domingo, octubre 07, 2007

Crítica: Padre Nuestro

Director: Christopher Zalla
Intérpretes: Armando Hernández, Jorge Adrián Espíndola, Jesús Ochoa, Eugenio Derbez, Paola Mendoza
Estreno en España: 5 de octubre de 2007

Le damos un 6,5

No deje pasar la oportunidad de adentrarse en un mundo lejano aunque familiar por medio de una película que se sustenta en la anécdota particular y nos anticipa la cruda realidad.

Es Nueva York lo que vemos, pero es muy diferente al que nos tienen acostumbrados: la ciudad de las oportunidades se muestra desde una óptica inmigrante, limpia en recursos, y por medio de cuatro destacables interpretaciones desgarradas y muy duras.

Lo interesante de esta producción atípica sobre los que no tienen más que su trabajo para sobrevivir en un mundo hostil es tanto la forma como el fondo. Las carencias de una ópera prima se suelen cubrir con un buen planteamiento, una honrosa realización y un final que cumpla las expectativas creadas.

El debut de Christopher Zalla pasa esas tres evaluaciones y aprueba con nota el examen final porque no cae en lo pretencioso ni en lo previsible. Después de bajar a los infiernos más de uno decide quedarse entre los diablillos incluso teniendo la oportunidad de aferrarse a la mano de un ángel. Después de esta frase y teniendo presente la obviedad religiosa del título, puede pensar que estamos fomentando seguir el camino del buen cristiano...

No es así, sólo pretendemos que quiera continuar un camino, sí, pero por el que nos guía este debutante, un itinerario que discurre con lógica y sorpresas que enriquecen el viaje. Un ejemplo lo encontramos en la búsqueda del padre: tiene peso ese anhelo de encontrarse con el progenitor debido a la importancia de esa figura en la educación de un hijo (y ahí entran también los sueños del que abandona la ciudad mexicana de Puebla), pero no recae aquí todo el peso del metraje.

No contaremos nada acerca del argumento, merece la pena tomar el punto de vista del trío de protagonistas jóvenes y adentrarse en la noche neoyorquina, en la otra, la que no vemos con nuestros propios ojos.


Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

Crítica: La señal

Director: Ricardo Darín y Martín Hodara
Intérpretes: Ricardo Darín, Diego Peretti, Julieta Díaz, Andrea Pietra, Vando Villamil, Carlos Bardem.
Estreno en España: 5 de octubre de 2007

Le damos un 6,5

Un título de cine negro, hecho en Argentina y tamizado por el gusto del espectador del siglo XXI: honrosa resulta esta experiencia aunque puede que no acabe de convencer como película redonda.

Lo cierto es que a veces somos demasiado exigentes y nos dejamos llevar por análisis presuntuosos y recargados. Estos adjetivos no podemos aplicarlos al trabajo de Martín Hodara y Ricardo Darín, los directores, así que huiremos de críticas pedantes en las que se alaba el cine de género después de destrozar cualquier intento de mostrar algo novedoso.

Diferente, nueva... Así es esta cinta que no pudo ver terminada su promotor, Eduardo Mignogna. Es una historia escrita por él con maestría y trasladada a imágenes después de ser apuntalada gracias a los patrones más clásicos aunque aprovechando todos los recursos técnicos y artísticos que proporciona el cine a día de hoy. El tufillo a cine de época está presente en todo momento, aunque Diego Peretti y Julieta Díaz –sin llegar a ser la 'femme fatale' que pretende-, además de Darín en su faceta como actor, consiguen imprimir un leve soplo de aire fresco a sus interpretaciones.

Como experimento está bien, sobre todo conociendo los condicionantes que han determinado el resultado, pero quizás como película, y sacando nuestro lado más severo, le falte algo: puede que aligerar una historia un tanto enrevesada, evitar ciertas bajadas de ritmo... Lo mejor, sin duda alguna, la interpretación, también la fotografía y la ambientación en general: regresar al Buenos Aires de 1952 no debió ser tarea fácil para los responsables de esta atípica ópera prima. Merece la pena acompañarles.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

sábado, octubre 06, 2007

Crítica: Siete mesas (de billar francés)

Director: Gracia Querejeta
Intérpretes: Blanca Portillo, Maribel Verdú, José Luis García Pérez, Amparo Baró, Lorena Vindel
Estreno en España: 05 de octubre de 2007

Le damos un 8,5

El universo de Gracia Querejeta se amplia con una nueva muestra de cine íntimo, sencillo y reconfortante y eso que Maribel Verdú y Blanca Portillo se enfrentan a dos de sus papeles más duros.

Pocos cineastas apuestan por dar una bofetada tan certera, desbaratarlo todo y, al momento, volverse a ocupar de las cosas pequeñas, de los detalles, de las emociones. Intercalar situaciones cotidianas con momentos de gran intensidad dota de una particular riqueza al relato.

Si no se tiene un pulso firme, tantos altibajos pueden llegar a desconcertar, haciendo intransitable un camino con curvas muy cerradas. Maneja bien el asunto Gracia Querejeta y echa millas. Tanto ímpetu es arriesgado pero conlleva una recompensa y la que recibe Querejeta –aunque el regalo nos lo hace a nosotros- es el honor de haber hecho una de las películas más sinceras de los últimos años. El quinto viaje emocional de la guionista y directora resulta sencillo, está narrado sin grandes brusquedades, penetra con suavidad y eso que el poso que nos deja, aunque con pinceladas de humor, no es fácil de tragar.

Juega con un valor, el de la cercanía, y lo deconstruye: los personajes que perfila son gente como usted, como yo, son personas que se reúnen en torno a un proyecto y se ilusionan. Se desgastan y recuperan fuerzas, avanzan y luego caen, pero se levantan... Esa lucha por seguir adelante, a veces solo, mejor en compañía, marca la obra de esta mujer que tiene mucho que contar y que a veces confía en un observador externo, como David Planell (con quien firmó Héctor), antes de servirnos en bandeja el resultado final.

Blanca Portillo y Maribel Verdú se baten en duelo, el espectador es quien debe juzgar sus interpretaciones. Desde aquí pensamos que salen indemnes, que las dos se presentan como supervivientes. Es la tónica general en el cine de la madrileña, acuérdense del enfrentamiento entre Mercedes Sampietro y Adriana Ozores en Cuando vuelvas a mi lado, de la que destacamos todo: Marta Belaustegui, la intensidad, Julieta Serrano.... Al igual que aquella, esta cinta que transmite realidad no es una más: es altamente recomendable para todos los que alguna vez nos hemos sentido un poco abandonados y gracias a una mano amiga, o al cine de Gracia Querejeta, hemos salido adelante.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

domingo, septiembre 30, 2007

Crítica: Líbero

Director: Kim Rossi Stuart
Intérpretes: Barbora Bobulova, Stefano Busirivici, Alberto Mangiante, Alessandro Morace, Marta Nobili, Tommaso Ragno.
Estreno en España: 28 de diciembre de 2007


Le damos un 8

Una ópera prima cercana, concreta e inteligente, así es el debut en la dirección de un actor que convive con la necesidad de contar historias que, desde la sencillez, atrapan incluso al espectador más elitista.

Cuando se estrena una producción de nuestros vecinos, no sé ustedes, pero siempre pienso en todas las otras cintas que se han quedado en el camino, así que hasta cierto punto es comprensible que todas las películas de factura italiana que nos llegan presenten un notable nivel de calidad.

Este mosaico de sentimientos reconstruido por un pequeño avispado y entrañable entronca con una nueva forma de comunicar que se está dando como ligero contraataque al cine de consumo masivo: el actor Kim Rossi Stuart tiene las ideas claras y cuenta con los mecanismos precisos, además de la experiencia necesaria –curtirse a las órdenes de otros le ha servido-, para poner en pie un relato que articula elementos cotidianos, narrado desde la sencillez de planteamiento y sin las ínfulas de muchos que se creen que han nacido sabiendo.

Sólo es necesario huir de la pretensión y tratar al espectador como un igual, y no como un mero consumidor que olvida con rapidez, para entrar en el selecto club al que ya pertenecen los hermanos Ulloa, Sánchez-Arévalo y, desde luego, veteranos como Icíar Bollain, Manuel Poirier, Nanni Moretti y Gracia Querejeta -por reducirlo al arco mediterráneo-. Líbero es otro ejemplo de cómo hacer cine partiendo de una idea concisa para no perderse en subterfugios emocionales de los que cueste salir o recargar el metraje con adornos innecesarios.

Aquí importa la palabra bien dicha en el momento oportuno, la fuerza hipnótica de una mirada, el valor de un silencio... La película elude la lágrima rápida, el componente melancólico que suele edulcorar de manera innecesaria. Se agradece que el padre de la criatura no recurra a lo fácil y por otro lado juegue con nosotros colocándonos siempre en el filo, al borde del precipicio, con pequeñas pruebas y desafíos.

