Quinn Shephard
Estreno en España: 16 de diciembre de 2006


Le damos un 5

Bromas, correrías, travesuras... Vamos, lo que suelen hacer los niños, pero esta vez en las dependencias de un aeropuerto. Típica y tópica producción de consumo vacacional.

Ya sabemos que será lo próximo que van a prohibir los responsables de tomar las medidas de seguridad aérea: viajar con niños. Desde luego, son más peligrosos que cualquier dentífrico o navajilla que podamos llevar en nuestro equipaje de mano.

Lo que nunca llevaremos con nosotros, hablando en términos cinéfilos, es el recuerdo de esta cinta. Eso sí, debemos ser sinceros con esta banal película y valorar el alto grado de diversión infantil que aporta la actualización de las aventuras que hicieron famoso a Macaulay Culkin. Atención a progenitores despistados: el prota de Solo en casa pasó una adolescencia difícil, así que, por lo que pueda pasar, no quite ojo a los suyos, que estas fechas son propicias para que se pierdan.

Reconozco que cuando veo en pantalla toboganes y deslizamientos me embarga cierta envidia. Ya somos mayorcitos, por lo que el efecto en los niños se multiplica. Se contagian las ganas de convertirte en protagonista de esos juegos, de formar parte de la versión aeroportuaria de unos ya míticos Goonies que recorrían los resbaladizos y peligrosos subterráneos de la región donde vivían por un objetivo loable. Los dos grupos de chavales tienen en común la necesidad de formar una improvisada familia ante la adversidad, ya sabemos que la unión hace la fuerza.

Mensajes moralistas a un lado, propongo una secuela a los responsables: estaría filmada por filmaría Steven Spielberg, que narraría las desventuras de estos niños y preadolescentes 40 años después, 4 décadas en las que no habrían salido de la terminal. La historia vivida por Tom Hanks quedaría en mera anécdota. Vamos, que las vacaciones y los viajes estresan tanto o más que quedarse en casa.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

miércoles, diciembre 06, 2006

Crítica: "Happy Feet. Rompiendo el hielo"

Director: George Miller
Estreno en España: 5 de diciembre de 2006

Le damos un 6

Casi todos, pequeños y mayores, disfrutarán si van al cine buscando esta ácida revisión de la fábula del patito feo.

Del total de espectadores se descuelgan los espectadores que odian el género musical, porque sí, los animalitos que pueblan este remoto paraje antártico, se enamoran los unos a los otros cantando. Y no se trata de un tema aislado, de un canturreo, ya que amor hay, y mucho.

Dejando a un lado este punto, notable aspecto que condiciona el argumento, no nos cuentan nada nuevo. Aún así se trata de una recomendable e impecable producción debido a que el interés no radica en el contenido sino en la forma de contarlo. George Miller, después de firmar la trilogía Mad Max y los dos títulos de Babe, el cerdito valiente, retoma el clásico cuento del patito feo, cambiando patos y cines por otros palmípedos más australes.

Los somete a un intenso trabajo de animación digital, a partir del trabajo de bailarines profesionales. El resultado te mantiene ensimismado buscando detalles: el plumaje, las formas del hielo, los gestos de los humanos... Las posibilidades de las nuevas técnicas de captación de movimiento están revolucionando el sector de la animación, haciendo cada vez más fina la barrera entre el mundo real y el artificial, pero no podemos olvidarnos de que cada plano lleva días e incluso meses de trabajo.

En la línea de musicales protagonizados por humanos, como Moulin Rouge, las aves cantan y nos llevan por terrenos abonados con un exceso de moralina. Cada pingüinito –los emperadores, no los ‘latinos’- tiene su Canción del corazón, aunque el protagonista nos ha salido más bailón que Fred Astaire. Aquí está la diferencia, sobre la que giran todos los dilemas del relato. No se nos pasa por alto la carga de crítica medioambiental que propone Happy Feet, aunque no hacia las causas que provocan el deshielo de los casquetes polares. De eso se encarga el amigo Al Gore en Una verdad incómoda.


Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

sábado, diciembre 02, 2006

Crítica: "Algunos días en septiembre"

Director: Santiago Amigorena
Intérpretes: Juliette Binoche, John Turturro, Sara Forestier, Tom Riley, Nick Nolte, Mathieu Demy, Saïd Amadis

Estreno en España: 1 de diciembre de 2006

Le damos un 6,5

Este atípica historia de espías rodada bajo las premisas del cine negro camufla un film de alto contenido sentimental.

Ese septiembre del título es el de 2001. Fue convulso, ¿verdad? Imagine el impacto de los acontecimientos en los diferentes testigos, activos o no. Con los recuerdos de cada uno se podría hacer películas muy distintas. Parte de esa premisa, la de los recuerdos y las diferentes interpretaciones Santiago Amigorena, debutante en la dirección que se dedica a fantasear sobre relaciones entre espías, gobiernos y empresas. Es como la contundente y coherente Syriana pero a un nivel más, cómo lo diríamos, europeo, de andar por casa.

El argumento nos hace ver que estamos en un mismo barco, expuestos a las tormentas que pueden hacernos zozobrar. Pero va más allá: la trama de espionaje no es más que el envoltorio de un relato sobre los finos hilos que unen las vidas de las personas. En el universo abigarrado que disecciona, orbitan dos hermanos que no se conocen, una tercera persona en discordia vinculada de manera inexorable a ambos, un sospechoso matón convertido en sombra y un omnipresente gurú que planea sobre todos ellos.

Aunque pueda resultar algo espeso tanto ir y venir de los personajes y se ralentize el avance de las jornadas, interesa la idea que subsiste tras el fundido en negro final: termina la película y nos queda la atronadora visión de los que se nos viene encima, y aún no sabemos, tras el 11 de septiembre de 2001.

Hasta entonces queda aún buena parte de la pesada cuenta atrás que bien merece el destino final, Venecia, que agrada la visión, sin turistas, con planos desenfocados y otras algarabías, mezcladas con un aire de decadencia y melancolía. Juliette Binoche, con sus miradas y su destreza con las armas, amplifica la ironía con la que Amigorena anima la acción. Divertido John Turturro y muy correctos los demás, el sutil sentido del humor del que hacen gala los personajes sólo contribuye a que nos creamos mucho más a una gente que, de normal que es, da miedo.

Texto escrito por
Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

viernes, diciembre 01, 2006

Crítica: "El camino de los ingleses"

Director: Antonio Banderas
Intérpretes: Alberto Amarilla, María Ruiz, Raúl Arévalo, Félix Gómez, Marta Nieto, Mario Casas, Berta De La Dehesa, Fran Perea, Antonio Garrido, Antonio Zafra, Lucio Romero, Cuca Escribano, Juan Diego, Victoria Abril.
Estreno en España: 1 de diciembre de 2006


Le damos un 8

Sentimientos y recuerdos dolorosos, piruetas arriesgadas con la cámara y el montaje... Banderas ha hecho una película difícil pero es, que no quepa duda, su película.

Los caminos más espinosos son los que, una vez concluidos, dan más satisfacciones. Así es esta propuesta nueva, diferente y complicada de defender ante los puristas. Una huida de lo convencional que hace que la historia de Antonio Soler brille con fuerza en pantalla aunque a veces se pierda entre ensoñaciones y pormenores.

Fácil de argumentar, difícil de contextualizar en términos formales, la cinta tiene en sus 5 primeros de minutos la mejor tarjeta de presentación. Una secuencia en un hospital, con muchos elementos anticipatorios, nos mantiene en tensión para dar paso a un relato más costumbrista, el de 4 amigos que llegan a una piscina. Tras la muestra de cortesía, el cineasta opta por enderezar el camino y borra todo halo de realismo.

No planteamos la cuestión de si un cineasta debe hacer una película para él, para el goce de la mayoría, para que algunos con menos ataduras entren en su mundo... Estamos ante la película más personal que puede hacer un autor, la que recorre el terreno de las emociones con la máxima, siempre presente, de que mirar hacia atrás resulta doloroso.

