viernes, noviembre 24, 2006

Crítica: "El gran silencio"

Director: Philip Gröning
Estreno en España: 24 de noviembre de 2006

Le damos un 6

La impaciencia está reñida con este recorrido intimo por las dependencias de un monasterio donde las campanas constituyen el único ruido. Una osadía en los tiempos que corren.

Bajo los designios de la repetición, el ritmo y la quietud se presenta un singular tratado sobre el paso del tiempo en un recóndito marco que escapa al acelerado mundo exterior. Esa es la principal virtud de un sigiloso título cuyo excesivo y sosegado metraje no hace más que recordarnos que mientras estemos en la sala de cine estaremos a salvo de todos los males.

El cineasta encargado de realizar este heterodoxo ejercicio de aguante tuvo que esperar 16 largos años para introducir su cámara en un monasterio de la Orden de los monjes Cartujos perdido en un paraje montañoso en el sur de los Alpes franceses. Al final pudo asistir como testigo a la recluida forma de vida de unos seres entregados a la oración, aunque no son ellos los únicos protagonistas de este largometraje espiritual.

Conste que no acudimos al adjetivo fácil: la película puede resultar esclarecedora o tediosa. Algunos pensarán que ocurre igual con la religión. De lo que no tenemos duda es de la paz que trasmite: nadie habla –sólo pronuncia tímidos sonidos la naturaleza-, es posible oír el silencio, aunque parezca una incongruencia. La austeridad técnica entronca con la forma de vida de unos monjes que llega a la pantalla sin aderezos ni palabras. Las explicaciones no-visuales están vetadas en pro de una regeneración de la cotidianeidad que puede resultar hipnótica o aburrida a partes iguales.

Las imágenes que pretenden captar la esencia de las cosas –sin entrar en el aspecto místico- carecen de marco para que seamos nosotros, los espectadores, quienes encuadren en su mente la realidad. Philip Gröning se limita a conducirnos por una percepción más o menos lógica del quehacer diario de una comunidad en perfecta simbiosis con el entorno natural.

No podemos referirnos a este trabajo como un documental sino más bien como un recorrido por un museo humano vivo en cuyas paredes cuelgan cuadros frente a los que nos detenemos durante 160 minutos. Aquel que se atreva a entrar en los dominios del silencio deberá hacer frente a la idea de que la belleza también cansa.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

Crítica: "¿Por qué se frotan las patitas?"

Director: Álvaro Begines
Intérpretes: Lola Herrera, Antonio Dechent, Carlos Álvarez-Novoa, Manuel Morón, Raúl Arévalo, Julia García, William Miller
Estreno en España: 24 de noviembre de 2006

Le damos un 7

Comedia musical en clave flamenca, esta fábula sobre el egoísmo y el coste de ser feliz resulta original aunque peque de tener un hilo argumental algo estirado. Aún así, aprueba con nota.

Echando un vistazo al cine reciente, en este título no hay demasiados componentes de novedad pero tampoco se debe pasar por alto su aportación a un género que ha tenido en los últimos años algunos ejemplos notorios, el más conocido es El otro lado de la cama, que incluso tuvo su correspondiente secuela. Esta tragicómica visión del hastío femenino entronca más con los narcolépticos 20 centímetros de Ramón Salazar.

La buena calidad de las coreografías recuerdan al experimento del cineasta de Piedras, también es punto de unión el hecho de que la tensión del relato decaiga una vez pasados los efectos de la confusión. Pero Álvaro Begines pasa el examen porque consigue su propósito de hacer reír rentabilizando el intrínseco ‘cachondeíto’ andaluz de personajes nada extraños, poniendo en boca de los actores expresiones y guiños que no resultan forzados. Y es de agradecer en un cine repleto de tópicos mal empleados.

Nuestra industria nos tiene reservadas un par de sorpresas al año. Miguel Albaladejo se presentó en 1997 con La primera noche de mi vida, un curioso fresco de historias cruzadas ambientado en Nochevieja. En esta fecha tan señalada también comienza la acción de esta ópera prima original, un soplo de aire fresco por el que coinciden Begines y el responsable de cintas como Manolito Gafotas, Rencor y Cachorro.

Ambos conectan en muchos aspectos más, como el esmero técnico con el que ruedan sus trabajos de presentación y la acertada elección de unos actores que van desde algunos pesos pesados de nuestro cine, como el omnipresente Antonio Dechent, hasta rostros menos conocidos a punto de ser descubiertos, como Belén López (La distancia) y Marisol Membrillo (Una pasión singular), pasando por solventes intérpretes imprescindibles en las producciones de Tesela: Ana Wagener, Manuel Morón y Alex O’Dogherty.