Volviendo a nuestra teoría sobre lo que llega o no a las pantallas comerciales, el problema no es que haya poca permeabilidad en nuestra industria de cara al cine italiano, sino que a los dueños del cotarro cada vez les interesa menos una historia cercana, sencilla y bien relatada. Por desgracia y, salvo excepciones, es algo inherente a todas las cinematografías del Viejo Continente.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

sábado, junio 30, 2007

Crítica: Nuevo Mundo

Director: Emanuele Crialese
Intérpretes: Vincenzo Amato, Charlotte Gainsbourg, Aurora Quatrocchi, Francesco Casisa, Filippo Pucillo

Estreno en España: 15 de junio de 2007

Le damos un 8,5

Como si de Homero se tratase, el director de Respiro presenta una loable producción que le tuvo que dar más de un quebradero de cabeza. Al final, todo esfuerzo tiene su recompensa.

Los viajes siempre hacen mella en el individuo. Esa muesca vital puede ser más o menos profunda, en función de la carga –emocional o física-, los compañeros de andanzas, el coste que conlleva, las ilusiones depositadas en lo que es algo más que un trayecto...

Lleva a Ítaca siempre en tu pensamiento, llegar a ella es tu destino. No apresures el viaje, mejor que dure muchos años... Que le digan esto a los personajes que dibuja Emanuele Crialese, una suerte de pequeños héroes mediterráneos que afrontan el éxodo más duro de su vida, el que a comienzos del siglo XX llevó a millones de europeos a Estados Unidos: algunos consiguieron franquear las puertas de tan ansiado paraíso, otros sucumbieron en el intento de hacer realidad su sueño.

El sueño, siempre presente en la vida del hombre. No resulta extraño que una constante pincelada de ensoñación e irrealidad embadurne todo el metraje. Es lo que conlleva que a uno le adscriban al realismo mágico y, además, no escatime en esfuerzos para corroborarlo. El drama resulta de esta manera más liviano, aunque en ningún momento se atisba el toque empalagoso y cómico de La vida es bella.

Crialese está, desde luego, más cerca de Manoel de Oliveira y, sobre todo, de Theo Angelopoulos, pero no se olvida de que el humor negro, el sarcasmo, la ironía, suavizan un hecho, aunque no resta amargura. A ello contribuye el selecto reparto, con la impenetrable (casi siempre) Charlotte Gainsbourg y Vicenzo Amato a la cabeza: creíble, mucho menos histriónico (y cansino) que su compatriota Roberto Benigni, y heredero del porte de los 'tipos normales' populares gracias al neorrealismo italiano.

Con profusión se recrean detalles de la angustiosa aventura en la que se embarca una familia de sicilianos, mezclando cuadros casi cómicos con desgarradoras secuencias que ponen de manifiesto la supremacía de los que tienen la sartén por el mango siempre y los que la cogen de vez en cuando, siempre que los que mandan quieran sacar algún beneficio de ello.

Si no le pone de los nervios el viaje claustrofóbico con sustancia y el severo retrato de las injusticias sociales, aquí tiene este billete de ida al buen cine. Es densa, sí, pero esta Odisea contemporánea, premiada en Venecia, merece la pena.
Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

Crítica: Un engaño de lujo

Director: Pierre Salvadori
Intérpretes: Audrey Tautou, Gad Elmaleh, Marie-Christine Adam, Vernon Dobtcheff
Estreno en España: 15 de junio de 2007

Le damos un 6,5

Dar muchas puntadas sobre el mismo sitio puede resultar cansino, pero con pequeñas innovaciones puede conseguirse el preciado objetivo: hacer una cinta diferente dentro de su aparente normalidad.

Es lo que ocurre con la última película del director de Los aprendices y Usted primero, historieta confeccionada a partir de retales recurrentes, graciosillos, aunque muy bien realizada, centrándose en los personajes, llenos de contrariedades y ocurrencias.

Mucho ha hecho la industria francesa por salvaguardar un género considerado menor en otras cinematografías, aunque sea uno de los que más dinero recaude en taquilla. Sí, lo han adivinado, se trata de una comedia sutil, a veces banal, llena de guiños fácilmente exportables y elevada, entre otros, por Francis Veber (La cena de los idiotas) y, por supuesto, Pierre Salvadori.

Si quieren pasar un rato entretenidos, no vayan pidiéndole demasiadas cuentas a este cineasta, él ya ha cumplido con su parte del trato: una historia que nos lleva a fiestas en las terrazas más selectas de la Costa Azul, una pareja protagonista equilibrada y convincente y un buen montón de personajes que animan el cotarro.

Asegura el director que escribió los caracteres principales pensando en Gad Elmaleh, al que ya han bautizado como el Búster Keaton galo, y Audrey Tautou, que se despoja del 'aire Amelie', aunque no elude darse unos toques de la fragancia patentada por Audrey Hepburn. La película se alza sobre sus interpretaciones y en las idas y venidas de dos tipos que aparentan ser lo que no son, algo que funciona, al menos para el espectador.

Lo dicho, una divertida propuesta para reírse durante un buen rato con estos avispados cazafortunas retratados sin histrionismo, sin exageraciones que acaban dinamitando nuestra estancia en la sala de cine.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

Crítica: Ladrones

Director: Jaime Marques Olarreaga
Intérpretes: Juan José Ballesta, Maria Valverde, Patrick Bauchau, Maria Ballesteros, Carlos Kaniowsky, Christian Sampedro
Estreno en España: 22 de junio de 2007


Le damos un 6,5

En el farragoso terreno de las primeras obras destaca una cinta diferente. Así es esta película, sobre todo por el halo de sobriedad preciosista que incide en el goce estético.

Un placer mayor cuando comprobamos que todo el metraje se sustenta en dos figuras, las de dos de los actores con más tirón de nuestro cine y a los que la cámara y el público quieren mucho.

Es verdad que el espectador que acuda a verla saldrá con la idea de que su vista ha tenido un regalo gracias a la más que ‘criminal’ química existente entre Juan José Ballesta y María Valverde, que han dejado de ser valores en alza para convertirse en apuestas seguras.

Una fotografía potente realza la belleza de sus protagonistas y da una nueva vuelta de turca al cine negro, aunque el género policiaco se muestra aquí con ribetes luminosos. Es lo primero que nos atrae de este relato, estructurado a partir de una sugerente y rítmica combinación de planos limpios y estudiados y diálogos medidos que destacan sobre tantos silencios, también milimetrados.

El debutante Jaime Marqués aprueba con nota. Lo hace después de exprimir a sus ideólogos en la materia: Jean-Luc Godard, Robert Bresson, Won Kar-wai, Sam Fuller… Aún así, a esta historia le falta empaque, para que el envoltorio no destaque más que su contenido, como a veces ocurre con ciertas películas llegadas del Lejano Oriente.

Quizás el problema resida en que el aire de tragedia –la pérdida de referentes paternos- sólo impregne la columna argumental sobre la que se disponen las vértebras, es decir, los recuadros anecdóticos, el día a día de dos raterillos elegantes y estilosos. Como toda la película en su conjunto, a pesar de las posibles pegas.

Texto escrito por
Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

Crítica: Café solo... o con ellas

Director: Álvaro Díaz Lorenzo
Intérpretes: Alejo Sauras, Lucía Jiménez, Asier Etxeandia, Elena Ballesteros, Inma Cuesta, Diego París, Javier Rodino, Terele Pávez
Estreno en España: 29 de junio de 2007

Le damos un 4

Sin más pretensiones que hacernos pasar un rato divertido, esta comedia facilona nos deja al descubierto la verdadera esencia del joven español. Menos mal que todo es ficción... ¿Todo?

No entremos en discusiones ni polémicas, dejemos a un lado eso de que 'dime con quien andas...'. Se trata de un aforismo hecho que no vamos a aplicar al padre de esta criatura.

Le suponemos buen cineasta porque ha recreado un panorama que nada tiene que ver con la realidad, ya que su viaje al mundo de los niñatos roza en algunos momentos la desfachatez y la grosería, con muchos paradigmas del mal gusto.

Aún así, más de uno se sorprendió al verse reír en el cine, durante la proyección. Es, lo que suele decirse, un actor reflejo a los 'golpes' de humor. Los tiene, algunos demasiado bestias, pero no les voy a engañar: el chiste fácil hizo mella en un servidor, vamos, que no se durmió por tanto asco. También en el caso de los malagueños, que alzaron la película: Premio del Público, nada más y nada menos, en el último festival de cine español.

Hay que saber lo que uno va a ver. Y seguro que, si ha elegido esta cinta, es porque quiere ver hasta qué punto los guionistas españoles pueden emular a los padres de American Pie, los 'albóndigas' del siglo XXI: ellos son bastante estúpidos, ellas se salvan de la quema, aunque quedan como mero objeto de deseo. Ah, y el menos estúpido, es decir, el rey de los estúpidos –haciendo caso al refrán-, acaba siendo el mayor tontorrón por culpa del amor o el enamoramiento.

Situaciones tópicas, un guión bastante facilón y unos convincentes actores –y aquí no sacamos a relucir la ironía- conforman el arriesgado aunque previsible debut de un cineasta que, una vez demostrado que puede llevar a buen puerto un proyecto como este, debe retornar a otros mares más complicados.

Al menos, el responsable de esta película acierta en algo: dulcificar la realidad porque, en caso contrario, no nos parecería ficción. Aunque, quédense tranquilos: los que se acercan a los treinta no son tan descerebrados, todo lo opuesto a lo que nos muestran en esta cinta que honra al patetismo pero que, en el fondo, se deja ver.