Impregna Banderas a la fotografía tristeza y melancolía. Envuelven el retrato imaginado y por tanto sesgado: no nos permite ver el todo, los planos son escorzos, abundan detalles en apariencia nimios y juega con los encuadres. Trabaja con material sensible, por eso sus personajes pueden perderse –y con ellos el espectador- en la angustia existencial. Aún así apunta al optimismo ya que sólo ellos pueden contar con la valentía suficiente no para hacer frente al destino, sino para vivir al máximo, precisamente porque el caprichoso destino se impone cuando quiere.

Domina el acento poético sin que el lenguaje resulte artificial. Traduce metáforas en imágenes, huye del costumbrismo, también de la acción y quizás peque de gastar metraje en presentar a los personajes, pero es que en realidad no pasa nada y pasa todo. Como Pablo Aranda en su novela La otra ciudad, configura Banderas su propia urbe, con escasos referentes para los foráneos y pocos anclajes a la época, bastante tienen con su mundo interior y hermético, lejos de sucesos sociales y políticos. Sabemos que está basada en la novela homónima de Soler, pero de aquella sólo subsiste el germen: todo es nuevo en este nada sosegado viaje por un verano dominado por el desasosiego.

En esta suicida y sugerente apuesta formal la frialdad nos guía por espacios emocionales, terrenos pantanosos de los que sale el director con la ayuda cómplice de quien confíe en él. Ese espectador habrá sentido la visceralidad con la que narra emociones, recuerdos y ensoñaciones, logrando que el pellizco en el estómago no permita relajarnos hasta el final, 10 minutos donde los cisnes entonan su canto agónico.

No esta en la piel de venerados autores por su contrariado concepto del cine, por ello tendrá que soportar los comentarios de los que esperasen la típica película generacional de jóvenes que pretenden abrirse camino. Se sale por la tangente y muchos se lo agradecerán, a lo mejor cuando pase cierto tiempo: la reflexión poética y evocadora quedará como una de esas joyas a las que muchos recurren años después de haberla criticado. Y Banderas, el director, seguirá en búsqueda constante de su propio camino. Ya verán.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

viernes, noviembre 24, 2006

Crítica: "El gran silencio"

Director: Philip Gröning
Estreno en España: 24 de noviembre de 2006

Le damos un 6

La impaciencia está reñida con este recorrido intimo por las dependencias de un monasterio donde las campanas constituyen el único ruido. Una osadía en los tiempos que corren.

Bajo los designios de la repetición, el ritmo y la quietud se presenta un singular tratado sobre el paso del tiempo en un recóndito marco que escapa al acelerado mundo exterior. Esa es la principal virtud de un sigiloso título cuyo excesivo y sosegado metraje no hace más que recordarnos que mientras estemos en la sala de cine estaremos a salvo de todos los males.

El cineasta encargado de realizar este heterodoxo ejercicio de aguante tuvo que esperar 16 largos años para introducir su cámara en un monasterio de la Orden de los monjes Cartujos perdido en un paraje montañoso en el sur de los Alpes franceses. Al final pudo asistir como testigo a la recluida forma de vida de unos seres entregados a la oración, aunque no son ellos los únicos protagonistas de este largometraje espiritual.

Conste que no acudimos al adjetivo fácil: la película puede resultar esclarecedora o tediosa. Algunos pensarán que ocurre igual con la religión. De lo que no tenemos duda es de la paz que trasmite: nadie habla –sólo pronuncia tímidos sonidos la naturaleza-, es posible oír el silencio, aunque parezca una incongruencia. La austeridad técnica entronca con la forma de vida de unos monjes que llega a la pantalla sin aderezos ni palabras. Las explicaciones no-visuales están vetadas en pro de una regeneración de la cotidianeidad que puede resultar hipnótica o aburrida a partes iguales.

Las imágenes que pretenden captar la esencia de las cosas –sin entrar en el aspecto místico- carecen de marco para que seamos nosotros, los espectadores, quienes encuadren en su mente la realidad. Philip Gröning se limita a conducirnos por una percepción más o menos lógica del quehacer diario de una comunidad en perfecta simbiosis con el entorno natural.

No podemos referirnos a este trabajo como un documental sino más bien como un recorrido por un museo humano vivo en cuyas paredes cuelgan cuadros frente a los que nos detenemos durante 160 minutos. Aquel que se atreva a entrar en los dominios del silencio deberá hacer frente a la idea de que la belleza también cansa.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

Crítica: "¿Por qué se frotan las patitas?"

Director: Álvaro Begines
Intérpretes: Lola Herrera, Antonio Dechent, Carlos Álvarez-Novoa, Manuel Morón, Raúl Arévalo, Julia García, William Miller
Estreno en España: 24 de noviembre de 2006

Le damos un 7

Comedia musical en clave flamenca, esta fábula sobre el egoísmo y el coste de ser feliz resulta original aunque peque de tener un hilo argumental algo estirado. Aún así, aprueba con nota.

Echando un vistazo al cine reciente, en este título no hay demasiados componentes de novedad pero tampoco se debe pasar por alto su aportación a un género que ha tenido en los últimos años algunos ejemplos notorios, el más conocido es El otro lado de la cama, que incluso tuvo su correspondiente secuela. Esta tragicómica visión del hastío femenino entronca más con los narcolépticos 20 centímetros de Ramón Salazar.

La buena calidad de las coreografías recuerdan al experimento del cineasta de Piedras, también es punto de unión el hecho de que la tensión del relato decaiga una vez pasados los efectos de la confusión. Pero Álvaro Begines pasa el examen porque consigue su propósito de hacer reír rentabilizando el intrínseco ‘cachondeíto’ andaluz de personajes nada extraños, poniendo en boca de los actores expresiones y guiños que no resultan forzados. Y es de agradecer en un cine repleto de tópicos mal empleados.

Nuestra industria nos tiene reservadas un par de sorpresas al año. Miguel Albaladejo se presentó en 1997 con La primera noche de mi vida, un curioso fresco de historias cruzadas ambientado en Nochevieja. En esta fecha tan señalada también comienza la acción de esta ópera prima original, un soplo de aire fresco por el que coinciden Begines y el responsable de cintas como Manolito Gafotas, Rencor y Cachorro.

Ambos conectan en muchos aspectos más, como el esmero técnico con el que ruedan sus trabajos de presentación y la acertada elección de unos actores que van desde algunos pesos pesados de nuestro cine, como el omnipresente Antonio Dechent, hasta rostros menos conocidos a punto de ser descubiertos, como Belén López (La distancia) y Marisol Membrillo (Una pasión singular), pasando por solventes intérpretes imprescindibles en las producciones de Tesela: Ana Wagener, Manuel Morón y Alex O’Dogherty.

Aplaudimos la pareja formada por Carlos Álvarez-Novoa y Lola Herrera, recuperados ambos para el cine después de recorrer los escenarios españoles con el montaje Solas. La veterana actriz dota de empaque un personaje que tenía visos de no resultar creíble y juntos, sus personajes, logran desmontar mitos sobre la tercera edad, como ya hicieron China Zorrilla y Manuel Alexandre en Elsa & Fred.

Begines es un director novel que cuida su criatura, aunque es incapaz de borrar el rastro musical que le dio a conocer en el grupo No me pises que llevo chanclas (si no se convierte en un estigma, no importa). Prueba de ello es el exquisito tratamiento de la banda sonora, un acertado compendio de temas muy conocidos – Escándalo, Tu frialdad, Yo soy un loco- adaptados y producidos por Manuel Ruiz, Queco. Ya la introducción musical, un Aserejé bastante alternativo, nos adelanta el tono de lo que vamos a poder disfrutar, una agradable e inteligente mezcla de rastas y flamenco.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

Crítica: "El camino de San Diego"


Director: Carlos Sorin
Intérpretes: Ignacio Benítez, Carlos Wagner La Bella, Paola Rotela, Silvina Fontelles, Miguel Gonzalez Colman, José Armónico, Toti Rivas, Marisol Córdoba, Hermano Otto Mosdien, Claudio Uassouf, Lila Caceres, Pascual Condito, Juan Villegas.
Estreno en España: 24 de noviembre de 2006

Le damos un 7

El director de Historias mínimas vuelve a convencer con una parábola sobre el fanatismo irracional por un mito, la religión de los más pobres.