Aplaudimos la pareja formada por Carlos Álvarez-Novoa y Lola Herrera, recuperados ambos para el cine después de recorrer los escenarios españoles con el montaje Solas. La veterana actriz dota de empaque un personaje que tenía visos de no resultar creíble y juntos, sus personajes, logran desmontar mitos sobre la tercera edad, como ya hicieron China Zorrilla y Manuel Alexandre en Elsa & Fred.

Begines es un director novel que cuida su criatura, aunque es incapaz de borrar el rastro musical que le dio a conocer en el grupo No me pises que llevo chanclas (si no se convierte en un estigma, no importa). Prueba de ello es el exquisito tratamiento de la banda sonora, un acertado compendio de temas muy conocidos – Escándalo, Tu frialdad, Yo soy un loco- adaptados y producidos por Manuel Ruiz, Queco. Ya la introducción musical, un Aserejé bastante alternativo, nos adelanta el tono de lo que vamos a poder disfrutar, una agradable e inteligente mezcla de rastas y flamenco.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

Crítica: "El camino de San Diego"


Director: Carlos Sorin
Intérpretes: Ignacio Benítez, Carlos Wagner La Bella, Paola Rotela, Silvina Fontelles, Miguel Gonzalez Colman, José Armónico, Toti Rivas, Marisol Córdoba, Hermano Otto Mosdien, Claudio Uassouf, Lila Caceres, Pascual Condito, Juan Villegas.
Estreno en España: 24 de noviembre de 2006

Le damos un 7

El director de Historias mínimas vuelve a convencer con una parábola sobre el fanatismo irracional por un mito, la religión de los más pobres.

La de Tati, el protagonista de esta cinta, tiene un Dios que no es otro que Diego Armando Maradona. Por él es capaz de recorrer la Ruta 14 que, por encima de conectar la provincia argentina de Misiones con Buenos Aires, constituye en realidad una experiencia que le hace olvidar su vida de miseria y desesperanza.

Simple y llana, sin que se atisbe aquí el tono peyorativo de ambos adjetivos, la película confirma la intención de Carlos Sorín por hacer de lo anecdótico un argumento capaz de sostener 98 minutos de metraje. No sólo logra captar nuestra atención sino que consigue que enfoquemos y veamos mucho más que historias sencillas que desde luego no lo son para sus protagonistas.

Cansado de que la vida sólo juegue malas pasadas, el cineasta de Historias mínimas y Bombón, el perro, se decanta por un relato amable acerca de la ilusión. Una esperanza que no se trunca, al contrario: va fortaleciéndose a medida que avanza el recorrido y aparecen personajes redentores y compasivos con las diferentes formas de entender la vida.

Hay voces que ya se han alzado criticando la repetitiva fórmula empleada por un incansable cineasta en tres cintas envueltas por un exceso de naturalidad. A nosotros, algo cotillas, nos gusta seguir como unos mirones los caminos que se tuercen y enderezan gracias a los transeúntes que cruzan sus vidas, insignificantes y pequeñitas.

De esta manera creemos que sigue conectando con el público gracias a la verdad, la que aportan los no-actores que nos conducen un fino hilo argumental lleno de etapas: las del destino, las creencias y las dudas. Sorín ostenta el honor de ser un escultor de la ingenuidad a partir de una materia prima maleable: la sencillez de los habitantes invisibles, aquellos que viven al margen de la globalización en la que los demás estamos sumidos.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

Crítica: "Grbavica. El secreto de Esma"

Director: Jasmila Zbanic
Intérpretes: Mirjana Karanovic, Luna Mijovic, Leon Lucev

Estreno es España: 24 de noviembre de 2006

Le damos un 8

Las consecuencias de la guerra llegan al cine bajo un engañoso tono amable. Ocurre con esta tremenda e imprescindible historia sobre la convivencia con un demonio cotidiano.


Hay muchas formas de presentar la sinrazón de un conflicto bélico como el que sumió a los Balcanes (aquí al lado, por cierto) en un infierno durante más de una década. Se puede narrar bajo un halo de costumbrismo, como suele hacer Emir Kusturica, desde el humor (Danis Tanovic, En tierra de nadie) o la tragedia (Sueño de una noche de invierno, cruda y asfixiante).

Grbavica se presenta de manera sibilina, lanzando un imperceptible chillido que conforme avanza el metraje se hace más audible, para acabar destrozando los tímpanos al final. Tensión contenida y naturalidad a la hora de afrontar los desagradables asuntos que dan pie al relato, la cinta ganadora del pasado Festival de Berlín nos lleva hasta uno de los arrabales más populosos de la capital bosnia.