Texto escrito por
Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

Crítica: Los climas

Director: Nuri Bilge Ceylan
Intérpretes: Ebru Ceylan, Nuri Bilge Ceylan, Nazan Kesal, Mehmet Eryýlmaz, Arif Asçý, Can Özbatur

Estreno en España: 29 de junio de 2007

Le damos un 8,5

Los detalles cobran fuerza y articulan un relato apoyado en la cercanía y en la comunicación no verbal desde la expresividad más absoluta. Y todo envuelto por una atmósfera sosegada.

Hay quien opta por eludir la realidad cuando se pone detrás de un visor. Otros, como el turco responsable de Lejano (Uzak), se decanta por captar el mundo que le rodea y plasmarlo sin interferir en esa comunicación: sencilla, limpia y nada prepotente.

El cineasta acota con el encuadre, por supuesto, pero Nuri Bilge Ceylan otorga primacía a la idea de mantener el tono realista por encima del resto de elementos. Da la sensación de que el autor hubiese ascendido a un estrato superior en el que las miradas, la atmósfera, valen más que cualquier diálogo superfluo.

Viendo este devenir por paisajes emocionales, geográficos y climatológicos, tenemos la sensación de estar entrometiéndonos en la vida de dos personas reales, la pareja protagonista, que lo es también en el día a día. La naturalidad tiene un coste y ese ha debido ser el complicado proceso de rodaje, ya que estar a un lado y otro de la cámara no es tarea fácil. Aún así, el turco da la sensación de que nos pasa las fotografías de su álbum de vida, pero es ficción, no crean lo contrario.

Los climas recibe un tratamiento basado en la sensibilidad, casi se palpa el buen gusto con el que está rodada. Sólo hay un par de escenas algo subiditas pero orquestadas a partir de una certera composición y recogidas con maestría, por medio de largos planos secuencia que nos retornan a nuestro lugar como mirones: al fin y al cabo, sin desentonar, entroncan con ese dar rienda suelta a los deseos más profundos, un acto que puede jugarnos malas pasadas.

Nada pretenciosa, un pelín exasperante en algún momento del metraje –aunque todo está fundado-, la película puede actuar de espejo ya que no será difícil vernos reflejados en ella, atentos si no a su origen: desde el Mediterráneo oriental nos llega esta interesante propuesta para que, en una tarde tormenta, nos seduzcan con las cosas que no se cuentan.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

Crítica: 28 semanas después

Director: Juan Carlos Fresnadillo
Intérpretes: Robert Carlyle, Rose Byrne, Jeremy Renner, Amanda Walker, Shahid Ahmed, Cathercine McCormack
Estreno en España: 29 de junio de 2007


Le damos un 7,5

Fresnadillo afronta el reto de continuar un producto y no sólo lo exalta sino que lo enriquece, huyendo de los típicos guiños del cine de terror y, en especial, vísceras y sangre.

Su óptica le ha llevado a relatar el ansia de seres infectados por un virus letal, un drama que viene de lejos. El principio de una catástrofe tiene su continuación, pero avisamos, que luego nos cae el chorreo: no es apta para todos los gustos, mucho menos si hablamos de los más refinados. Es cierto que para aguantar el metraje de esta cinta, aún cerrando los ojos, hay que tener estómago, pero a quien le guste el cine con ritmo, los sustos y el corte epidemiológico, sí que lo puede "disfrutar".

Finales de 2001, Intacto daba la sorpresa: un guión con enjundia, una metódica realización y actores como Mónica López y Leonardo Sbaraglia, bailando al son que les marcaba un director novel. Él no lo sabía, pero no tendría que pasar mucho tiempo para que los ojos del iconoclasta Danny Boyle se fijasen en un director de orquesta que lo mismo nos introduce en el rock más duro que nos deleita con sones de nueva era y huye de los tópicos manidos del cine de terror, desde los 70, destinado a un consumo adolescente.

Sólo él podía hacerse cargo de una historia catastrofista planteada desde el vértigo, el verismo y el ritmo de videoclip. Terror de autor es lo que propone este cineasta que, dignificando el campo sembrado de secuelas, maneja la técnica y encumbra el cine más comercial hasta las cimas del sello propio y de calidad. A lo largo de 100 minutos no deja de asombrarnos la estudiada fotografía aérea de Londres, en cada plano nos advierte de la inmensidad del vacío, del desasosiego. Y es sólo un ejemplo de lo que consigue, sin entrar en paralelismos con la realidad y apocalípticas visiones de lo que nos espera.

Era incondicional de 28 días después (estrenada en 2002), y se nota la devoción al no masacrar su esencia, algo impuesto por otro lado. Cierto es que ya la primera parte, original, lo que se dice original, no era. Basta echar un vistazo a títulos de serie B ya clásicos como El último hombre vivo sobre la tierra y La noche del cometa. A partir de esa premisa, ya podemos lanzarnos a elogiar este ejercicio desagradable, desmedido, desconcertante y, me atengo a las consecuencias, más que convincente en sus tesis.

Es cierto que le cuesta cerrar la historia o quizás no se lo planteó en ningún momento. Siendo así, hay quien no la hubiese dejado abierta de manera tan descarada, pero agradecemos que no nos tome por tontos, que no insulte a nuestra inteligencia como espectadores, aunque es verdad que a medida que avanza el metraje pierde fuelle tanto ímpetu y acaba diluyéndose en pos de una resolución tan pobre como correcta.

Se le perdonan los descuidos en el guión por esa búsqueda de la veracidad en lo que parece más un documental ficcionado que un relato de ficción al uso. Si lo que quería era innovar y aportar sustancia al género de terror, combinado eso con una excelente banda sonora y unos planos cuidados que encierran coreografías de lo más salvaje, sin olvida la cámara rabiosa, Juan Carlos Fresnadillo lo ha conseguido.

¿Cómo rodaría este autor un cuento íntimo, sin necesidad de efectos especiales, con todo más a mano? Nos lo cuestionamos después de ver el tono que impregna a un producto tan deliberadamente comercial. Es más, ojalá el próximo proyecto le lleve a un cambio de registro para confirmar, por si a alguno le quedan dudas, que estamos ante una de las más inteligentes miradas del cine europeo. De autor, sí.

Texto escrito por
Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

sábado, junio 16, 2007

Crítica: Bajo las estrellas

Director: Félix Viscarret
Intérpretes: Alberto San Juan, Emma Suárez, Julián Villagrán, Violeta Rodríguez, Luz Valdenebro, Amparo Valle
Estreno en España: 16 de junio de 2007


Le damos un 8

Una ópera prima es una aventura de la que puedes no salir indemne. También puede darse el caso contrario, encumbrarte hasta las cotas más altas del cine.

Si además se trata de un cine menos convencional, alejado de las propuestas más comerciales y vinculado con un ejercicio de autor, sin que llegue a serlo, el triunfo tiene mucho más mérito.

Es lo que le ha ocurrido al debutante Félix Viscarret, un padre que premia y castiga a sus hijos, sus personajes, con mano férrea y certera, bajo la atenta mirada del padrino de los niños, Fernando Trueba, que aquí hace las veces de productor.

Viscarret ha optado por contarnos, a modo de fábula naturalista que destila melancolía y sarcasmo, con socarronería y mucha desfachatez, una historia de perdedores que se guardan un as en la manga para darnos una grata sorpresa. Para ello se basa en El trompetista del Utopía, de Fernando Aramburu, y confía sus personajes principales a actores sólidos que entran al trapo en esta comedia atípica por rozar la fibra sensible, llamar a las cosas por su nombre y confrontar personalidades muy ricas en matices. Casi nada.

La cinta está ambientada en una Estella (Navarra) que parece haber salido de una realidad paralela, anclada en un tiempo del que poco sabemos, a pesar de que sean personajes contemporáneos a nosotros. Se alzó con la Biznaga de Oro en el décimo Festival de Málaga y con razón: sólo tenía papeletas para hacerle sombra Pudor, otra primera obra, de los hermanos David y Tristán Ulloa y también basada en una novela, de Santiago Roncangliolo.

Asombra la naturalidad con la que Alberto San Juan afronta el papel de un tipo desengañado de la vida que bien podría haber sacado a relucir su lado más desagradable. Todo en él es digno de valorar, hasta su 'puerquita', la forma afectuosa con la que se refiere siempre a Violeta Rodríguez, la hija de Emma Suárez en la ficción, en quien encuentra su particular alter ego. Nos falta el cuarto en discordia, el hermano de la criatura, Julián Villagrán, quien ha dado muestras de su valía desde que se dio a conocer en otra comedia agridulce: Carlos contra el mundo.

La chatarra de la sociedad nos llega destilando poesía y con el aspecto de estos seres, desahuciados por todos aunque ricos en espíritu. Están solos bajo las estrellas. Ellos merecen encontrar su lugar en el mundo, o al menos, en nuestro cine, entre tanto guión barato y reclamos publicitarios.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

viernes, mayo 04, 2007

Crítica: Tuya siempre

Director: Manuel Lombardero
Intérpretes: Flora Martínez, Rubén Ochandiano, Nancho Novo, José Coronado, Caroline Hendreson
Estreno en España: 27 de abril de 2007


Le damos un 6

El director de En brazos de la mujer madura convierte a Flora Martínez en una de sus cicerones turísticas: adéntrese en los bajos fondos de la ciudad y vea lo que no aparece en las guías de viajes.