La de Tati, el protagonista de esta cinta, tiene un Dios que no es otro que Diego Armando Maradona. Por él es capaz de recorrer la Ruta 14 que, por encima de conectar la provincia argentina de Misiones con Buenos Aires, constituye en realidad una experiencia que le hace olvidar su vida de miseria y desesperanza.

Simple y llana, sin que se atisbe aquí el tono peyorativo de ambos adjetivos, la película confirma la intención de Carlos Sorín por hacer de lo anecdótico un argumento capaz de sostener 98 minutos de metraje. No sólo logra captar nuestra atención sino que consigue que enfoquemos y veamos mucho más que historias sencillas que desde luego no lo son para sus protagonistas.

Cansado de que la vida sólo juegue malas pasadas, el cineasta de Historias mínimas y Bombón, el perro, se decanta por un relato amable acerca de la ilusión. Una esperanza que no se trunca, al contrario: va fortaleciéndose a medida que avanza el recorrido y aparecen personajes redentores y compasivos con las diferentes formas de entender la vida.

Hay voces que ya se han alzado criticando la repetitiva fórmula empleada por un incansable cineasta en tres cintas envueltas por un exceso de naturalidad. A nosotros, algo cotillas, nos gusta seguir como unos mirones los caminos que se tuercen y enderezan gracias a los transeúntes que cruzan sus vidas, insignificantes y pequeñitas.

De esta manera creemos que sigue conectando con el público gracias a la verdad, la que aportan los no-actores que nos conducen un fino hilo argumental lleno de etapas: las del destino, las creencias y las dudas. Sorín ostenta el honor de ser un escultor de la ingenuidad a partir de una materia prima maleable: la sencillez de los habitantes invisibles, aquellos que viven al margen de la globalización en la que los demás estamos sumidos.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

Crítica: "Grbavica. El secreto de Esma"

Director: Jasmila Zbanic
Intérpretes: Mirjana Karanovic, Luna Mijovic, Leon Lucev

Estreno es España: 24 de noviembre de 2006

Le damos un 8

Las consecuencias de la guerra llegan al cine bajo un engañoso tono amable. Ocurre con esta tremenda e imprescindible historia sobre la convivencia con un demonio cotidiano.


Hay muchas formas de presentar la sinrazón de un conflicto bélico como el que sumió a los Balcanes (aquí al lado, por cierto) en un infierno durante más de una década. Se puede narrar bajo un halo de costumbrismo, como suele hacer Emir Kusturica, desde el humor (Danis Tanovic, En tierra de nadie) o la tragedia (Sueño de una noche de invierno, cruda y asfixiante).

Grbavica se presenta de manera sibilina, lanzando un imperceptible chillido que conforme avanza el metraje se hace más audible, para acabar destrozando los tímpanos al final. Tensión contenida y naturalidad a la hora de afrontar los desagradables asuntos que dan pie al relato, la cinta ganadora del pasado Festival de Berlín nos lleva hasta uno de los arrabales más populosos de la capital bosnia.

La ciudad de Sarajevo consiguió hacer frente a años de asedio, pero la huella de la guerra civil, los francotiradores que jugaban al tiro al inocente, el escaso alimento del porvenir y el exceso de intolerancia sobrevuelan en el ambiente. Lejos de parecer un ejercicio de revanchismo, la película se apoya en una mezcolanza entre poesía, sentimiento de humillación y desgarro que rápidamente nos posiciona en el lado de las víctimas, sin mostrar una imagen impactante, sin darnos más detalles de los necesarios.

Grbavica es un conjunto de referencias y pinceladas que pasarán desapercibidas, no así la terrible denuncia que hace. Las certeras interpretaciones nos sirven de enganche a una sociedad que debe recomponer sus cristales rotos, aunque da la sensación de que siempre se verá el pegamento, recordando que una vez el objeto se hizo añicos.

De eso sabe mucho la directora Jasmile Zbanic, que apuesta por un título que nos enseña lo qué hay detrás de una aparente apertura al mundo y vuelta a la normalidad: las historias que encierra el barrio de Grbavica, como la falta de empleo digno, la corrupción y el odio acumulado, no son las que tienen que ver con un Sarajevo que, de manera más general, parece destinado a convertirse de nuevo en un mal llamado crisol de culturas.

Zbanic acierta al hacer tangible un universo paralelo que poco tiene que ver con las presuntuosas etiquetas de prosperidad, reconstrucción y convivencia de religiones: hay un mundo desconocido que se extiende más allá de los límites del centro de la ciudad. Por ahí pasea una cineasta que saca su lado de documentalista al mostrar planos que consiguen trasmitir la desazón de una geografía gris bajo un manto blanco que no consigue -tampoco lo pretende- hacer invisible el legado doloroso.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

lunes, noviembre 20, 2006

Crítica: El ciclo Dreyer


Director: Álvaro del Amo

Intérpretes: Elena Ballesteros, Pablo Rivero, Ruth Díaz, Fernando Andina, Isabel Ampudia

Estreno en España: 17 de noviembre de 2006

Le damos un 5

Este cómico retrato de la España de los 60 podría gozar de buena salud sin no se presentase como drama con tintes cinéfilos y el humor aflorase sin pretenderlo.

Su anterior película, Una preciosa puesta de sol, ponía en liza la labor de Álvaro del Amo como guionista: podemos estar equivocados en nuestro concepto de cine o, por otro lado, que sea él quien se complica de manera innecesaria al trabajar historias como ésta, que provocan la risa en momentos en los que la fatalidad debería embriagarnos.

Folletín sin ritmo, con dilemas absurdos. Con esas lindezas me presentaban unos compañeros la película, vista de manera inexplicable en la sección oficial de un festival como la Seminci vallisoletana, cuyos organizadores se esmeran a la hora de seleccionar sólo lo mejor para su escaparate principal. Una lástima que este año errasen y, más triste todavía, que la reseña llegase una vez terminada la proyección.

Lejos del título cinéfilo, las múltiples referencias a la obra del danés Carl Theodor Dreyer hacen mucho ruido pero aportan más bien poco, con la salvedad de alguna secuencia rodada al más puro estilo del responsable de Gertrud y Ordet. Pretensiones a un lado, y por si no fueran suficientes para hundir sin ayuda El ciclo Dreyer, los aires novelescos de guionista de tercera embadurnan el dudoso homenaje a los jóvenes que a finales del franquismo cultivaban sus inquietudes culturales, religiosas y amorosas.

El reparto está integrado por un cuarteto de rostros que, una vez conocidos por todos gracias a la pequeña pantalla, han ido apareciendo en las salas de cine con mayor o menor fortuna. Destacan Elena Ballesteros (que debería ser recordada por El lugar donde estuvo el paraíso) y Ruth Núñez (más televisiva que nunca gracias a Yo soy Bea), y por momentos convence Fernando Andina (El comisario) en la piel de un cura sosainas. Todos, también Pablo Rivero (Cuéntame) con su aire ‘pedantón’, ponen más ilusión que esfuerzo.

Las interpretaciones resultan forzadas, poco creíbles por culpa de un guión en el que predominan diálogos impostados e innaturales. Lo que para unos puede ser un libreto cuidado para la gran mayoría es un conglomerado demasiado rígido, sin vida en el guión y encajonados y carentes de emoción real al salir de boca de los actores. A estas alturas, con la cartelera llena de trabajos recomendables y con las entradas de cine tan caras, los buenos propósitos no bastan para sustentar una película.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

Crítica: DOA: dead or alive


Director: Corey Yuen

Intérpretes: Jamie Pressly, Holly Valance, Sarah Carter, Devon Aoki, Kane Kosugi, Natassia Malthe, Matthew Marsden, Eric Roberts, Steve Howey, Brian White

Estreno en España: 17 de noviembre de 2006

Le damos un 3

Otro más, otro video-juego que llega y se estrella en la pantalla. Los responsables de esta producción al menos son conscientes de que están jugando en una liga inferior.

