lunes, noviembre 20, 2006

Crítica: El ciclo Dreyer


Director: Álvaro del Amo

Intérpretes: Elena Ballesteros, Pablo Rivero, Ruth Díaz, Fernando Andina, Isabel Ampudia

Estreno en España: 17 de noviembre de 2006

Le damos un 5

Este cómico retrato de la España de los 60 podría gozar de buena salud sin no se presentase como drama con tintes cinéfilos y el humor aflorase sin pretenderlo.

Su anterior película, Una preciosa puesta de sol, ponía en liza la labor de Álvaro del Amo como guionista: podemos estar equivocados en nuestro concepto de cine o, por otro lado, que sea él quien se complica de manera innecesaria al trabajar historias como ésta, que provocan la risa en momentos en los que la fatalidad debería embriagarnos.

Folletín sin ritmo, con dilemas absurdos. Con esas lindezas me presentaban unos compañeros la película, vista de manera inexplicable en la sección oficial de un festival como la Seminci vallisoletana, cuyos organizadores se esmeran a la hora de seleccionar sólo lo mejor para su escaparate principal. Una lástima que este año errasen y, más triste todavía, que la reseña llegase una vez terminada la proyección.

Lejos del título cinéfilo, las múltiples referencias a la obra del danés Carl Theodor Dreyer hacen mucho ruido pero aportan más bien poco, con la salvedad de alguna secuencia rodada al más puro estilo del responsable de Gertrud y Ordet. Pretensiones a un lado, y por si no fueran suficientes para hundir sin ayuda El ciclo Dreyer, los aires novelescos de guionista de tercera embadurnan el dudoso homenaje a los jóvenes que a finales del franquismo cultivaban sus inquietudes culturales, religiosas y amorosas.

El reparto está integrado por un cuarteto de rostros que, una vez conocidos por todos gracias a la pequeña pantalla, han ido apareciendo en las salas de cine con mayor o menor fortuna. Destacan Elena Ballesteros (que debería ser recordada por El lugar donde estuvo el paraíso) y Ruth Núñez (más televisiva que nunca gracias a Yo soy Bea), y por momentos convence Fernando Andina (El comisario) en la piel de un cura sosainas. Todos, también Pablo Rivero (Cuéntame) con su aire ‘pedantón’, ponen más ilusión que esfuerzo.

Las interpretaciones resultan forzadas, poco creíbles por culpa de un guión en el que predominan diálogos impostados e innaturales. Lo que para unos puede ser un libreto cuidado para la gran mayoría es un conglomerado demasiado rígido, sin vida en el guión y encajonados y carentes de emoción real al salir de boca de los actores. A estas alturas, con la cartelera llena de trabajos recomendables y con las entradas de cine tan caras, los buenos propósitos no bastan para sustentar una película.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

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