Si existe una clasificación de cine por colores, esta película tendría un tono grisáceo, azulón intenso y tonos pardos muy cercanos al negro. Curiosidades cromáticas a un lado, Tuya siempre es una muestra de cine negro cuyos patrones han sido revisados por un cineasta interesante por atrevido, a priori.

Correcto thriller con conciencia social y acertado resulta el retrato de esta otra Barcelona, lejos de los barrios señoriales, los centros turísticos y a resguardo del aire modernista y la ventolera modernilla. El escenario donde subsisten dos marginados (interpretados por Martínez y Rubén Ochandiano) sirve de punto de encuentro para seres que se mantienen en peligroso equilibrio, siempre con la amenaza de caer al vacío.

Bien perfilados los actuantes, quedaba definir la(s) trama(s) y es aquí donde flojea esta cinta, que sufre los desmanes de un ritmo algo descompensado y la idea de puzzle en el montaje. Aún así resulta muy interesante esta nueva visión del 'otro lado', retratado por medio de una ambientación certera, un destacado apoyo musical y una correctísima fotografía del maestro José Luis Alcaine. Donde también se confirma Lombardero es en la dirección de actores: Nancho Novo lleva dos de dos en muy poco tiempo, porque no nos olvidamos de Pudor.

Es uno más de estos desgraciados seres que pululan por estas islas dominadas por traficantes, prostitutas, mafiosos de poca monta pero capaces de hacer mucho daño y delincuentes con sueños. No tenemos la necesidad de distinguir entre buenos y malos: todos tienen razones para estar ahí y hacer lo que hacen. Sin ánimo de influir en su criterio y a pesar de que estos trozos de no-vida se dejan ver, Manuel Lombardero podría haber hincado el diente con más fuerza. Pero a lo mejor, eso de no hacer demasiada sangre...

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

Crítica: Mi hijo

Director: Martial Fougeron
Intérpretes: Nathalie Baye, Victor Sevaux, Olivier Gourmet, Marie Kremer, Emmanuelle Riva
Estreno en España: 4 de mayo de 2007


Le damos un 6,5

Público, crítica y jurado festivalero suelen ir por caminos diferentes. Prueba irrefutable de ello lo encontramos en la cinta ganadora de la Concha de Oro en San Sebastián 2006.

Por el tiempo que ha tardado en ver la luz, da la sensación de que los distribuidores tenían miedo a enseñarnos este claustrofóbico y amargo relato acerca del sentimiento de posesión maternal.

Sin entrar en reiteraciones argumentales, la cordura se ha impuesto y al final ha llegado a nuestras pantallas, con poco bombo eso sí, este curioso retrato de la desesperación y el egoísmo, alimentado por el exceso de autoridad, por el que su actriz principal se alzó también con la Concha de Plata en el festival donostiarra.

El amor de una madre puede ser insoportable para el que lo sufre. Detrás de esta afirmación no hay segundas que valgan, sino una sentencia que alimenta la esencia de un corto aunque intenso y un tanto previsible largometraje sobre la autoridad materna llevada a extremos.

La violencia psicológica es menos tangible que la física: no hay moratones, ni daños visibles a simple vista, pero quien la sobrelleva lleva consigo sus traumatizantes marcas de por vida. A partir de esta premisa, Martial Fougeron describe un sinfín de situaciones agrias esbozadas de manera seca y austera aunque con concreción y un, por momentos, desmedido punto de reiteración que podría haber provocado su caída.

Pero ahí estaba ella para sostener esta bajada a los abismos: pocas actrices me convencen tanto como la francesa Nathalie Baye. No he obviado ningún título protagonizado por ella desde que la conocí flirteando en la cama con Sergi López y verborréica perdida en Una relación privada.

En esta década –ella lleva en la brecha mucho más tiempo- he visto Según Matthieu, Venus, salón de belleza, La flor del mal… películas más o menos interesantes, bodrios y maravillas, pero todas ellas con un denominador común: la que fue musa de François Truffaut siempre estaba espléndida. Lo mismo ocurre aquí, donde además de ser el principal reclamo, ejerce de salvadora de una cinta que bien podría haber sido obviada y tampoco hubiésemos sufrido mucho.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

Crítica: I love Miami

Director: Alejandro González Padilla
Intérpretes: Juan Luis Galiardo, Ofelia Medina, Jaime Camil, Adrian Alonso, Johnny Lozada, Alicia Machado
Estreno en España: 27 de abril de 2007

Le damos un 4

¿Una película sobre la nueva vida de Fidel Castro en Miami? ¡Qué pereza! Fue lo primero que pensé, aunque a veces, hasta de lo más absurdo se extraen conclusiones interesantes.

Castro está enfermo. Eso es lo que dicen desde su gobierno en La Habana. Lo cierto es que ha desaparecido y esa es la noticia que han dado a conocer para ganar tiempo y preparar la transición a otro mandatario. Partiendo de esa premisa, que bien podría ser cierta, llegamos a unos planteamientos, estos sí, muy alejados de la realidad.

Confesada mi reticencia inicial he de decirles que no era para tanto. Que la soporté y no sólo eso, ya que también, por momentos, me entretuve, aunque sin llegar a convertirme en un adepto a la propuesta. Buena parte de ello recae en las situaciones surrealistas, imposibles de reproducir si no es con ayuda de un buen actor, que exprime un guión disparatado y le da entereza, porque esto de contar el drama de los balseros a partir del más ilustre de los mismos, tiene miga.

Juan Luis Galiardo me parece uno de los grandes intérpretes vivos, pero a veces me embriaga demasiado al confundir persona con personaje. El gaditano goza de mi simpatía pero esto no es suficiente ya que a veces no veo otra cosa en la pantalla que a él (a pesar de su buena caracterización), así que se agradece el vaivén de las tramas, que salpican a otros personajes, como el interpretado por el niño, un metódico actor que ya fue hijo en la ficción de Catherine Zeta-Jones y Antonio Banderas en la segunda entrega de las aventuras de El Zorro.

De la anécdota cómica, del guiño a la supuesta actualidad, se pasa al cine con conciencia social. La aventurilla del nuevo Fidel nos sirve para conocer otras Cubas y a otros cubanos obligados a (sobre)vivir fuera de la isla. Es aquí donde damos rienda suelta a nuestro interés ante la posibilidad de ver lo que ha generado el régimen castrista fuera de sus demarcaciones.

Es cierto que existe un velo de histriónico y pamplinoso que empaña la realidad, pero desde la ironía y la farsa también se puede plantear el debate político. La credibilidad es otro asunto a tratar que les dejamos a ustedes. Un apunte para finalizar: tuve oportunidad de verla en el Festival de Málaga, gratis; esto me lleva a pensar de manera objetiva empleando la regla de los 6 euros por entrada por lo que, con total seguridad, me replantearía esta reseña.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

Crítica: La maldición de la flor dorada

Director: Zhang Yimou
Intérpretes: Chow Yun Fat, Gong Li, Jay Chou, Ye Liu, Dahong Ni, Junjie Qin

Estreno en España: 27 de abril de 2007

Le damos un 7,5

Aquellos que creyeron que después de La casa de las dagas voladoras no íbamos a disfrutar de una orgía plástica y una explosión de los sentidos similares estaban equivocados.

Si bien la historia puede resultar menos atrayente que las narradas en sus títulos anteriores, Zhang Yimou otorga un halo de distinción supremo a su, perdónenme el termino, folletín ambientado en la china de la Dinastía Tang, que es como nuestra Edad Media pero con mucho más glamour y brillo, al menos visto por los historiadores que adecentan y maquillan el relato verídico en su adaptación al cine.

Si le ha resultado peyorativa la referencia novelesca siga leyendo, pues he aquí un firme defensor de un cineasta que lleva más de dos décadas en la brecha. Saca el máximo rendimiento a películas, que son algo más que experimentos y un simple despliegue de medios bien gestionados, y prueba de ello es el deleite que supone ver La maldición... en pantalla grande a pesar de sus puntos débiles, más acuciados que en otras ocasiones.

Lejos queda ya el tono íntimo de sus primeras producciones o de la última, El camino a casa, antes de su etapa 'wuxia', iniciada por Hero. Aunque esto no es del todo cierto, ya que si le quitamos el envoltorio, es decir, las grandes coreografías, las luchas ralentizadas, el desenfreno plástico, queda eso, la historia. Detrás de toda épica, de la manifestación de poderío y ostentación, hay sentimientos que se encargan de encarnar los intérpretes que dan vida al poco indulgente emperador y al extraño personaje que vincula este relato con las grandes tragedias del teatro de Shakespeare, del mismo modo que el telón de fondo de La casa... recordaba al mundo de ladrones que roban a los ricos para ayudar a los pobres.