No destaca por el consumo adolescente al que está destinada, sino por el homenaje a todas esas cintas que tienen entidad propia y aquí dejan retales, Matrix y Tigre y dragón a la cabeza.


En la tradición de las adaptaciones de aventuras gráficas, este título se queda lejos incluso de las que tienen todas las de perderse en el olvido de los tiempos, como las irregulares Alone in the dark y Silent Hill. Con un argumento que para estar delante del ordenador es más que suficiente, en su paso al cine no ofrece consistencia alguna.

Tiene más de 30 películas a sus espaldas, sólo una anterior rodada fuera de Hong Kong (Transporter) y por lo que hemos comprobado gracias a ésta, todas prescindibles. Corey Yuen es el director de una orquesta donde los instrumentos desafinan y los músicos se ríen de sí mismos. El sentido del humor que no falte en esta parodia con bikinis, chicas guapas y mucho músculo que por momentos parece una vulgar copia de La casa de las dagas voladoras y Los ángeles de Charlie, perdón, queríamos decir homenaje.

Insulsa y sin sentido alguno, DOA (así, en confianza) demuestra que sus responsables carecen de imaginación pero gozan de un magnifico mecanismo para hacer llevadero un metraje infumable. Parece mentira que la historia no resulte aburrida, aunque otra cosa es que el trabajito tenga cosas positivas a destacar, pocas la verdad: el argumento pide un ágil montaje que imprima ritmo a las escenas de acción.

Es lo único que nos llama la atención, tanto ritmo descompensado que al final nos posiciona ante un desequilibrado conglomerado de ‘peleítas’ y luchas, rodadas con desgana a pesar de que constituyen el grueso del guión. Un libreto, por cierto, repleto de chistes facilones, tópicos machistas y un leve intento de convertir a la mujer en protagonista, y no por su belleza ni su portento en el terreno de las artes marciales. No tiene el más mínimo interés.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

Crítica: Trastorno


Director: Fernando Cámara


Intérpretes: Ingrid Rubio, Najwa Nimri, Pep Munné, Juan Sanz


Estreno en España: 17 de noviembre de 2006


Le damos un 5


La buena calidad técnica del filme no corre en paralelo con el tratamiento, tan manido que parece que estamos ante un déjà vu continuo.



Fernando Cámara viene con aval y descalabro: dirigió Memorias del ángel caído y tropezó al firmar el guión de la absurda Más de mil cámaras velan por tu seguridad. Si Trastorno le ha tenido absortó durante varios años, mejor que se dedique a otra cosa, porque el resultado no merece el coste de una entrada de cine.


Ese baremo, el de los 6 euros de media a día de hoy, podemos empezar a emplearlo: ¿cuánto cuesta estar pendiente de una historia que se repite, sin que aporte nada al espectador? Por si fuera poco el resultado nos sale negativo si la previsión de la evidencia aflora a partir del primer cuarto de hora de metraje, cuando se emprende la feroz carrera por mantener ritmo y suspense.


Se desaprovecha dinero y talento, el de Nawja Nimri, Pep Munné e Ingrid Rubio, que luchan por hacer creíble lo que les ha caído encima. Del trío es la catalana, vista en 2006 en Tirante el blanco y Salvador, quien intenta que su personaje no resulte ridículo, predecible y recurrente. He aquí que encontramos la excepción que confirma la regla de que seguimos estando ante una de las mejores actrices del momento. Eso sí, las miradas que encierran envidias ya tuvieron su catálogo nutrido en La mano que mece la cuna, de la que bebe este título.


Trastorno se ajusta a los patrones más triviales del thriller: casas de revista fotografiadas desde el exterior, pobres recursos para generar sorpresa, planos repetidos que persiguen la tensión del espectador y una resolución típica, susto final incluido. Lo de meter al enemigo en casa ya está muy visto; también aburre el conflicto entre almas hermanas... Más de lo mismo y sin intenciones de contarlo de manera diferente, así que este firme defensor del cine español, debido al coste de la vida, se plantea medir con mucho tiento el valor de hacer una película como ésta.


Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

viernes, noviembre 10, 2006

Crítica: Los fantasmas de Goya


Director: Milos Forman
Intérpretes: Javier Bardem, Natalie Portman, Stellan Skarsgård, Randy Quaid, Jose Luis Gomez, Unax Ugalde, Blanca Portillo

Le damos un 5

Milos Forman echa un vistazo bastante sesgado a la compleja España de finales del siglo XVIII. Lo hace a través de una película también convulsa y bastante irregular.

Se le puede acusar de faltar a la realidad fidedigna pero él se defiende argumentado que ha contado una historia, no la Historia con mayúsculas. No van a ver un retrato del pintor como el que hizo Carlos Saura en Goya en Burdeos ni, salvando discrepancias, Bigas Luna en Volaverunt. Francisco de Goya pasa a un segundo plano: no es el protagonista sino el testigo de unos hechos que durante los primeros minutos consiguen engancharnos para luego perder interés y consistencia, por devaneos innecesarios.


Da igual que Javier Aguirresarobe esté detrás de la fotografía, que el vestuario haya sido diseñado por la figurinista Ivonne Blake (con Oscar y 4 Goyas) o que se rodase en localizaciones donde el pasado cobra vida... El libreto, la columna vertebral, flojea por un exceso de maniqueísmo: tenemos a los buenos, que lo son hasta que dejan de serlo; los malos, los inquisidores, llegan a reconocer la ineficacia de sus métodos.

Tiene dos partes bien diferenciadas. Sobre la segunda mitad sobrevuela el ave del folletín, no sin cierto tono burlesco, lógicamente sin pretenderlo: la transformación del personaje de Bardem cuesta creérsela; Portman tiene buenos momentos que, por repetitivos, se hacen pesados. Parece que los protagonistas están encorsetados en sus personajes, más preocupados por no desilusionar a sus seguidores con una película más. Los que dan vida a retratos históricos -el sueco Stellan Skarsgard como Goya- están delimitados por la visión de los más letrados; el resto, mejor dicho, José Luis Gómez es el único que pasea con soltura, a pesar de someterse a increíbles pruebas.

Milos Forman (Amadeus, Valmont) sigue recreando tiempos pasados trazando paralelismos con el presente. Aquí ha intentado condensar muchos aspectos, demasiados y no muy bien hilados, de una etapa en nuestra historia que nosotros no hemos sabido rentabilizar. Reto para un director extranjero que pasa a priori por ser más crítico y estar más interesado en la Historia que los patrios. Tras la emoción queda la desvergüenza por contextualizar la trama con tópicos al estilo de Hollywood, perfilando la España que quieren ver, al igual que Memorias de una Geisha mostró Japón a través de ojos occidentales. Tras el varapalo llega la defensa ya que no debemos atribuir a un cineasta roles que no le corresponden, como el de profesor de historia.

Como producto puede funcionar con secuencias lujosas como la que recoge el proceso de un grabado. Y seguro que no nos equivocamos al afirmar que gustará más fuera de nuestras fronteras que dentro, donde más de uno se ha quedado imaginando la película que podría haber sido con tan jugoso material humano. Seguimos con ganas de entrar a través del cine en un universo pictórico tan variado, aunque le tendremos que dar la razón a los puristas: los cuadros, en el museo.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

Crítica: Ficción


Director: Cesc Gay
Intérpretes: Eduard Fernández, Javier Cámara, Montse Germán, Carme Pla, Ágata Roca
Estreno de España: 10 de noviembre de 2006

Le damos un 7,5

Resulta atractivo el cine ‘de charla interior’ que propone Cesc Gay. Narrado desde el reposo, primando el fluir de las conversaciones con uno mismo que no oímos, su Ficción no incomoda y eso que muestra algo tan triste como una historia sobre pasiones refrenadas.

Este alquimista que trabaja con material sensible, el de las emociones y las relaciones personales, no gusta de grandes algarabías. Apoyado en el clima familiar cómplice en el que sitúa la historia (fomentado por los lazos reales entre los actores y él mismo), Cesc Gay explora un nuevo territorio, más sosegado que los de antes: se marcha de la urbe para refugiarse en el ambiente rural, pasa del reparto coral al trabajo intimista.. Carga su mochila con primeros planos de actores que cuentan muchas cosas pero sin pronunciar palabra, con la excepción de Cámara, tan vigoroso y hábil como siempre.