La ciudad de Sarajevo consiguió hacer frente a años de asedio, pero la huella de la guerra civil, los francotiradores que jugaban al tiro al inocente, el escaso alimento del porvenir y el exceso de intolerancia sobrevuelan en el ambiente. Lejos de parecer un ejercicio de revanchismo, la película se apoya en una mezcolanza entre poesía, sentimiento de humillación y desgarro que rápidamente nos posiciona en el lado de las víctimas, sin mostrar una imagen impactante, sin darnos más detalles de los necesarios.

Grbavica es un conjunto de referencias y pinceladas que pasarán desapercibidas, no así la terrible denuncia que hace. Las certeras interpretaciones nos sirven de enganche a una sociedad que debe recomponer sus cristales rotos, aunque da la sensación de que siempre se verá el pegamento, recordando que una vez el objeto se hizo añicos.

De eso sabe mucho la directora Jasmile Zbanic, que apuesta por un título que nos enseña lo qué hay detrás de una aparente apertura al mundo y vuelta a la normalidad: las historias que encierra el barrio de Grbavica, como la falta de empleo digno, la corrupción y el odio acumulado, no son las que tienen que ver con un Sarajevo que, de manera más general, parece destinado a convertirse de nuevo en un mal llamado crisol de culturas.

Zbanic acierta al hacer tangible un universo paralelo que poco tiene que ver con las presuntuosas etiquetas de prosperidad, reconstrucción y convivencia de religiones: hay un mundo desconocido que se extiende más allá de los límites del centro de la ciudad. Por ahí pasea una cineasta que saca su lado de documentalista al mostrar planos que consiguen trasmitir la desazón de una geografía gris bajo un manto blanco que no consigue -tampoco lo pretende- hacer invisible el legado doloroso.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

lunes, noviembre 20, 2006

Crítica: El ciclo Dreyer


Director: Álvaro del Amo

Intérpretes: Elena Ballesteros, Pablo Rivero, Ruth Díaz, Fernando Andina, Isabel Ampudia

Estreno en España: 17 de noviembre de 2006

Le damos un 5

Este cómico retrato de la España de los 60 podría gozar de buena salud sin no se presentase como drama con tintes cinéfilos y el humor aflorase sin pretenderlo.

Su anterior película, Una preciosa puesta de sol, ponía en liza la labor de Álvaro del Amo como guionista: podemos estar equivocados en nuestro concepto de cine o, por otro lado, que sea él quien se complica de manera innecesaria al trabajar historias como ésta, que provocan la risa en momentos en los que la fatalidad debería embriagarnos.

Folletín sin ritmo, con dilemas absurdos. Con esas lindezas me presentaban unos compañeros la película, vista de manera inexplicable en la sección oficial de un festival como la Seminci vallisoletana, cuyos organizadores se esmeran a la hora de seleccionar sólo lo mejor para su escaparate principal. Una lástima que este año errasen y, más triste todavía, que la reseña llegase una vez terminada la proyección.

Lejos del título cinéfilo, las múltiples referencias a la obra del danés Carl Theodor Dreyer hacen mucho ruido pero aportan más bien poco, con la salvedad de alguna secuencia rodada al más puro estilo del responsable de Gertrud y Ordet. Pretensiones a un lado, y por si no fueran suficientes para hundir sin ayuda El ciclo Dreyer, los aires novelescos de guionista de tercera embadurnan el dudoso homenaje a los jóvenes que a finales del franquismo cultivaban sus inquietudes culturales, religiosas y amorosas.

El reparto está integrado por un cuarteto de rostros que, una vez conocidos por todos gracias a la pequeña pantalla, han ido apareciendo en las salas de cine con mayor o menor fortuna. Destacan Elena Ballesteros (que debería ser recordada por El lugar donde estuvo el paraíso) y Ruth Núñez (más televisiva que nunca gracias a Yo soy Bea), y por momentos convence Fernando Andina (El comisario) en la piel de un cura sosainas. Todos, también Pablo Rivero (Cuéntame) con su aire ‘pedantón’, ponen más ilusión que esfuerzo.

Las interpretaciones resultan forzadas, poco creíbles por culpa de un guión en el que predominan diálogos impostados e innaturales. Lo que para unos puede ser un libreto cuidado para la gran mayoría es un conglomerado demasiado rígido, sin vida en el guión y encajonados y carentes de emoción real al salir de boca de los actores. A estas alturas, con la cartelera llena de trabajos recomendables y con las entradas de cine tan caras, los buenos propósitos no bastan para sustentar una película.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

Crítica: DOA: dead or alive


Director: Corey Yuen

Intérpretes: Jamie Pressly, Holly Valance, Sarah Carter, Devon Aoki, Kane Kosugi, Natassia Malthe, Matthew Marsden, Eric Roberts, Steve Howey, Brian White

Estreno en España: 17 de noviembre de 2006

Le damos un 3

Otro más, otro video-juego que llega y se estrella en la pantalla. Los responsables de esta producción al menos son conscientes de que están jugando en una liga inferior.