Dignísimo es el reencuentro de la excepcional Gong Li con el cine de su país de manos de su descubridor. La madurez y la impronta le hacen merecedora de este personaje de relumbrón del que no habría podido sacar partido, por la edad y su físico, la también musa de Yimou, Zhang Ziyi. Li se mueve con soltura por palacio pero, y esto es más inherente a la trama que a los personajes, ve como su alma y su corazón se pierden entre tanta suntuosidad, que también afecta al ritmo de la cinta.

A pesar de este último apunte, Zhang Yimou ya ha demostrado que es un maestro del cine, capaz de satisfacer su ego creativo y dejar boquiabiertos a los demás. Ahora bien, después de este soberbio y elegante paréntesis épico, debería replantearse volver a la encrucijada y tomar el otro camino abandonado, que si no la maleza que lo oculta le impedirá seguirlo.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

Crítica: La fuente de la vida

Director: Darren Aronofsky
Intérpretes: Hugh Jackman, Rachel Weisz, Ellen Burstyn, Mark Margolis, Stephen McHattie, Fernando Hernandez, Cliff Curtis

Estreno en España: 27 de abril de 2007

Le damos un 6

El sacrificio se nos presenta aquí como una forma de suicidio. No hablamos de la historia, ni de los personajes, sino del director al aventurarse en una película que nada contracorriente.

Hay películas surrealistas que tienen por donde agarrarlas. Este poema visual es eso, una elegía, una especia de canto de cisne, así que sus responsables esperan un sobreesfuerzo por nuestra parte.

Imagine una cajita que encierra metáforas, referentes filosóficos y culturales, recuerdos, sensaciones, errores, imágenes de gran belleza, recortes, lágrimas... Así es esta película que, más que fascinar, atrapa nuestra atención, aunque sea apoyándose en nuestra espera para saber qué camino va a seguir. Quizás por reforzar este enganche, de su argumento diremos que el amor da fuerzas para todo, que es un acto de fe, de entrega y abnegación y, como tal, también tiene sus víctimas.

Después de desplegar las ideas, aquí la victima puede ser el público. Somos espectadores acostumbrados a una prosa cinematográfica con sus reglas ortográficas y gramaticales, con su significados y sus interpretaciones... Nos hemos educado en un cine 'normal', con una narrativa concreta y por ello, ante propuestas nada corrientes, solemos mostrarnos reacios.

Los primeros planos de Rachel Weisz, el duro trasfondo de la relación entre su personaje y el interpretado por Hugh Jackman, las buenas intenciones plásticas y la retórica empleada y en ciertos aspectos edulcorada se contrarrestan con lo previsible de una narración que no por ser atípica resulta más seductora y peca de excesiva pedantería plástica. El guión, lejos de asombrar, destaca por su simpleza, aspecto negativo que, mirándolo con buenos ojos, acaba convertido en curiosa virtud al remarcar la impronta estética.

Quiero dejar claro que la tercera cinta de Darren Aronofsky (después de Pi y Réquiem por un sueño) me provocó, me picó. Son verbos que empleo cuando no sé si algo me convenció o no: es como ver un cuadro abstracto en un museo. La valentía formal casi siempre está reñida con nuestro gusto, apoyado en la herencia cultural aprehendida. Por eso, resulta constructivo no permanecer herméticos ante apuestas diferentes que extraen de nosotros el lado más crítico.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

viernes, abril 20, 2007

Crítica: Sunshine

Director: Danny Boyle
Intérpretes: Rose Byrne, Cliff Curtis, Chris Evans, Troy Garity, Cillian Murphy, Hiroyuki Sanada, Benedict Wong, Michelle Yeoh
Estreno en España: 20 de abril de 2007


Le damos un 8

Respetable ejercicio de ciencia ficción con más pretensiones que sustancia. Así es este compendio de terror, elucubraciones metafísicas y supervivencia heroica cubierto por un precioso papel de regalo.

Si lo desenvolvemos, es decir, si le quitamos la excelente factura técnica, nos queda un paquete-bomba de reflexiones capaz de estallarnos en el momento en que el ideario se diluya por la aplicación de los estándares del thriller.

Antes de que siga leyendo le tengo que confesar que Danny Boyle tiene toda mi simpatía: me parece un tipo atípico y gracias a eso, un cineasta que no le hace ascos a nada: lo mismo se recrea en una fábula con niños con ángel y obsesionados con los santos (Millones) que diezma a la población británica (28 días después) y nos adentra en los submundos sociales con Trainspotting. Tiene talento e ínfulas de grandeza a partes iguales, una mezcla que equilibra la balanza en este curioso puzzle, extraño dentro del género vamos-a-salvar-el-mundo, por ello interesante, y desigual en cuanto a lo estrictamente narrativo, y es aquí donde flojea la cosa.

Su excelente capacidad para relatar historias le ha llevado a narrar la crónica de los últimos días de la vida en la Tierra desde un punto de vista más realista, diferente del triunfalismo al que nos tienen acostumbrados los de Hollywood. Eso no quiere decir que la película sea positiva, todo lo contrario: el sol se muere y aquí no hay trampa ni cartón. Lo previsible de su argumento se diluye en cuanto toman carrerilla el ritmo y la tensión a las que nos somete, apoyados –todo hay que decirlo- en ciertos episodios más propios de una suerte de títulos enmarcados en el terror cutre y el catastrofismo barato.

Sunshine es lo que obtendríamos si cruzáramos 2001: Una odisea en el espacio y Solaris (tanto en cuestiones argumentales como formales), con Armageddon y títulos de la factoría Wes Craven. Se nota el influjo de clásicos como los primeros mencionados y la joya del terror espacial, Alien, el octavo pasajero. Los planteamientos iniciales resultan muy atractivos, pero pierden consistencia al tiempo que avanza el metraje y se deja llevar por el efectismo de producciones más comerciales.

Aún así merece la pena, por los símiles -Ícaro es el nombre de su nave- y el trasfondo psicológico de unos personajes muy bien interpretados por actores consagrados pero poco reconocibles por el espectador: Cillian Murphy, visto travestido en Desayuno en Plutón y héroe a la fuerza en la epidémica 28 días después, Michelle Yeoh (Tigre y dragón, Memorias de una geisha), Chris Evans (la antorcha humana de Los 4 fantásticos) y Cliff Curtis (La fuente de la vida, River Queen), entre otros.

Nos dejamos contagiar por la claustrofobia física y la angustia espiritual de estos seres abocados a un triste final por la buena continuación de nuestra vida. Su experiencia se ilustra con un cóctel de efectos especiales, fotografía de gran calidad plástica y un sonido impecable –en caso de ser así el que nos llegase en el espacio exterior-, elaborado en lo que tuvo que ser una agotadora fase de postproducción. Con sus errores, Sunshine hace pensar a priori para luego entretener, que no es poco.

Texto escrito por
Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

Crítica: River Queen

Director: Vincent Ward
Intérpretes: Samantha Morton, Kiefer Sutherland, Cliff Curtis, Temuera Morrison Estreno en España: 20 de abril de 2007


Le damos un 5,5

El director de la curiosa Más allá de los sueños experimenta, sin mucho acierto, en este drama exótico que vincula pueblos belicosos que pretenden imponerse a otros con búsquedas interiores de todo tipo.

Si Australia está lejos lo cierto es que su historia nos resulta algo más conocida por el cine que la de su vecina Nueva Zelanda, aunque no mucho más. Vincent Ward, que es oriundo del país convertido por Peter Jackson en la Tierra Media de Tolkien, intenta poner su granito de arena a la causa realizando una aproximación histórica, no muy contextualizada la verdad, al pasado colonial de estas islas.

Seguro que la actriz Samantha Morton les conquistó en Código 46, de corte futurista, y en la tremenda En América, donde daba vida a una irlandesa que emigraba junto a su familia a Estados Unidos. Aquí retrocede siglo y medio para llegar, también como extranjera, a una tierra extraña que despertará de golpe por culpa del colonialismo. Rodeada de otros prestigiosos intérpretes como Cliff Curtis –al que podemos ver en Sunshine-, Stephen Rea –que aquí se prodiga poco- y Kiefer Sutherland –pocos saben morirse como él-, sucumbe a las pretensiones de un director al que se le descompensa la jugada.

Resulta curioso este viaje río arriba y partimos de una idea: es irregular en cuanto a su relato, equidistante entre el tedio y el ritmo frenético, es decir, mal nivelado. A veces nos atrapa la acción, nos atrae lo que se narra y, casi de manera instantánea, nos evadimos por culpa de un abuso de la voz en off y de localizaciones de insuperable belleza. Pensarán que exagero, pero a veces se me iba la mente hasta El Piano y creía ver a Holly Hunter moviéndose con dificultad con su vestido entre la maleza y el fango, pero las detonaciones me devolvían al escenario de una lucha descarnada (y en parte fraticida) entre el ejercito inglés y las tribus aborígenes maoríes.

La idea de búsqueda domina todo el metraje: encontrar la verdadera identidad, perseguir a los que te arrebataron la vida, buscar un futuro mejor que el presente tormentoso... Si bien puede resultar interesante este mix de deseos por cumplir, el ritmo al que nos somete el director llega a rozar el aburrimiento extremo, sin olvidar la falta de profundidad en los perfiles de ciertos personajes determinantes en la historia.