Completa una trilogía sobre los problemas a los que nos enfrentamos en cada etapa de nuestra vida. Krámpack, En la ciudad y Ficción son muy distintas entre sí, pero es curioso que cubran etapas: la adolescencia, la treintena y la madurez asociada a la crisis de los 39, una veteranía que nos llega desnuda y desesperanzadora. La idea de que la película se contempla como una cariñosa despedida de hora y media entronca con la mirada reflexiva de un cineasta que se está haciendo con su sitio dentro del panorama europeo.

Con el permiso de Eduard Fernández –hay que hacer memoria para recordar un trabajo malo-, la sutileza es la principal protagonista de una historia que gira en torno al sentimiento de renuncia y la responsabilidad. La búsqueda de inspiración es una excusa llana para abandonar por algún tiempo la vida que le hastía... y hasta ahí podemos contar.

Da igual que el final del recorrido nos parezca previsible, lo que importa es el viaje, la excursión hasta el otro lado del mundo con ritmo pausado, casi detenido y nada artificioso. Fernández encuentra en Montse Germán a su partenaire ideal: sostiene su mirada y equilibra la balanza. Los otros tres personajes revolotean limitándose a observar sin alterar la naturaleza. Lejos de parecer pretencioso Gay vierte en sus cuadros de vida múltiples y agradecidas referencias musicales y cinematográficas, sin entrar en lo metafórico del título y el personaje alter ego del director.

Como apunte podemos decir que el rodaje tuvo lugar de manera cronológica, haciendo más creíble el trabajo de los actores. Una viveza que, como tantos otros aspectos, nos llega de manera sutil a través de una sencilla y preciosa historia de amor que todos tenemos derecho a vivir. Porque no vive quien no sufre, aunque sólo sea un poquito.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

viernes, noviembre 03, 2006

Crítica: "Una verdad incómoda"


Director: Davis Guggenheim
Intérpretes: Al Gore
Estreno en España: 3 de noviembre de 2006


Le damos un 7

La Tierra habla por boca de Al Gore: se derrite el hielo de los polos, aumenta la población de seres humanos y hay muchos ineptos entre los gobernantes políticos.

Interesante y didáctica lección sobre el calentamiento del globo mezclada con cierto halo de revanchismo tras el varapalo del ex vicepresidente del gobierno de Bill Clinton en la enmarañada carrera hacia la presidencia de EE.UU.

Él sí que es listo, no George W. Bush. Es la idea que subyace en este documental que, a pesar de su carácter político, ofrece a priori claves acerca de nuestro futuro en el planeta. Es posible cambiar el curso de la historia, la medio ambiental y, de camino, también la política, no dejando para mañana lo que podemos hacer hoy. El problema es que las empresas que no llenen sus arcas ahora, lo tendrán más difícil cuando todos estemos más alerta ante la peligrosa situación que se nos avecina.

Si le gusta el género de catástrofes recordará que en El día de mañana un científico interpretado por Dennis Quaid alzaba la voz en una conferencia mundial anunciando graves problemas para nuestra naturaleza, molestias que llegarían antes de lo previsto. Despojado el título en cuestión de acción, tufillo a crítica al imperialismo y el relato de ficción propio, nos queda este grito no tan desesperanzador como podría verse al principio.

Este ejercicio divulgativo sobre las catastróficas consecuencias del cambio climático no es más que una conferencia ilustrada con imágenes que hemos visto hasta la saciedad. La riqueza está en la puesta del largo de un showman, un ponente de lujo que, de no haber sido destronado de manera dudosa en Florida, hoy sería presidente demócrata de los EE.UU.

En ese caso nos hubiéramos quedado sin el actor que nos guía por este documental, que además de incomodar a políticos y a nosotros mismos, refleja lo que hay más allá de la carrera hacia el poder de un político. Toques biográficos a un lado, el ritmo del documental no decae salvo en los momentos en que nuestro amigo Al Gore recuerda sus vivencias infantiles y las relaciona con el imparable paso del tiempo y su mella en nuestra conciencia. No nos descubre nada, pero contribuye a que nos quedemos pensando si debemos actuar y cómo hacerlo.

Texto escrito por
Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

Crítica: "La matanza de Texas: el origen"


Director: :Jonathan Liebesman
Intérpretes: :Jordana Brewster, Taylor Handley, Diora Baird, Matt Bomer, Lee Tergesen, Cyia Batten, R. Lee Ermey, Andrew Bryniarski, Marietta Marich, Terrence Evans, Kathy Lamkin, Cyia Batten, Lew Temple
Estreno en España: 3 de noviembre de 2006


Le damos un 5

Apta sólo para los muy fanáticos del género de terror, juega con la adrenalina a pesar de que ya sabemos cómo acabará la cosa.

Aquí tenemos a la clásica familia de la América profunda, la que se muestra unida en torno a un grupo de muchachos a los que descuartizar, festejando de este modo el espíritu festivo de un sentimiento común.

La acción nos remonta hasta el año 1969. Entre oníricas imágenes que darán lugar a una especie de espejismo desalentador, la película nos plantea un paseo por macabras retenciones y asesinatos nada limpios. Se revela como ejercicio de síntesis en torno a los orígenes de una de las leyendas cinematográficas más aplaudidas y temidas.

Esta historia marca el planteamiento de la que se narró hace poco con motivo de la revisión del clásico La matanza de Texas. Una película cuya finalidad principal es la de dar respuestas y no ser engañosa respecto a sus principios. Es por eso por lo que aplaudimos a su director, por no traicionar al espíritu de un tipo de cine que tiene muchos adeptos, sobre todo adolescentes, y es más consumido entre mantitas una noche de fin de semana.

Como producto cinematográfico no sorprende: la realización está destinada a resaltar el aislamiento en un paisaje rural, con carreteras semidesiertas y sospechosos personajes que fomentan encontronazos más inciertos aún. El desfile de vísceras, miembros separados de sus cuerpos y la sangre que brota sin freno puede resultar más cansino que molesto, siguiendo la estela de títulos recientes como Saw, Hostel, Creep... Un ejemplo del contraataque ‘gore’ occidental al cine de sustitos oriental.

Y aunque nunca pensamos que podríamos decirlo, se echa en falta el siempre dudoso y peculiar sentido del humor propio de un género cuya máxima aportación a la sociedad es la de permitir que muchos jóvenes se arrimen entre sí, no vaya a ser que venga el de la máscara.

Texto escrito por
Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

Crítica: "Jackass dos. Todavía más"


Director: Jeff Tremaine
Intérpretes: Johnny Knoxville, Bam Margera, Stephen Glover, Chris Pontius, Preston Lacy
Estreno en España: 3 de noviembre de 2006


Le damos un 1

Esta desmedida mezcla entre carcajada, vergüenza ajena y asco no es más que un surrealista e insultante carnaval de golpes, pruebas salvajes y gamberradas sangrientas que no merece llegar a las carteleras.

La gracia está ahí, pero es tan aparente que no sustenta un largometraje confeccionado por piezas engarzadas con el único hilo argumental de la inconsciencia. Lo más duro es que sus promotores no lo son: saben muy bien que la gente se retorcerá en la butaca al tiempo que pedirá más y más, lo que da idea de la comparación con el ‘pan y circo’ de nuestros antiguos romanos para que el populacho no viese más lejos de lo que a sus gobernantes les interesa que vean.

Los mandatarios son unos desalmados productores de MTV, canal de televisión que ha visto como sube la audiencia con un grupo de chiflados capaces de hacer lo que sea. Es su religión, la que les lleva a colocar una sanguijuela en su ojo para que chupe la sangre, arrancarse dientes y vomitar después de... ¡Vomitar, en definitiva, que ya da bastante asco!