No destaca por el consumo adolescente al que está destinada, sino por el homenaje a todas esas cintas que tienen entidad propia y aquí dejan retales, Matrix y Tigre y dragón a la cabeza.


En la tradición de las adaptaciones de aventuras gráficas, este título se queda lejos incluso de las que tienen todas las de perderse en el olvido de los tiempos, como las irregulares Alone in the dark y Silent Hill. Con un argumento que para estar delante del ordenador es más que suficiente, en su paso al cine no ofrece consistencia alguna.

Tiene más de 30 películas a sus espaldas, sólo una anterior rodada fuera de Hong Kong (Transporter) y por lo que hemos comprobado gracias a ésta, todas prescindibles. Corey Yuen es el director de una orquesta donde los instrumentos desafinan y los músicos se ríen de sí mismos. El sentido del humor que no falte en esta parodia con bikinis, chicas guapas y mucho músculo que por momentos parece una vulgar copia de La casa de las dagas voladoras y Los ángeles de Charlie, perdón, queríamos decir homenaje.

Insulsa y sin sentido alguno, DOA (así, en confianza) demuestra que sus responsables carecen de imaginación pero gozan de un magnifico mecanismo para hacer llevadero un metraje infumable. Parece mentira que la historia no resulte aburrida, aunque otra cosa es que el trabajito tenga cosas positivas a destacar, pocas la verdad: el argumento pide un ágil montaje que imprima ritmo a las escenas de acción.

Es lo único que nos llama la atención, tanto ritmo descompensado que al final nos posiciona ante un desequilibrado conglomerado de ‘peleítas’ y luchas, rodadas con desgana a pesar de que constituyen el grueso del guión. Un libreto, por cierto, repleto de chistes facilones, tópicos machistas y un leve intento de convertir a la mujer en protagonista, y no por su belleza ni su portento en el terreno de las artes marciales. No tiene el más mínimo interés.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

Crítica: Trastorno


Director: Fernando Cámara


Intérpretes: Ingrid Rubio, Najwa Nimri, Pep Munné, Juan Sanz


Estreno en España: 17 de noviembre de 2006


Le damos un 5


La buena calidad técnica del filme no corre en paralelo con el tratamiento, tan manido que parece que estamos ante un déjà vu continuo.



Fernando Cámara viene con aval y descalabro: dirigió Memorias del ángel caído y tropezó al firmar el guión de la absurda Más de mil cámaras velan por tu seguridad. Si Trastorno le ha tenido absortó durante varios años, mejor que se dedique a otra cosa, porque el resultado no merece el coste de una entrada de cine.


Ese baremo, el de los 6 euros de media a día de hoy, podemos empezar a emplearlo: ¿cuánto cuesta estar pendiente de una historia que se repite, sin que aporte nada al espectador? Por si fuera poco el resultado nos sale negativo si la previsión de la evidencia aflora a partir del primer cuarto de hora de metraje, cuando se emprende la feroz carrera por mantener ritmo y suspense.


Se desaprovecha dinero y talento, el de Nawja Nimri, Pep Munné e Ingrid Rubio, que luchan por hacer creíble lo que les ha caído encima. Del trío es la catalana, vista en 2006 en Tirante el blanco y Salvador, quien intenta que su personaje no resulte ridículo, predecible y recurrente. He aquí que encontramos la excepción que confirma la regla de que seguimos estando ante una de las mejores actrices del momento. Eso sí, las miradas que encierran envidias ya tuvieron su catálogo nutrido en La mano que mece la cuna, de la que bebe este título.


Trastorno se ajusta a los patrones más triviales del thriller: casas de revista fotografiadas desde el exterior, pobres recursos para generar sorpresa, planos repetidos que persiguen la tensión del espectador y una resolución típica, susto final incluido. Lo de meter al enemigo en casa ya está muy visto; también aburre el conflicto entre almas hermanas... Más de lo mismo y sin intenciones de contarlo de manera diferente, así que este firme defensor del cine español, debido al coste de la vida, se plantea medir con mucho tiento el valor de hacer una película como ésta.


Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

viernes, noviembre 10, 2006

Crítica: Los fantasmas de Goya


Director: Milos Forman
Intérpretes: Javier Bardem, Natalie Portman, Stellan Skarsgård, Randy Quaid, Jose Luis Gomez, Unax Ugalde, Blanca Portillo

Le damos un 5

Milos Forman echa un vistazo bastante sesgado a la compleja España de finales del siglo XVIII. Lo hace a través de una película también convulsa y bastante irregular.

Se le puede acusar de faltar a la realidad fidedigna pero él se defiende argumentado que ha contado una historia, no la Historia con mayúsculas. No van a ver un retrato del pintor como el que hizo Carlos Saura en Goya en Burdeos ni, salvando discrepancias, Bigas Luna en Volaverunt. Francisco de Goya pasa a un segundo plano: no es el protagonista sino el testigo de unos hechos que durante los primeros minutos consiguen engancharnos para luego perder interés y consistencia, por devaneos innecesarios.


Da igual que Javier Aguirresarobe esté detrás de la fotografía, que el vestuario haya sido diseñado por la figurinista Ivonne Blake (con Oscar y 4 Goyas) o que se rodase en localizaciones donde el pasado cobra vida... El libreto, la columna vertebral, flojea por un exceso de maniqueísmo: tenemos a los buenos, que lo son hasta que dejan de serlo; los malos, los inquisidores, llegan a reconocer la ineficacia de sus métodos.

Tiene dos partes bien diferenciadas. Sobre la segunda mitad sobrevuela el ave del folletín, no sin cierto tono burlesco, lógicamente sin pretenderlo: la transformación del personaje de Bardem cuesta creérsela; Portman tiene buenos momentos que, por repetitivos, se hacen pesados. Parece que los protagonistas están encorsetados en sus personajes, más preocupados por no desilusionar a sus seguidores con una película más. Los que dan vida a retratos históricos -el sueco Stellan Skarsgard como Goya- están delimitados por la visión de los más letrados; el resto, mejor dicho, José Luis Gómez es el único que pasea con soltura, a pesar de someterse a increíbles pruebas.

Milos Forman (Amadeus, Valmont) sigue recreando tiempos pasados trazando paralelismos con el presente. Aquí ha intentado condensar muchos aspectos, demasiados y no muy bien hilados, de una etapa en nuestra historia que nosotros no hemos sabido rentabilizar. Reto para un director extranjero que pasa a priori por ser más crítico y estar más interesado en la Historia que los patrios. Tras la emoción queda la desvergüenza por contextualizar la trama con tópicos al estilo de Hollywood, perfilando la España que quieren ver, al igual que Memorias de una Geisha mostró Japón a través de ojos occidentales. Tras el varapalo llega la defensa ya que no debemos atribuir a un cineasta roles que no le corresponden, como el de profesor de historia.

Como producto puede funcionar con secuencias lujosas como la que recoge el proceso de un grabado. Y seguro que no nos equivocamos al afirmar que gustará más fuera de nuestras fronteras que dentro, donde más de uno se ha quedado imaginando la película que podría haber sido con tan jugoso material humano. Seguimos con ganas de entrar a través del cine en un universo pictórico tan variado, aunque le tendremos que dar la razón a los puristas: los cuadros, en el museo.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

Crítica: Ficción


Director: Cesc Gay
Intérpretes: Eduard Fernández, Javier Cámara, Montse Germán, Carme Pla, Ágata Roca
Estreno de España: 10 de noviembre de 2006

Le damos un 7,5

Resulta atractivo el cine ‘de charla interior’ que propone Cesc Gay. Narrado desde el reposo, primando el fluir de las conversaciones con uno mismo que no oímos, su Ficción no incomoda y eso que muestra algo tan triste como una historia sobre pasiones refrenadas.

Este alquimista que trabaja con material sensible, el de las emociones y las relaciones personales, no gusta de grandes algarabías. Apoyado en el clima familiar cómplice en el que sitúa la historia (fomentado por los lazos reales entre los actores y él mismo), Cesc Gay explora un nuevo territorio, más sosegado que los de antes: se marcha de la urbe para refugiarse en el ambiente rural, pasa del reparto coral al trabajo intimista.. Carga su mochila con primeros planos de actores que cuentan muchas cosas pero sin pronunciar palabra, con la excepción de Cámara, tan vigoroso y hábil como siempre.

Completa una trilogía sobre los problemas a los que nos enfrentamos en cada etapa de nuestra vida. Krámpack, En la ciudad y Ficción son muy distintas entre sí, pero es curioso que cubran etapas: la adolescencia, la treintena y la madurez asociada a la crisis de los 39, una veteranía que nos llega desnuda y desesperanzadora. La idea de que la película se contempla como una cariñosa despedida de hora y media entronca con la mirada reflexiva de un cineasta que se está haciendo con su sitio dentro del panorama europeo.