Sin entrar en giros reiterativos y en la poco creíble historia de amor por estar construida con apenas datos, River Queen, suerte neocelandesa de La reina de África, sólo acierta al poner en su punto de mira un episodio histórico diferente, pero suspende al no dotarlo de entereza argumental y aderezarlo con bonitos y exóticos paisajes y reflexiones pueriles acerca de seres condenados a vivir divididos entre dos culturas.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

Crítica: La vida en rosa (Edith Piaf)

Director: Olivier Dahan
Intérpretes: Marion Cotillard, Sylvie Testud, Pascal Greggory, Marc Barbé, Emmanuelle Seigner, Jean-Paul Rouve

Estreno en España: 20 de abril de 2007

Le damos un 7

Lejos de la biografía al uso, convence por el perfil 'real' que esboza acerca de la artista Edith Piaf, cuyas canciones se convirtieron en himnos para diferentes generaciones.

El problema de acercarse a un mito es que muchos de sus fans –aunque éste no sería el término correcto- se pueden volver en tu contra. Ese era el riesgo que corría Olivier Dahan con este retrato de una leyenda sagrada para nuestros vecinos del norte.

¿Cómo se puede ganar a un público tan difícil de penetrar? La respuesta es bien sencilla: contando con una actriz que se transforme rasgándose la piel y buscando desde dentro la personalidad de un personaje del que se tienen referencias para aburrir. Lo ha hecho Marion Piaf, perdón, Cotillard, irreconocible en su transformación: rascando encontramos a la actriz que se tomó la justicia por su mano en Largo domingo de noviazgo y entró en el universo de Tim Burton con Big Fish.

Si una canción evoca un estado de ánimo, una película debe hacer lo mismo: provocar emociones y remover los sentimientos dormidos. Es lo que debió pensar el responsable de esta biografía audiovisual apoyada en cicatrices y triunfos sesgada a conciencia con el fin de servir de vehículo hacia una época pasada y recreada no sólo por los decoradores ambientadores, sino también por un reparto donde sobresalen Gerard Depardieu y Emmanuelle Seigner.

Igual que ocurre cuando uno lee un libro y lo recrea en su mente, un personaje de leyenda cobra vida en nuestra cabeza después de haber recibido innumerables impactos informativos. De esta forma, La vida en rosa (la película, no la canción) es una idealización de una estrella a partir de una compilación de biografías oficiales, recortes en prensa, audiciones de su discografía y percepciones personales –éstas se llevan la mayor parte del pastel-.

El fundamentalismo popular y los ánimos destructivos de ciertos críticos pueden condicionar el futuro de este loable trabajo, caso similar al de la reciente Lola, la película, con una soberbia Gala Évora. Después de este comentario chovinista ibérico –por hacer paralelismos entre dos artistas, dos mitos-, sólo nos queda destacar que puede parecer excesivo su metraje que, aunque compensado por un excelente banda sonora, merma en parte la capacidad de impacto que ostenta este retrato de La Môme desde su primer fotograma, con el que se inicia una vida apasionada y apasionante.

Texto escrito por
Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

sábado, abril 14, 2007

Crítica: Moscow zero

Director: Luna
Intérpretes: Val Kilmer, Vincent Gallo, Oksana Akinshina, Joss Ackland, Rade Serbedzija
Estreno en España: 4 de abril de 2007


Le damos un 3

El entretenimiento suele estar reñido con la perfección cinematográfica. Es lo que ocurre con la esta nueva muesca en la carrera de Luna, cineasta tan atípica como criticada.

Dispar. Así es la obra de María Lidón, más conocida en la industria por su apodo espacial que da idea de que orbita por otros lares. Su mirada atrevida al cine de hoy le hace merecedora de elogios y burlas.

A las segundas vamos a llegar muy pronto, sólo permítanme que recordemos la filmografía de Luna: comenzó con Náufragos, una aventura en Marte increíble y peor contada, para seguir después con Yo, puta, donde combinaba el tono documental con la farsa, contando con Daryl Hannah y Denise Richards.

¿De dónde saca la financiación para sus proyectos? ¿Cuáles son sus contactos en el mundillo? Deben ser interesantes para contar con intérpretes afamados como Val Kilmer y otros cotizados por su valía, caso de Joaquim de Almeida, que aquí no hace gala de ella. Ya que consigue tanto dinero, la cuestión que se plantea es el porqué de sus descuidos en el guión y las incoherentes interpretaciones de sus actores-estrella, que rozan el patetismo.

Que las entrañas de Moscú puedan generar una y decenas de historias dignas de llegar al cine es algo que no nos coge de improviso. ¿Por qué no consigue atraparnos esta bajada a los infiernos tomando como entrada el transporte metropolitano moscovita? El ambiente claustrofóbico y oscuro se contagia de una apatía formal que se traduce en planos repetitivos, música recurrente y un guión tosco que bebe de dos referentes ya clásicos: El espinazo del diablo, de Guillermo del Toro, y el rotundo cortometraje 7337, acerca de un grupo de niños que 'se esconden' en una escuela durante la Guerra civil española y... Hasta ahí podemos contar.

Dándole incluso el beneficio de la duda –puede que Luna no vea muchas producciones españolas-, Moscow zero debe remontar las pre-críticas que suele generar esta directora. Esto cuesta tanto o más que creernos que las profundidades de Moscú están controladas por tribus urbanas que aparecen y desaparecen por arte de magia y asisten perplejos a los delirios de un tipo obsesionado con leyendas que se remontan a 1920.

Mal narrado, este cuento resulta intragable, mucho más si se adereza con guiños absurdos: un cura que se besa con una peculiar guía de ese inframundo, la eterna lucha entre los vivos y los muertos por un mismo lugar en el mundo (de los vivos, claro) y los rápidos movimientos de cámara siguiendo estelas y sombras, las mismas de toda película de terror mala.

Por cierto, amigos directores de cine, algunas de las mejores historias del género ocurren a plena luz de día, caso de ¿Quién puede matar a un niño? Ahí no hay oscuridad que camufle las imperfecciones.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

Crítica: Diario de un escándalo

Director: Richard Eyre
Intérpretes: Judi Dench, Cate Blanchett, Bill Nighy, Andrew Simpson, Phil Davis, Michael Maloney, Juno Temple, Max Lewis
Estreno en España: 30 de marzo de 2007


Le damos un 5

El deseo se convierte en motor de una película que sería prescindible de no ser por dos actrices con fuerza, principal reclamo de un título que bien podría pasar por telefilme de sobremesa.

La envoltura llama la atención en un primer momento, tiene una cuidada factura técnica, interpretaciones contundentes y, sin embargo, empieza a destacar el relato plano, que sorprende en muy pocos momentos y corre el riesgo que desde el principio huela a conocido.

Innegable es la contribución de Judi Dench y Cate Blanchett, que sustentan la producción y sin ellas, mal iríamos. La veterana consigue crear un personaje enfermizo, lleno de aristas e interesante por inspirar lástima y odio a partes iguales; la australiana debe aguantar las arremetidas de Dench, que no es poco, además de hacer creíble la soledad a la que de manera progresiva se va enfrentando, origen esto de una desesperación que resulta muy creíble. En definitiva, la mejor opción para dar impronta a unos seres antipáticos, uno más que otro, en una situación nada cómoda.

Detrás del libreto está Patrick Marber, el mismo que convirtió en marionetas a los personajes de Closer. Él se encarga de la adaptación de la novela Notes on a scandal de Zoë Heller, aunque se deja llevar por dos golpes de guión demasiado evidentes. A pesar de todo consigue elevar la tensión. No obstante hay que decir que no es mérito suyo sino del montaje y la realización de Richard Eyre, que además se apoya en la música de Philip Glass, autor de la excelente banda sonora de Las horas.

Así, con una materia prima más bien pobre pero con unos artesanos de primera, se consigue mantener en tensión al espectador. ¿Cómo se logra esto? Acudiendo a patrones de trabajo que no son más que técnicas y he aquí un ejemplo: Dench ya trabajó a las órdenes de Eyre en Iris por lo que el director ya sabe cómo exprimir a la actriz por medio de planos que nos hipnotizan, en gran medida gracias a la fuerza dramática de ella.

A pesar de los esfuerzos de todos por guiarnos en un relato acerca de la obsesión, el miedo a morir solos y el sentimiento de culpa, y de la intensa labor de dos intérpretes pertenecientes a generaciones diferentes y capaces de crear escuela –sin olvidar al coro de secundarios-, hay algo que nos resulta demasiado familiar, y no es el cartel, que recuerda al de Hable con ella –con distinta tonalidad cromática y sin los rostros de Leonor Watling y Rosario Flores-. Todo esto nos hace pensar que estamos ante una película para consumo televisivo, muy bien hecha, eso sí.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

Crítica: Pudor

Director: David Ulloa, Tristán Ulloa
Intérpretes: Nancho Novo, Elvira Mínguez, Natalia Rodríguez, Celso Bugallo, Carolina Román, Marcos Ruiz, Lorena Mateo
Estreno en España: 13 de abril de 2007


Le damos un 7

Sin guiños amables y con mucha valentía, los hermanos Tristán y David Ulloa debutan en la dirección con una interesante mirada íntima a las tumultuosas relaciones entre náufragos de una misma familia.