Untan de dinero a sus insensatos conejillos de indias y les dejan a sus anchas: ¿qué eres capaz de superarte con una prueba más salvaje? Pues ahí tienes. No tienen ningún aprecio por su piel, por su cuerpo... Algo que viene de tiempo atrás: pensé que estaría perdido al no haber visto la primera parte, pero no. Eso sí, una fuerza desconocida se apodera de nosotros una vez dentro de la sala, ya que enganchan las estupideces, cada una más absurda que la anterior. Quizá una de las gracias esté en el doblaje al castellano: los profesionales se esfuerzan en dotar a sus voces de ese tono tontorrón que seguro tienen en la versión original.

¿Es posible que un espectador imite las tonterías que durante hora y media se suceden en pantalla? Suponemos que no, pero no seremos nosotros censores de ninguna forma de vida estúpida. Sí recomendamos nos gastar un solo euro en este dudoso trabajo rodado cámara en mano, con primeros planos y con la firma de tipos como Spike Jonze, como si esto constituyera garantía alguna.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

Crítica: "GAL"


Director: Miguel Courtois
Intérpretes: Natalia Verbeke, José García, Jordi Mollà, Bernard Le Coq, José Coronado, Ana Álvarez, José Ángel Egido, Ricardo Borrás, Jordi Reberllón, Abel Folk, Miguel Hermoso, Juan Gea, Blanca Marsillach, Mercé Llorens
Estreno en España: 3 de noviembre de 2006


Le damos un 4

El histrionismo exagerado mancha este thriller que, sin embargo, puede funcionar de la misma manera que El Lobo, aunque sólo si uno se olvida del rigor histórico.

Después de aquella historia sobre el infiltrado Mikel Lejarza, había otro episodio relacionado con la banda terrorista ETA que debía ocupar sus fotogramas correspondientes. Una aproximación en GAL que no cumple las expectativas creadas.

El caso de los conocidos Grupos Antiterroristas de Liberación llega tamizado por la mirada de Miguel Courtois que trabaja el mundo de las evidencias. Realidades posibles asumidas como certezas y corrompidas a su vez por el desgarrado empeño personal de Melchor Miralles, cabeza visible de Mundo Ficción y uno de los artífices de la investigación periodística de 12 años que sacó a la palestra el caso GAL. En demasiadas ocasiones, un buen guionista (Antonio Onetti) no hace milagros.

Viendo la película uno tiene la sensación de que no es ecuánime, aunque a estas alturas sabemos que la objetividad no existe y menos en el cine, un terreno abierto a toda clase de subjetividades al regirse por el principio de la creatividad. Sin entrar en la sustanciosa materia histórica –verán como cuesta-, GAL se adentra en la profesión periodística: la que se muestra independiente, la que se intenta manipular, la que tiene intereses... Nadie está libre de pecado.

La trama protagonizada por pistoleros, aguerridos reporteros, confidentes y víctimas que también son verdugos nos llega a ritmo de video-clip, como el de una secuencia que chirría por encima de las demás al tratar en paralelo asesinatos y lujos costeados a golpe de tarjeta. No dejamos atrás los personajes estereotipados al máximo. Llegados a este punto no cumplimos lo prometido y caemos en las similitudes con la historia: un ejemplo, el siempre convincente Jordi Mollá que aquí da vida a un ser que recuerda al subcomisario José Amedo, con el descaro de Torrente y el deje de José María Aznar.

Es el más caricaturizado de un reparto hilarante: Abel Folk se mete en el cuerpo de Pedro J. Ramírez; José Ángel Egido trabaja un personaje a medio camino entre los ex ministros del Interior Corcuera y Barrionuevo; el ‘hombre de la tónica’ da vida a la parodia de Felipe González -ese acento, por favor- y se relata el ‘erróneo secuestro’ de Segundo Marey. Más conseguidos están los secundarios a los que dan vida Ana Álvarez, Mercé Llorens, y Mar Regueras. Pero la pareja protagonista flojea: no te crees las afirmaciones de manual que suelta el personaje de Verbeke y quedan ridículos los guiños del enamoradizo interpretado por García.

A nadie se les escapa que detrás de esta película está buena parte de la gente que montó El Mundo del Siglo XXI pero son tan claras las referencias que no se deja vía libre a la imaginación y mucho menos a la interpretación. Está demasiado basada en hechos reales y nos lo dan todo hecho. Incluso lo repiten un par de veces por si no nos hemos enterado. Y eso al espectador, que no es tonto, le aburre.

Texto escrito por
Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

Crítica: "El destino"


Director: Miguel Pereira
Intérpretes: Tristán Ulloa, Carolina Román, Mimí Ardú, Tukuta Gordillo, Tomás Lipán, Daniela Carril, Titina Gaspar, Rubén Fleita
Estreno en España: 3 de noviembre de 2006


Le damos un 4

Pocas sorpresas ofrece este título acerca de la introducción de un elemento extraño en un ambiente opresivo al margen del mundo.

Lo que en principio parece un western en cuya carga ideológica está el choque entre culturas muy distintas, acaba como un relato demasiado paródico con una estructura demasiado predecible y ritmo tan pausado que nos lleva al tedio.

Miguel Pereira traslada ideas a la pantalla, adapta sin demasiada pasión cinematográfica el contenido de El hombre que llegó a un pueblo, una novelita escrita por Héctor Tizón y ahora publicada en España. El argentino se limita a redundar en la idea inicial, con personajes que desvelan muy pronto sus verdaderas intenciones y desenvueltos en dilemas de manual.

Las buenas intenciones no son suficientes a la hora de contar una historia y menos en un tiempo en que estamos demasiado acostumbrados a mecanismos que inculcan idea de modernidad. Da la sensación de que Pereira se queda anclado en una forma de hacer cine algo escasa y primitiva –en realidad, nosotros somos culpables de no verlo como contemporánea-, con un montaje sencillo, interpretaciones correctas pero justitas y metáforas que se diluyen entre muchas evidencias.

Localizada en Jujuy, una provincia del norte de Argentina, el paisaje contribuye a que nos lleguen las sensaciones que persigue Pereira: soledad, aislamiento, confianza ciega en el otro, desprecio por el vecino de siempre, lentitud en el paso del tiempo... Pero esa transmisión se produce a trompicones, sin personajes que enamoren, como los que perfiló Laura Mañá en una historia similar a ésta, Morir en San Hilario, una película con más virtudes que defectos y sobre todo, con el alma que le falta a El destino.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

viernes, octubre 27, 2006

Crítica: "El corral. Una fiesta muy bestia"

Se agradecen películas para los más pequeños como esta que no insultan su inteligencia con chistes facilones que salpican aburridas tramas.

De conocerles, Esopo e Iriarte seguro que les habrían dedicado muchas de sus fábulas. Es más, si vivieran y tuvieran cultura audiovisual, cada animalito de esta curiosa granja protagonizaría al menos un cortometraje.

Con ritmo, dosificando las sorpresas y jugando con referentes cinematográficos que entre los niños pueden pasar desapercibidos, esta cinta entronca con otros como Chicken Run (Evasión en la Granja), aunque más por la temática que por la forma ya que en este sentido recuerda más a Jimmy Neutrón, del mismo director.

Tras un título recurrente se esconde un mundo al que no podemos acceder los humanos. Stevie Wonder compuso los temas del álbum La vida secreta de las plantas, sugerente frase que al que suscribe provoca imágenes de flores y arbustos con personalidad, como las que descubre Alicia en su deambular por el país de las maravillas. Algo así ocurre con este retrato de usos y costumbres bestiales que no es más que una visión de la vida más oculta de los animales.

Al tener niños como público objetivo, no faltan patrones arquetípicos, aunque no es el punto más destacado de este divertido relato vacuno de superación. A los responsables parece no importarles que vacas, con sus ubres y todo, sean machos. Esto puede desconcertar sobre todo a los pequeños. Incongruencia sí, pero al fin y al cabo se trata de una licencia más, como las que se han permitido los dobladores al castellano en su decisión de imponerle un acento gallego a un trío insólito formado por tres vacas (machos) locas.

