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sábado, abril 14, 2007

Crítica: Moscow zero

Director: Luna
Intérpretes: Val Kilmer, Vincent Gallo, Oksana Akinshina, Joss Ackland, Rade Serbedzija
Estreno en España: 4 de abril de 2007


Le damos un 3

El entretenimiento suele estar reñido con la perfección cinematográfica. Es lo que ocurre con la esta nueva muesca en la carrera de Luna, cineasta tan atípica como criticada.

Dispar. Así es la obra de María Lidón, más conocida en la industria por su apodo espacial que da idea de que orbita por otros lares. Su mirada atrevida al cine de hoy le hace merecedora de elogios y burlas.

A las segundas vamos a llegar muy pronto, sólo permítanme que recordemos la filmografía de Luna: comenzó con Náufragos, una aventura en Marte increíble y peor contada, para seguir después con Yo, puta, donde combinaba el tono documental con la farsa, contando con Daryl Hannah y Denise Richards.

¿De dónde saca la financiación para sus proyectos? ¿Cuáles son sus contactos en el mundillo? Deben ser interesantes para contar con intérpretes afamados como Val Kilmer y otros cotizados por su valía, caso de Joaquim de Almeida, que aquí no hace gala de ella. Ya que consigue tanto dinero, la cuestión que se plantea es el porqué de sus descuidos en el guión y las incoherentes interpretaciones de sus actores-estrella, que rozan el patetismo.

Que las entrañas de Moscú puedan generar una y decenas de historias dignas de llegar al cine es algo que no nos coge de improviso. ¿Por qué no consigue atraparnos esta bajada a los infiernos tomando como entrada el transporte metropolitano moscovita? El ambiente claustrofóbico y oscuro se contagia de una apatía formal que se traduce en planos repetitivos, música recurrente y un guión tosco que bebe de dos referentes ya clásicos: El espinazo del diablo, de Guillermo del Toro, y el rotundo cortometraje 7337, acerca de un grupo de niños que 'se esconden' en una escuela durante la Guerra civil española y... Hasta ahí podemos contar.

Dándole incluso el beneficio de la duda –puede que Luna no vea muchas producciones españolas-, Moscow zero debe remontar las pre-críticas que suele generar esta directora. Esto cuesta tanto o más que creernos que las profundidades de Moscú están controladas por tribus urbanas que aparecen y desaparecen por arte de magia y asisten perplejos a los delirios de un tipo obsesionado con leyendas que se remontan a 1920.

Mal narrado, este cuento resulta intragable, mucho más si se adereza con guiños absurdos: un cura que se besa con una peculiar guía de ese inframundo, la eterna lucha entre los vivos y los muertos por un mismo lugar en el mundo (de los vivos, claro) y los rápidos movimientos de cámara siguiendo estelas y sombras, las mismas de toda película de terror mala.

Por cierto, amigos directores de cine, algunas de las mejores historias del género ocurren a plena luz de día, caso de ¿Quién puede matar a un niño? Ahí no hay oscuridad que camufle las imperfecciones.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

Crítica: Pudor

Director: David Ulloa, Tristán Ulloa
Intérpretes: Nancho Novo, Elvira Mínguez, Natalia Rodríguez, Celso Bugallo, Carolina Román, Marcos Ruiz, Lorena Mateo
Estreno en España: 13 de abril de 2007


Le damos un 7

Sin guiños amables y con mucha valentía, los hermanos Tristán y David Ulloa debutan en la dirección con una interesante mirada íntima a las tumultuosas relaciones entre náufragos de una misma familia.

Con honestidad y recato entran en el feudo de la podredumbre emocional y el mal olor. Perdónenme este juego de palabras con los significados del término que da título a la cinta, pero es que resume con acierto la expedición que realizan estos debutantes –si olvidamos el corto Ciclo- al territorio de lo íntimo e individual.

Dicen que los actores que se pasan a la dirección tienen una óptica especial, una manera diferente de afrontar un proyecto. Aunque muchos se arriesgan con una historia propia (Laura Mañá y Sexo por compasión; Federico Luppi y Pasos; Carlos Iglesias y Un Franco, 14 pesetas) otros se apoyan en textos ajenos que hacen suyos. Es el caso de Tristán Ulloa que se nutre de la novela de Santiago Roncangliolo y la pericia técnica de su hermano David para levantar el microuniverso abigarrado y claustrofóbico de Pudor.