Con honestidad y recato entran en el feudo de la podredumbre emocional y el mal olor. Perdónenme este juego de palabras con los significados del término que da título a la cinta, pero es que resume con acierto la expedición que realizan estos debutantes –si olvidamos el corto Ciclo- al territorio de lo íntimo e individual.

Dicen que los actores que se pasan a la dirección tienen una óptica especial, una manera diferente de afrontar un proyecto. Aunque muchos se arriesgan con una historia propia (Laura Mañá y Sexo por compasión; Federico Luppi y Pasos; Carlos Iglesias y Un Franco, 14 pesetas) otros se apoyan en textos ajenos que hacen suyos. Es el caso de Tristán Ulloa que se nutre de la novela de Santiago Roncangliolo y la pericia técnica de su hermano David para levantar el microuniverso abigarrado y claustrofóbico de Pudor.

La cámara se convierte en nuestra mirilla para husmear en el hábitat de unos seres perdidos que se desnudan ante nuestros ojos. En el paso del papel a la pantalla no huyen del dramatismo, pero tampoco caen en el tedio de los que se regocijan en las desgracias de los otros, hurgando en las heridas. Lo hacen con sentido (común) y sensibilidad (especial), de una manera nada sutil pero tampoco sangrante en exceso, dando atisbos de esperanza.

Entre los nubarrones se cuela algún rayo de sol y, siguiendo con los símiles, abrimos el paraguas y nos refugiamos bajo el chaparrón de películas sobre la familia, ese objeto de investigación sobre el que han experimentado tantos cineastas: Ettore Scola (La familia), Sam Mendes (American beauty), Ang Lee (La tormenta de hielo)... En ellos parecen inspirarse los hermanos Ulloa para sacar un lado de voyeur combinado con una ejecución apoyada en los pilares del suspense y el ligero surrealismo que les separa del costumbrismo más típico.

Como el naturalista que observa a las fieras, nos acercamos a una familia herida sobre la que revolotean los buitres esperando que alguno desfallezca. Elvira Mínguez, Nancho Novo y la joven Natalia Rodríguez sobresalen respaldados por un reparto bien elegido: Celso Bugallo, Joaquín Climent y Nuria González. Y volviendo al par de responsables, uno dirige mientras el otro realiza, por eso está tan bien la dirección de actores y no encontramos errores en la fotografía, la música y el montaje. Es decir, el tándem perfecto del que esperamos más películas.

Nos reservamos un último apunte y se lo dedicamos al escenario: Gijón. Se trata de una huida necesaria de los focos de rodaje habituales, Madrid y Barcelona. Por sus calles deambulan seres que, a pesar de vivir juntos, están solos y se muestran herméticos... ¿fábula o realidad?

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

viernes, marzo 30, 2007

Crítica: Días de gloria

Director: Rachid Bouchareb
Intérpretes: Jamel Debbouze, Samy Nacéri, Sami Bouajila, Roschdy Zem, Bernard Blancan, Mathieu Simonet, Benoît Giros, Mélanie Laurent

Estreno en España: 30 demarzo de 2007

Le damos un 6,5

Sin que lo entiendan de manera peyorativa, este interesante ejercicio de cine bélico puede funcionar mejor como panfleto contestatario y reivindicativo que como película.

Concebida como homenaje a todos los argelinos que lucharon contra las tropas alemanas en los años 40, esta cinta ha logrado que los grandes olvidados por la Historia reciban distinciones y tributos que van allá de la simple medallita. Nos referimos a la subida de pensiones a los ex combatientes magrebíes, un incremento monetario que sin duda alimenta más que los galones.

Esta puntilla no tiene valor cinematográfico o sí, según se mire. El caso es que hay un trasfondo social e histórico que ha alimentado el interés por este drama que sigue los avatares de un grupo de soldados argelinos que buscan, algunos sin saberlo, su lugar en el mundo, una historia que deja patente la supuesta relevancia de las banderas y los símbolos. Pero esa si que sería otra cruzada.

Ver la guerra con otros ojos y contar las batallas de otra forma. Ese es el principal acierto de esta película que mucho tiene que ver, en su forma y en las intenciones, con el dueto formado por Banderas de nuestros padres y Cartas desde Iwo Jima. Adentrarse en el terreno del drama bélico no es tarea fácil, romper con los patrones establecidos ya parece una locura e introducir carga crítica puede hacer que uno se gane más de un enemigo.

Entre balas perdidas y la desazón contagiosa de los personajes destacan los diálogos, no exentos de verdad y sutileza. Me recordaron grosso modo y sin tanta ironía a los de En tierra de nadie, otro curioso ejercicio de cine bélico con sustancia. La ópera prima de Danis Tanovic nos presentó la guerra de los Balcanes desde otro punto de vista. Rachid Bouchareb sugiere una visión diferente acerca de la Segunda Guerra Mundial que todos conocemos, de la idea de patriotismo y de la distinción entre clases y razas: al final, y mucho más en la lucha por la defensa de un país, todos somos iguales.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

Crítica: Nordeste

Director: Juan Solanas
Intérpretes: Carole Bouquet, Mercedes Sampietro, Juan Pablo Doménech, Goya Toledo, Enrique Piñeyro, Ignacio Jiménez, Aymará Rovera

Estreno en España: 30 de marzo de 2007

Le damos un 4

Querer no es poder: así podemos referirnos a esta pobre película donde destaca la presencia de Carole Bouquet, que se esfuerza por no parecer perdida, y no en la traducción precisamente.

Era un chiste demasiado fácil, lo siento. El caso es que la actriz francesa pone toda la carne en el asador y demuestra que es una gran actriz y mejor persona al hacer gala de su conciencia social y cinematográfica apoyando productos condenados al olvido.

A veces salvamos una película por sus buenas intenciones. Las de Juan Solanas no son discutibles: pretende dar detalles acerca de la adopción internacional que puede rozar la ilegalidad, intenta mostrar el drama de una madre frustrada por no poder dar un presente a su hijo, aspira a narrar una historia con interés... En definitiva, promesas y más promesas que no son suficientes para sustentar un largometraje de este calado.

Se echa en falta, entre muchas otras cosas, una claridad de planteamiento formal: en su inicio tenemos en paralelo dos relatos que mantienen un interés relativo hasta que se cruzan; si ya nos costaba asimilarlas por separado, debido al falso tono documental y la ausencia de ritmo fílmico –no basta con emplear distinciones de fotografía del tipo Traffic-, a partir del minuto 20 discurren por un camino plano donde sólo sobresalen las pinceladas sobre el entorno en el que se desarrolla la historia.

Mención especial merecen los diálogos, que se esfuerzan en ser naturales: hay una secuencia inicial con Goya Toledo y Bouquet de la que no les digo nada. En definitiva, además de la pobreza general de la producción –y no vale eso de que con poco presupuesto no se hacen milagros-, todo resulta previsible. Esto ya podría hundir una historia pero, por si fuera poco, añadimos el sopor que nos produce a lo largo de 104 minutos que se nos antojan interminables.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

lunes, marzo 26, 2007

Crítica: Hannibal, el origen del mal

Director: Peter Webber
Intérpretes: Gaspard Ulliel, Gong Li, Rhys Ifans, Kevin McKidd, Dominic West, Richard Brake

Estreno en España: 16 de marzo de 2007

Le damos un 6

Viendo el resultado nos cuestionamos si era necesario conocer los ya presupuestos orígenes del asesino caníbal o si estamos ante una excusa barata para estirar un guión facilón y escaso en sorpresas.

A veces no hay mal que por bien no venga, ya que gracias al interés de Dino y Martha De Laurentiis por explotar un filón económico hemos podido disfrutar del alarde interpretativo del joven Gaspard Ulliel, acompañado de la sensual y siempre interesante Gong Li, pero poco más.

Concebida para dar respuesta a las preguntas que todos nos hacíamos, al final todo resulta tan evidente que ese compendio introductorio podría haber servido para dotar de contenido el simple prólogo de cualquier otra entrega sobre las andanzas de uno de los asesinos en serie (y serios) más famosos del siglo XX.

Siguiendo la estela de Christian Bale en Batman begins, Ulliel (Largo domingo de noviazgo) nos ayuda a desenraizar los pocos pero contundentes conflictos que degeneraron en asesinatos y juegos de seducción. Es la principal apuesta de una cinta que, de no apresurarse a sentar las bases de una historia con sustancia, pasaría por estético y 'rutinario' ejercicio de venganza tras una afrenta cruel y sanguinaria, lo normal en esos casos de desagravio.

Uno de los aciertos de un director es su capacidad para omitir pasajes innecesarios y no caer en las reiteraciones. Si ha visto Munich, de Steven Spielberg, ya sabrán de qué hablo. El joven Lecter se pasa toda la película, unos alargados 117 minutos, con una sed de venganza que no llegará a saciar y claro, nos podría haber ahorrado algún que otro episodio imaginable, recreándose más en el abandono de la inocencia y el despertar sexual del protagonista.