Con el permiso de Eduard Fernández –hay que hacer memoria para recordar un trabajo malo-, la sutileza es la principal protagonista de una historia que gira en torno al sentimiento de renuncia y la responsabilidad. La búsqueda de inspiración es una excusa llana para abandonar por algún tiempo la vida que le hastía... y hasta ahí podemos contar.

Da igual que el final del recorrido nos parezca previsible, lo que importa es el viaje, la excursión hasta el otro lado del mundo con ritmo pausado, casi detenido y nada artificioso. Fernández encuentra en Montse Germán a su partenaire ideal: sostiene su mirada y equilibra la balanza. Los otros tres personajes revolotean limitándose a observar sin alterar la naturaleza. Lejos de parecer pretencioso Gay vierte en sus cuadros de vida múltiples y agradecidas referencias musicales y cinematográficas, sin entrar en lo metafórico del título y el personaje alter ego del director.

Como apunte podemos decir que el rodaje tuvo lugar de manera cronológica, haciendo más creíble el trabajo de los actores. Una viveza que, como tantos otros aspectos, nos llega de manera sutil a través de una sencilla y preciosa historia de amor que todos tenemos derecho a vivir. Porque no vive quien no sufre, aunque sólo sea un poquito.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

viernes, noviembre 03, 2006

Crítica: "Una verdad incómoda"


Director: Davis Guggenheim
Intérpretes: Al Gore
Estreno en España: 3 de noviembre de 2006


Le damos un 7

La Tierra habla por boca de Al Gore: se derrite el hielo de los polos, aumenta la población de seres humanos y hay muchos ineptos entre los gobernantes políticos.

Interesante y didáctica lección sobre el calentamiento del globo mezclada con cierto halo de revanchismo tras el varapalo del ex vicepresidente del gobierno de Bill Clinton en la enmarañada carrera hacia la presidencia de EE.UU.

Él sí que es listo, no George W. Bush. Es la idea que subyace en este documental que, a pesar de su carácter político, ofrece a priori claves acerca de nuestro futuro en el planeta. Es posible cambiar el curso de la historia, la medio ambiental y, de camino, también la política, no dejando para mañana lo que podemos hacer hoy. El problema es que las empresas que no llenen sus arcas ahora, lo tendrán más difícil cuando todos estemos más alerta ante la peligrosa situación que se nos avecina.

Si le gusta el género de catástrofes recordará que en El día de mañana un científico interpretado por Dennis Quaid alzaba la voz en una conferencia mundial anunciando graves problemas para nuestra naturaleza, molestias que llegarían antes de lo previsto. Despojado el título en cuestión de acción, tufillo a crítica al imperialismo y el relato de ficción propio, nos queda este grito no tan desesperanzador como podría verse al principio.

Este ejercicio divulgativo sobre las catastróficas consecuencias del cambio climático no es más que una conferencia ilustrada con imágenes que hemos visto hasta la saciedad. La riqueza está en la puesta del largo de un showman, un ponente de lujo que, de no haber sido destronado de manera dudosa en Florida, hoy sería presidente demócrata de los EE.UU.

En ese caso nos hubiéramos quedado sin el actor que nos guía por este documental, que además de incomodar a políticos y a nosotros mismos, refleja lo que hay más allá de la carrera hacia el poder de un político. Toques biográficos a un lado, el ritmo del documental no decae salvo en los momentos en que nuestro amigo Al Gore recuerda sus vivencias infantiles y las relaciona con el imparable paso del tiempo y su mella en nuestra conciencia. No nos descubre nada, pero contribuye a que nos quedemos pensando si debemos actuar y cómo hacerlo.

Texto escrito por
Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

Crítica: "La matanza de Texas: el origen"


Director: :Jonathan Liebesman
Intérpretes: :Jordana Brewster, Taylor Handley, Diora Baird, Matt Bomer, Lee Tergesen, Cyia Batten, R. Lee Ermey, Andrew Bryniarski, Marietta Marich, Terrence Evans, Kathy Lamkin, Cyia Batten, Lew Temple
Estreno en España: 3 de noviembre de 2006


Le damos un 5

Apta sólo para los muy fanáticos del género de terror, juega con la adrenalina a pesar de que ya sabemos cómo acabará la cosa.

Aquí tenemos a la clásica familia de la América profunda, la que se muestra unida en torno a un grupo de muchachos a los que descuartizar, festejando de este modo el espíritu festivo de un sentimiento común.