Por momentos llega a ser algo excesiva por sus devaneos melosos. La historia rezuma moralina, no mucha, pero en cantidad suficiente para comprobar que es cosecha de El rey león. Aquí no es Simba el que busca el consuelo y el apoyo de su padre, perdido en el firmamento, pero Otis recuerda mucho al leoncito de la Disney en ciertas secuencias. Ya se sabe que de referencias vive el cine actual y este trabajo está repleto de ellas, aunque también abundan los momentos hilarantes proporcionados por un hurón deseoso de hincar el diente a un pollo pesimista. Divertida y recomendable.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

martes, octubre 24, 2006

Crítica: "Copying Beethoven"


Director: Agnieszka Holland
Intérpretes: Ed Harris, Diane Kruger, Matthew Goode, Phyllida Law, Nicholas Jones, Joe Anderson
Estreno en España: 20 de octubre de 2006

Le damos un 5,5

Lejos de constituir una biografía al uso, este melodrama humaniza al genio con una brillante interpretación de Ed Harris.

La capacidad creadora de un genio no tiene límites. Eso puede llegar a dificultar cualquier visión cinematográfica sobre su vida. Si el espécimen en cuestión merece entrar en la categoría que aglutina a los ‘atormentados y tocados por Dios’, el trabajo puede ser más costoso aún. Que se lo digan a Milos Forman, en el caso de Amadeus (sobre Mozart), y ahora a la polaca responsable de títulos como Europa, Europa, El jardín secreto y La heredera.

Decantarse por una parcela de una existencia tan compleja es tarea difícil. Las últimas etapas suelen condensar mayor número de matices. Quizá esta sea la razón por la cual Holland traslada a la pantalla los últimos meses de Beethoven pero lo curioso es que, en lugar de que el sea quien aporte su mirada personal, es su copista la que nos guía por la trama.

Puede ser esta una forma inteligente de desligarse de tanta presión, sobre todo en el caso de este compositor del que hay escasas películas, Amor inmortal con Gary Oldman es un ejemplo. La práctica que se le asigna a la actriz Diane Kruger como cicerone es la misma empleada por Carlos Saura, que nos relató en Goya en Burdeos los últimos años del pintor de Fuendetodos por boca de su hija.

Rodada con intensidad y apoyada en momentos con fuerte carga emocional, la película se sustenta gracias al trabajo que hace Ed Harris. Directora e intérprete se reencuentran después de Conspiración para matar a un cura y El tercer milagro, aunque es aquí donde ella le rinde pleitesía con un personaje caramelo para cualquier actor que se atreva con él.

Además de la lograda ambientación y el trabajo de los actores, poco se le puede pedir a esta ficción histórica, que podemos dar por cierta o no, y en la que echamos en falta algo más de emoción. En definitiva, un este acercamiento al gran Ludwig van Beethoven que nos sabe a poco.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

lunes, octubre 23, 2006

Crítica: "Pequeña Miss Sunshine"


Director: Jonathan Dayton, Valerie Faris
Intérpretes: Steve Carell, Toni Collette, Greg Kinnear, Alan Arkin, Beth Grant, Paul Dano, Abigail Breslin
Estreno en España: 20 de octubre de 2006


Le damos un 7

Explotando su etiqueta de filme de culto independiente, esta fábula con tono agridulce se posiciona como una de las sorpresas del año.

Su divertida historia acentúa nuestra imagen del mundo en que habitan raros llevados a la pantalla por cineastas como Todd Solondz (Bienvenidos a la casa de muñecas, Happinnes, Palíndromos) y cómics como Ghost World y American Splendor.

Cuando hablamos de la Norteamérica profunda nos imaginamos un mundo rural abanderado por el conservadurismo, comunidades cerradas e individuos obcecados en planteamientos de vida absurdos. Esta ópera prima parte de ahí, ofreciendo un retrato de personajes acabados que deben ayudarse los unos a los otros para escapar a la monotonía.

Son seres que aparentan ser corrientes, como los que pululan por las urbanizaciones de una más dramática American Beauty. La normalidad chocante es la base de este título donde no se cuenta nada nuevo: el motor viene dado por las ilusiones de una niña que moviliza a toda la familia con el fin de llegar al concurso que cambiará su vida. Es, como habrán comprobado, el típico relato del sueño por cumplir que luego no es tanto como se anhelaba.

No todo es belleza y popularidad. La destartalada camioneta en la que viajan hasta California es una perfecta metáfora. Es el mensaje que nos llega desde el principio, con unos personajes identificables y estereotipados en exceso, aunque certeros y jugosos. No hay trampa en todo el metraje, tampoco aspavientos. Aún así interesa este hilarante y moralizante fresco narrado a modo de película de carretera.

Sabido el destino –en ningún momento cabe duda de ello-, tan sólo queda disfrutar de los diálogos con chispa, algunos inverosímiles, muchos patéticos y, sin embargo, creíbles al salir de boca de una entrañable galería de monstruos que cuenta con el reclamo de haber arrancado aplausos en el último Festival de Sundance. Y con razón.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

Crítica: "A scanner darkly"


Director: Richard Linklater
Intérpretes: Keanu Reeves, Robert Downey Jr., Woody Harrelson, Winona Ryder
Estreno en España: 20 de octubre de 2006


Le damos un 6,5

Tras este atípico producto de animación se esconde un reparto de estrellas y un relato con la firma de un autor polémico para algunos y certero para muchos.

La puesta en escena nos presenta una especie de tebeo en movimiento donde los personajes parecen estar en continuo estado de levitación. El resultado no es gratuito ya que en los 100 minutos que dura nos acerca a la dictadura de una poderosa droga llamada Sustancia D.


El narcótico es la excusa para presentarnos seres que gravitan en un escenario mal perfilado y nos llevan por el estado alucinógeno y narcótico proporcionado por el cine. Tras plantear una intrincada investigación policial para derrocar una trama de narcotraficantes llegan los efectos secundarios: crítica a la falta de libertades en un mundo dominado por la video-vigilancia.

Llegados a su resolución da la sensación de que la trama es mínima y lo que hemos visto es una larga introducción y un mínimo desenlace poco esperanzador. No importa, tampoco el hecho de que Richard Linklater se convierta en una especie de Pepito Grillo. Experiencia tiene porque en su celebrada Walking life ya nos guió por el discutido terreno de los sueños apropiándose de apuntes filosóficos y empleando la técnica del "rotoscopio" (dibujado sobre películas de acción real) como nuevo modus operando en el campo digital. Vuelve a sorprender, de manera grata, el heterodoxo cineasta, responsable de las dispares Antes del amanecer, Después del atardecer y Escuela de rock.

Ante un abigarrado argumento con demasiados recovecos, un despiste puede ser fatal. No se lo recomiendo en este experimento –que ya no lo es tanto- porque incluso a aquel que se regodea de no perderse ni un detalle, el amigo Linklater conseguirá desubicarle. El ‘fenómeno sociológico’ de Gran Hermano hizo que muchos echaran mano de 1984, de George Orwell, por lo que A Scanner Darkly es un título original más por la forma que por la tesis que esgrime. Y contribuye a ello el empleo de una técnica de animación que acentúa el desquicie paranoide con que el novelista Philip K. Dick nos presenta su mundo en decadencia apocalíptica.

Texto escrito por
Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

Crítica: "En la piel de Jacques Chirac"


Director: Karl Zéro, Michel Royer
"Intérpretes": Jacques Chirac, Dominique De Villepin, Laurent Fabius, Lionel Jospin, François Mitterrand, Nicolas Sarkozy
Estreno en España: 20 de octubre de 2006


Le damos un 6,5

Cualquier parecido con la realidad no es pura coincidencia en este original, ameno y burlesco documental político.

La política puede ser muy divertida. Lo pone de manifiesto este recorrido por cerca de 40 años de carrera de Jacques Chirac, cuatro décadas que reflejan también la historia reciente de Francia, incluidas las molestas consecuencias para el gobierno del Contrato Primer Empleo y las revueltas callejeras del pasado año 2005.