Peter Webber (La joven de la perla) se presenta como un realizador correcto capaz de dotar de interés un argumento más bien plano, recreando una atmósfera de misterio e introduciendo personajes a priori interesantes, como el de Lady Murasaki y el de Grutas, un malo malísimo. Al final no desentonan y cumplen con el libreto, trazado para satisfacer las ansias de entretenimiento de ciertos espectadores, aquellos que seguro no van a echar de menos la ausencia (justificada, por otro lado) de Anthony Hopkins.

Texto escrito por
Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

Crítica: Atlas de geografía humana

Director: Azucena Rodríguez
Intérpretes: Cuca Escribano, Montse Germán, María Bouzas, Rosa Vila, David Selvas, Nacho Fresneda
Estreno en España: 23 de marzo de 2007


Le damos un 6

Tanta corrección y apatía formal hace que desconectemos de la historia, aunque cuando entramos en ella logramos pasar algunos momentos entretenidos.

Antes de comenzar deberíamos dejar claro nuestra postura ante lo que se conoce como 'cine de mujeres': no hay un género concreto, es decir, no existe el drama contado por hombres ni el terror narrado por mujeres... Hay una mirada femenina, sería ilógico negarlo, pero no es un modus operandi.

Cambian los puntos de vista, sí, pero eso tan manido del 'hecho por mujeres' como marca distintiva, y a veces peyorativa, debería caerse de nuestro vocabulario, ya que no deja de ser un burda etiqueta que menosprecia el discurso feminista en nuestros días. Así que esta película, donde coinciden cuatro protagonistas femeninas y está dirigida por una mujer -aunque no sea vinculante-, se caracteriza por ser un recatado tratado acerca de la dependencia del amor, de sentirse enamorado y querido al mismo tiempo.

La obra de Almudena Grandes, más conocida como 'filón para guionistas', ha sido adaptada casi en su totalidad. Comenzó Bigas Luna con Las edades de Lulú y Gerardo Herrero la convirtió en su escritora de cabecera (Malena es un nombre de tango, Los aires difíciles), con permiso de Belén Gopegui. Todo queda en casa, ya que en la producción de Atlas... planea la sombra del propio Herrero. Será por eso que se nota el tono formal que tienen en común con esas cintas y otras como El principio de Arquímedes y Las razones de mis amigos.

No vamos a gritar que a todas les falta alma pero sí que en demasiados momentos sus personajes parecen agarrotados, faltos de movimientos, a lo que hay que sumar unos diálogos demasiado literarios. Aún así y a pesar de que Azucena Rodríguez no arriesga, quizás por temor a desvirtuar la esencia de la novela homónima, consigue hacernos pasar una rato divertido, con media sonrisa, aunque sea desde los estereotipos, no tan marcados como en películas planas que no tienen otro fin que su pase por televisión, y ya es mucho.

Las actrices y sus 'segundones' –Alberto Jiménez, David Selvas, Boris Ruiz- se esfuerzan por dotar de vida a sus personajes. Lo consiguen aunque lleguen a perderse en una realización simplista que no enaltece el contenido. Quizás Azucena Rodríguez, que desde Entre rojas en 1995 no se hacía cargo de un largo, no debería haber perdido la práctica. Al fin y al cabo no sobran las directoras femeninas.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

Crítica: Lola, la película

Director: Miguel Hermoso
Intérpretes: Gala Évora, José Luís García Pérez, Carlos Hipólito, Ana Fernández, Antonio Morales, alfonso Begara, Kiti Mánver
Estreno en España: 16 de marzo de 2007


Le damos un 7

Huyendo de estereotipos y salvando todas sus interpretaciones, el director de Fugitivas y La luz prodigiosa repasa en esta cinta elegante y muy correcta dos décadas de la historia de nuestro país.

Afectuoso resulta este homenaje a las mujeres que tuvieron que adaptarse a las circunstancias de una época difícil. Muchas no consiguieron sobrevivir pero hubo alguna que otra que logró hacerse un hueco, como nuestra guía.

Aunque queramos abstraernos de la tesis inicial a todos, que más o menos conocemos la historia de Lola Flores, nos parecerá estar viendo una biografía ficcionada, del estilo de Camarón. Costará por tanto descubrir que el cineasta granadino, además de sensibilidad y visos de antropólogo, tiene un pulso certero que le ayuda a narrar una historia atractiva, más allá de los referentes reales. Con la técnica aprehendida, sólo tiene que dejarse llevar por un paseo bien adoquinado y fácil de recorrer a pesar de que a veces pase por terrenos fangosos donde nos retrasamos por cierta reiteración.

Esa es la principal pega de una narración que desplegaba un sinfín de caminos: el más vistoso e interesante contemplaba las etapas iniciales –repletas de posibilidades dramáticas- donde una pobre chica que no era ninguna persona fuera de lo común se convierte en mujer y artista. Cuando el personaje resuelve contradicciones (triunfar, pero siendo respetada) continúa la parte de la historia más conocida, la de estrella, y es ahí donde termina la ficción. De ahondar en ella saldría una trilogía, contemplando además el género documental. Se la podrían encargar a Hermoso, que esboza de manera sutil los años más oscuros de la España del siglo XX, justo después de la Guerra Civil, y se apoya en profesionales solventes como la coreógrafa Cristina Hoyos.

Que difícil es separar la ficción de la realidad, que se lo digan al joven reparto que responde a eso de 'bocanada de aire fresco': cada aparición supone un impacto visual enorme al que asociamos todos nuestros referentes sobre el personaje en cuestión. Sus interpretaciones tienen tanta fuerza que hipnotizan: es el caso de Ramón Villegas (el futbolista Biosca), Alfonso Begara (Antonio González, El Pescaílla) y, sobre todo, Gala Évora, a quien le sobra fuerza para sostener la película y aporta una mirada nueva.

Luego están los veteranos, los que enriquecen un proyecto arriesgado, enjundioso y necesario, exprimiendo los matices de personajes anclados en individuos reales: Kiti Mánver, Carlos Hipólito, Ana Fernández y un descomunal José Luis García Pérez en el papel de Manolo Caracol. Todos han contribuido a que conozcamos de cerca el entrono de la que 'triunfó a pesar de ser mujer', la que atesoró episodios tempestuosos y apasionados a lo largo de su vida, como el resto de los mortales.

Dice Hermoso que cree haber hecho la película que a Lola Flores le hubiera gustado no sólo ver, sino también interpretar. Lo que está claro es que como homenaje y aproximación al personaje funciona más que como drama al uso, pero en general convence.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

Crítica: Tara Road

Director: Gillies Mackinnon
Intérpretes: :Andie MacDowell, Olivia Williams, Stephen Rea, Brenda Fricker, Iain Glen, Jean-Marc Barr, August Zirner
Estreno en España: 23 de marzo de 2007


Le damos un 6,5

A pesar de que funciona y tiene tantos incondicionales como para llegar a copiarla, no debemos pedir mucho más a este drama vitalista salvo pasar un rato nada incómodo en la butaca.

Son 100 minutos y esa es la duración justa de una película que llega a España con dos años de retraso: ¿por qué alargar de manera innecesaria una historia? He aquí un ejemplo de lo contrario: la película Vacaciones, con Kate Winslet, Cameron Diaz y Jude Law, estira su metraje 30 minutos más.

No hemos tomado ese título al azar: Vacaciones, rodada y estrenada el año pasado, nos presenta a una mujer de EE.UU. con problemillas con el sector masculino y a otra, británica que sufre de lo mismo, que consideran que una solución temporal a su apatía puede ser intercambiar sus casas. Perdonen, pero les acabo de destripar el argumento de Tara Road, y eso que no nos gusta hacerlo en una crítica.

Como pueden comprobar, parece que estamos ante un calco descarado, algo que no nos resulta extraño vista la facilidad con la que Hollywood aprovecha historias con tirón originales de otros, más conocidas (Abre los ojos) o menos (La cabeza sobre el agua), para apuntalarlas con sus propias maderas, caso de Vainilla sky y Solamente se vive una vez. Un apunte curioso: Cameron Diaz está en las tres 'copias'.

Después de este paréntesis acerca de la originalidad, nos adentramos en Tara Road, que nos cuenta en paralelo las idas y venidas de dos mujeres que intercambian sus entornos en Nueva Inglaterra y Dublín. Aunque la anécdota pueda resultar forzada –todo empieza con una llamada telefónica equivocada-, el caso es que engancha, también por el aporte de vitalidad y la honestidad de su planteamiento.

Detrás de esta producción, con más sustancia de lo que parece a simple vista, hay un director que sin ser una suerte de cineasta espléndido, conmuta el ser un viejo conocedor de los entresijos fílmicos en una apuesta simpática y fresca que tiene a Andie McDowell como principal protagonista.

Los personajes no resultan tan maniqueos como los que pueden venir del otro lado del Atlántico y además los diálogos son creíbles a pesar de que se den situaciones un tanto irreales. Son éstas las principales virtudes de una cinta que sin duda pasará por la cartelera española sin hacer ruido y eso no es precisamente hacer justicia a una película que ha dado hijos menos disciplinados como Vacaciones.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.