La acción nos remonta hasta el año 1969. Entre oníricas imágenes que darán lugar a una especie de espejismo desalentador, la película nos plantea un paseo por macabras retenciones y asesinatos nada limpios. Se revela como ejercicio de síntesis en torno a los orígenes de una de las leyendas cinematográficas más aplaudidas y temidas.

Esta historia marca el planteamiento de la que se narró hace poco con motivo de la revisión del clásico La matanza de Texas. Una película cuya finalidad principal es la de dar respuestas y no ser engañosa respecto a sus principios. Es por eso por lo que aplaudimos a su director, por no traicionar al espíritu de un tipo de cine que tiene muchos adeptos, sobre todo adolescentes, y es más consumido entre mantitas una noche de fin de semana.

Como producto cinematográfico no sorprende: la realización está destinada a resaltar el aislamiento en un paisaje rural, con carreteras semidesiertas y sospechosos personajes que fomentan encontronazos más inciertos aún. El desfile de vísceras, miembros separados de sus cuerpos y la sangre que brota sin freno puede resultar más cansino que molesto, siguiendo la estela de títulos recientes como Saw, Hostel, Creep... Un ejemplo del contraataque ‘gore’ occidental al cine de sustitos oriental.

Y aunque nunca pensamos que podríamos decirlo, se echa en falta el siempre dudoso y peculiar sentido del humor propio de un género cuya máxima aportación a la sociedad es la de permitir que muchos jóvenes se arrimen entre sí, no vaya a ser que venga el de la máscara.

Texto escrito por
Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

Crítica: "Jackass dos. Todavía más"


Director: Jeff Tremaine
Intérpretes: Johnny Knoxville, Bam Margera, Stephen Glover, Chris Pontius, Preston Lacy
Estreno en España: 3 de noviembre de 2006


Le damos un 1

Esta desmedida mezcla entre carcajada, vergüenza ajena y asco no es más que un surrealista e insultante carnaval de golpes, pruebas salvajes y gamberradas sangrientas que no merece llegar a las carteleras.

La gracia está ahí, pero es tan aparente que no sustenta un largometraje confeccionado por piezas engarzadas con el único hilo argumental de la inconsciencia. Lo más duro es que sus promotores no lo son: saben muy bien que la gente se retorcerá en la butaca al tiempo que pedirá más y más, lo que da idea de la comparación con el ‘pan y circo’ de nuestros antiguos romanos para que el populacho no viese más lejos de lo que a sus gobernantes les interesa que vean.

Los mandatarios son unos desalmados productores de MTV, canal de televisión que ha visto como sube la audiencia con un grupo de chiflados capaces de hacer lo que sea. Es su religión, la que les lleva a colocar una sanguijuela en su ojo para que chupe la sangre, arrancarse dientes y vomitar después de... ¡Vomitar, en definitiva, que ya da bastante asco!

Untan de dinero a sus insensatos conejillos de indias y les dejan a sus anchas: ¿qué eres capaz de superarte con una prueba más salvaje? Pues ahí tienes. No tienen ningún aprecio por su piel, por su cuerpo... Algo que viene de tiempo atrás: pensé que estaría perdido al no haber visto la primera parte, pero no. Eso sí, una fuerza desconocida se apodera de nosotros una vez dentro de la sala, ya que enganchan las estupideces, cada una más absurda que la anterior. Quizá una de las gracias esté en el doblaje al castellano: los profesionales se esfuerzan en dotar a sus voces de ese tono tontorrón que seguro tienen en la versión original.

¿Es posible que un espectador imite las tonterías que durante hora y media se suceden en pantalla? Suponemos que no, pero no seremos nosotros censores de ninguna forma de vida estúpida. Sí recomendamos nos gastar un solo euro en este dudoso trabajo rodado cámara en mano, con primeros planos y con la firma de tipos como Spike Jonze, como si esto constituyera garantía alguna.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

Crítica: "GAL"


Director: Miguel Courtois
Intérpretes: Natalia Verbeke, José García, Jordi Mollà, Bernard Le Coq, José Coronado, Ana Álvarez, José Ángel Egido, Ricardo Borrás, Jordi Reberllón, Abel Folk, Miguel Hermoso, Juan Gea, Blanca Marsillach, Mercé Llorens
Estreno en España: 3 de noviembre de 2006


Le damos un 4

El histrionismo exagerado mancha este thriller que, sin embargo, puede funcionar de la misma manera que El Lobo, aunque sólo si uno se olvida del rigor histórico.

Después de aquella historia sobre el infiltrado Mikel Lejarza, había otro episodio relacionado con la banda terrorista ETA que debía ocupar sus fotogramas correspondientes. Una aproximación en GAL que no cumple las expectativas creadas.