No hay intromisión en la vida privada por lo que este trabajo no es censurable. Dicen sus responsables que el guión estaba prácticamente hecho, que ellos sólo debían decantarse por dotar de una estructurar tanta información. Escogieron la fórmula del decálogo del buen y perfecto líder político. Se explaya como si estuviera entre amigos, se dan apuntes sustanciosos acerca del europeismo o no del protagonista, su opinión sobre la entrada en el Mercado Común de España y Portugal y su relación con el Vaticano y jefes de estado y de gobierno internacionales.

Si nos dejamos llevar por la narración de hechos montada por los realizadores Karl Zéro y Michel Royer, avalados por su trayectoria en televisión, descubrimos que Chirac es uno de los mejores actores de todos los tiempos. En nuestro ánimo queda la creencia o no en todo lo que se nos cuenta. Somos mayorcitos para saber que en la trastienda de la política existe un entarimado cínico, duro y cómico al mismo tiempo.

Hace unos meses llegó a nuestras pantallas ¡Viva Zapatero!, documento satírico creado por Sabina Guzzanti. El demoledor contraataque, o mejor dicho, defensa contra el Berlusconi de turno, era un ejercicio sobre la falta de libertad de expresión en la vecina Italia. A diferencia de aquella, que mostraba la realidad sin manipulación alguna, a la cinta gala no le falta sarcasmo y mucho sentido del humor a partir del corte y confección, y una lograda declaración de intenciones, la única parte de ficción en términos estrictos.

Una recomendación: estos 90 minutos en la piel de uno de los hombres más poderosos del mundo occidental deben verse en V.O. para que la socarronería no quede en saco roto.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

Crítica: "Hijos de los hombres"


Director: Alfonso Cuarón
Intérpretes: Clive Owen, Julianne Moore, Charlie Hunnam, Michael Caine, Chiwetel Ejiofor, Gary Oldman, Peter Mullan, Danny Huston, Claire-Hope Ashitey, Pam Ferris, Oana Pellea
Estreno en España: 20 de octubre de 2006


Le damos un 8

En continuo y agobiante equilibrio entre la esperanza y la agonía, este intenso trabajo nos avisa de que el tan anunciado mañana ya está aquí.

El inicio, vibrante y conciso, nos da las claves de lo que veremos: un Londres de 2027 similar al actual... a priori. El habilidoso Alfonso Cuarón nos introduce en la apabullante historia con pocos planos y nada de artificios digitales innecesarios. No necesita más que unas rápidas y certeras panorámicas y algún que otro documento informativo que bien podría emitirse por la televisión actual.

Rodada con intensidad y buscando el tono real en todo momento, la película nos asesta un duro golpe, a nosotros que estamos plácidamente sentados en una butaca y lo que vemos nos parece lejano. El fin de la humanidad ya no está en manos de alienígenas ni es cosa de robots. Puede que tampoco muramos por un gran terremoto o el impacto de un meteorito; nosotros seremos los culpables y lo terrible es la tranquilidad con que lo vemos.

Al igual que V de Vendetta y 28 días después, la inquietante Hijos de los hombres se ambienta en Londres, una capital occidental donde no extraña que el fenómeno de la inmigración se lleve a consecuencias bestiales, en un paso más allá del dado por Michael Winterbottom en la también indispensable Código 46. No nos olvidamos de los guiños al terrorismo y la manipulación de los ciudadanos como títeres a manos de los gobernantes. Esta fábula lo engrandece todo pero está narrada de una manera tan creíble que asusta. Es más, hasta podemos imaginar el final, porque no necesitamos respuestas a los interrogantes planteados.

La cámara en mano no deja de rodar durante minutos que se hacen eternos. Son los llamados planos-secuencia que, apoyados en el sonido atronador, contribuye a que tengamos la sensación de estar dentro de una terrible aventura simulada. Clive Owen (Closer, Sin City, Plan oculto) y la convincente Clare-Hope Ashitey son nuestros guías por este mundo a veces poético y siempre tremendo, fotografiado de manera triste y expresiva, con tonos grises y azules. El colorido viene dado por las medidas interpretaciones de Michael Caine y Julianne Moore. Aportan el punto de comicidad necesario para que la tragedia tenga más valor.

No pasó por mis manos el libro homónimo de P.D. James, pero me han comentado que cualquier parecido con él era pura coincidencia. Ratifica nuestra idea de que estamos ante dos formas de expresión diferentes. En cuanto a la sustancia, no es que el texto tuviese más contenido filosófico y humanístico, sino que Cuarón apuesta por el suspense y acción, armas fílmicas que contribuyen a que el mensaje llegue casi sin avisar y el bofetón sea más sonado. Una vez en casa, reflexionaremos a partir de las réplicas del terremoto visual que hemos vivido.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

miércoles, octubre 11, 2006

Crítica: "El laberinto del fauno"


Director: Guillermo del Toro
Intérpretes: Ivana Baquero, Sergi López, Ariadna Gil, Maribel Verdú, Álex Angulo, Doug Jones, Roger Casamajor, Sebastián Haro, Mina Lira, Federico Luppi, Ivan Massagué, Chema Ruiz, Manolo Solo, Milo Taboada

Estreno en España: 11 de octubre de 2006

Le damos un 9

Película fantástica en sus dos lecturas, la segunda entrega del ciclo iniciado con El espinazo del diablo promete lirismo crudo y dos horas de entretenimiento con sustancia.

A modo de fábula cruel, este magnifico ejemplo de un género denostado se envuelve en poesía producto de la suma de metáforas y guiños. Acuciada desde una visión infantil, casi inexperta y por ello curiosa y atrevida, la fábula se aleja de lo idealizado para entrar en un decadente y obsoleto reino del que no debemos perder detalle.

Como un niño el director de la notable Cronos juega a engañarnos con tanto realismo que nos convence. Toma las claves de la fantasía sin que parezca que confecciona un traje a partir de retales. Cumple con el decálogo de normas y he aquí una muestra: salta de un lado a otro del espejo con soltura, cuenta con una pequeña guía temeraria y atrapa la oscuridad narrada en los límites de una identificable la primera posguerra española. Y no falta la ‘madrastra’, convertida en un malísimo militar.

Si ya convence en trabajos donde desaparece la marca de autor, en uno donde ha volcado tanto amor y terror, no podía fallar: exprime la belleza plástica de los aspectos más crudos y feos de la realidad paralela que no envidian a los del mundo real. A los dos lados hay sombras aunque no son las responsables de nuestros sustos: El honor está reservado a los personajes que sustentan la historia, tremendamente reales, y causantes de más miedo. Confía en 4 actores convincentes sacados de papeles habituales y concede visado a nuestra imaginación, que da para vincular monstruos mitológicos a fascistas. Ese ancla al mundo real es lo que más nos perturba de este cuento de hadas para adultos aunque una expresiva y joven actriz nos guíe entre tinieblas y decadencia.

Confesa su adoración por el estudio de la Guerra Civil, el cineasta también revela el influjo de Goya y su paleta de colores tétrica y angustiosa. Ha sido capaz de homenajear al de los desastres y pinturas negras y emparentarlo con el Kubrick de El resplandor, aunque es Dorothy, la del mundo de Oz, quien puede acabar descuartizada en un remoto bosque de la España fracturada de los años 40. Referentes no faltan, pero la maestría reside en que sean sólo nexos a nuestra cultura fílmica y literaria y no burdas copias.

El responsable de las comerciales Mimic y Hellboy da a los maquis la notoriedad que sólo otorgaron cineastas patrios como Julio Sánchez Valdés en Luna de lobos (a partir de la novela de Julio Llamazares) y Montxo Armendáriz en Silencio roto. Los guerrilleros reaparecen convertidos en sombras del bosque visitado por la niña especial que podría ser compañera de juegos de la Wendy amiga de Peter Pan, y Alicia, asidua al país de las maravillas.

Del Toro consigue recuperar esas hadas que existen sólo cuando eres niño. Las viste de malicia, emparentándolas con los malos oficiales que se inclinan a la derecha y nos hacen retorcer de angustia. Maniqueísmos consentidos a un lado, les invitamos a que entre al laberinto sin riesgo de perderse ya que es visible sólo para nosotros, que sabemos donde mirar siempre y cuando estemos guiados por el cicerone adecuado. Y Guillermo lo es.

Texto escrito por
Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.