El caso de los conocidos Grupos Antiterroristas de Liberación llega tamizado por la mirada de Miguel Courtois que trabaja el mundo de las evidencias. Realidades posibles asumidas como certezas y corrompidas a su vez por el desgarrado empeño personal de Melchor Miralles, cabeza visible de Mundo Ficción y uno de los artífices de la investigación periodística de 12 años que sacó a la palestra el caso GAL. En demasiadas ocasiones, un buen guionista (Antonio Onetti) no hace milagros.

Viendo la película uno tiene la sensación de que no es ecuánime, aunque a estas alturas sabemos que la objetividad no existe y menos en el cine, un terreno abierto a toda clase de subjetividades al regirse por el principio de la creatividad. Sin entrar en la sustanciosa materia histórica –verán como cuesta-, GAL se adentra en la profesión periodística: la que se muestra independiente, la que se intenta manipular, la que tiene intereses... Nadie está libre de pecado.

La trama protagonizada por pistoleros, aguerridos reporteros, confidentes y víctimas que también son verdugos nos llega a ritmo de video-clip, como el de una secuencia que chirría por encima de las demás al tratar en paralelo asesinatos y lujos costeados a golpe de tarjeta. No dejamos atrás los personajes estereotipados al máximo. Llegados a este punto no cumplimos lo prometido y caemos en las similitudes con la historia: un ejemplo, el siempre convincente Jordi Mollá que aquí da vida a un ser que recuerda al subcomisario José Amedo, con el descaro de Torrente y el deje de José María Aznar.

Es el más caricaturizado de un reparto hilarante: Abel Folk se mete en el cuerpo de Pedro J. Ramírez; José Ángel Egido trabaja un personaje a medio camino entre los ex ministros del Interior Corcuera y Barrionuevo; el ‘hombre de la tónica’ da vida a la parodia de Felipe González -ese acento, por favor- y se relata el ‘erróneo secuestro’ de Segundo Marey. Más conseguidos están los secundarios a los que dan vida Ana Álvarez, Mercé Llorens, y Mar Regueras. Pero la pareja protagonista flojea: no te crees las afirmaciones de manual que suelta el personaje de Verbeke y quedan ridículos los guiños del enamoradizo interpretado por García.

A nadie se les escapa que detrás de esta película está buena parte de la gente que montó El Mundo del Siglo XXI pero son tan claras las referencias que no se deja vía libre a la imaginación y mucho menos a la interpretación. Está demasiado basada en hechos reales y nos lo dan todo hecho. Incluso lo repiten un par de veces por si no nos hemos enterado. Y eso al espectador, que no es tonto, le aburre.

Texto escrito por
Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

Crítica: "El destino"


Director: Miguel Pereira
Intérpretes: Tristán Ulloa, Carolina Román, Mimí Ardú, Tukuta Gordillo, Tomás Lipán, Daniela Carril, Titina Gaspar, Rubén Fleita
Estreno en España: 3 de noviembre de 2006


Le damos un 4

Pocas sorpresas ofrece este título acerca de la introducción de un elemento extraño en un ambiente opresivo al margen del mundo.

Lo que en principio parece un western en cuya carga ideológica está el choque entre culturas muy distintas, acaba como un relato demasiado paródico con una estructura demasiado predecible y ritmo tan pausado que nos lleva al tedio.

Miguel Pereira traslada ideas a la pantalla, adapta sin demasiada pasión cinematográfica el contenido de El hombre que llegó a un pueblo, una novelita escrita por Héctor Tizón y ahora publicada en España. El argentino se limita a redundar en la idea inicial, con personajes que desvelan muy pronto sus verdaderas intenciones y desenvueltos en dilemas de manual.

Las buenas intenciones no son suficientes a la hora de contar una historia y menos en un tiempo en que estamos demasiado acostumbrados a mecanismos que inculcan idea de modernidad. Da la sensación de que Pereira se queda anclado en una forma de hacer cine algo escasa y primitiva –en realidad, nosotros somos culpables de no verlo como contemporánea-, con un montaje sencillo, interpretaciones correctas pero justitas y metáforas que se diluyen entre muchas evidencias.

Localizada en Jujuy, una provincia del norte de Argentina, el paisaje contribuye a que nos lleguen las sensaciones que persigue Pereira: soledad, aislamiento, confianza ciega en el otro, desprecio por el vecino de siempre, lentitud en el paso del tiempo... Pero esa transmisión se produce a trompicones, sin personajes que enamoren, como los que perfiló Laura Mañá en una historia similar a ésta, Morir en San Hilario, una película con más virtudes que defectos y sobre todo, con el alma que le falta a El destino.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.