La cámara se convierte en nuestra mirilla para husmear en el hábitat de unos seres perdidos que se desnudan ante nuestros ojos. En el paso del papel a la pantalla no huyen del dramatismo, pero tampoco caen en el tedio de los que se regocijan en las desgracias de los otros, hurgando en las heridas. Lo hacen con sentido (común) y sensibilidad (especial), de una manera nada sutil pero tampoco sangrante en exceso, dando atisbos de esperanza.

Entre los nubarrones se cuela algún rayo de sol y, siguiendo con los símiles, abrimos el paraguas y nos refugiamos bajo el chaparrón de películas sobre la familia, ese objeto de investigación sobre el que han experimentado tantos cineastas: Ettore Scola (La familia), Sam Mendes (American beauty), Ang Lee (La tormenta de hielo)... En ellos parecen inspirarse los hermanos Ulloa para sacar un lado de voyeur combinado con una ejecución apoyada en los pilares del suspense y el ligero surrealismo que les separa del costumbrismo más típico.

Como el naturalista que observa a las fieras, nos acercamos a una familia herida sobre la que revolotean los buitres esperando que alguno desfallezca. Elvira Mínguez, Nancho Novo y la joven Natalia Rodríguez sobresalen respaldados por un reparto bien elegido: Celso Bugallo, Joaquín Climent y Nuria González. Y volviendo al par de responsables, uno dirige mientras el otro realiza, por eso está tan bien la dirección de actores y no encontramos errores en la fotografía, la música y el montaje. Es decir, el tándem perfecto del que esperamos más películas.

Nos reservamos un último apunte y se lo dedicamos al escenario: Gijón. Se trata de una huida necesaria de los focos de rodaje habituales, Madrid y Barcelona. Por sus calles deambulan seres que, a pesar de vivir juntos, están solos y se muestran herméticos... ¿fábula o realidad?

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

viernes, noviembre 03, 2006

Crítica: "Una verdad incómoda"


Director: Davis Guggenheim
Intérpretes: Al Gore
Estreno en España: 3 de noviembre de 2006


Le damos un 7

La Tierra habla por boca de Al Gore: se derrite el hielo de los polos, aumenta la población de seres humanos y hay muchos ineptos entre los gobernantes políticos.

Interesante y didáctica lección sobre el calentamiento del globo mezclada con cierto halo de revanchismo tras el varapalo del ex vicepresidente del gobierno de Bill Clinton en la enmarañada carrera hacia la presidencia de EE.UU.

Él sí que es listo, no George W. Bush. Es la idea que subyace en este documental que, a pesar de su carácter político, ofrece a priori claves acerca de nuestro futuro en el planeta. Es posible cambiar el curso de la historia, la medio ambiental y, de camino, también la política, no dejando para mañana lo que podemos hacer hoy. El problema es que las empresas que no llenen sus arcas ahora, lo tendrán más difícil cuando todos estemos más alerta ante la peligrosa situación que se nos avecina.

Si le gusta el género de catástrofes recordará que en El día de mañana un científico interpretado por Dennis Quaid alzaba la voz en una conferencia mundial anunciando graves problemas para nuestra naturaleza, molestias que llegarían antes de lo previsto. Despojado el título en cuestión de acción, tufillo a crítica al imperialismo y el relato de ficción propio, nos queda este grito no tan desesperanzador como podría verse al principio.

Este ejercicio divulgativo sobre las catastróficas consecuencias del cambio climático no es más que una conferencia ilustrada con imágenes que hemos visto hasta la saciedad. La riqueza está en la puesta del largo de un showman, un ponente de lujo que, de no haber sido destronado de manera dudosa en Florida, hoy sería presidente demócrata de los EE.UU.

En ese caso nos hubiéramos quedado sin el actor que nos guía por este documental, que además de incomodar a políticos y a nosotros mismos, refleja lo que hay más allá de la carrera hacia el poder de un político. Toques biográficos a un lado, el ritmo del documental no decae salvo en los momentos en que nuestro amigo Al Gore recuerda sus vivencias infantiles y las relaciona con el imparable paso del tiempo y su mella en nuestra conciencia. No nos descubre nada, pero contribuye a que nos quedemos pensando si debemos actuar y cómo hacerlo.

Texto escrito por
Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

Crítica: "La matanza de Texas: el origen"


Director: :Jonathan Liebesman
Intérpretes: :Jordana Brewster, Taylor Handley, Diora Baird, Matt Bomer, Lee Tergesen, Cyia Batten, R. Lee Ermey, Andrew Bryniarski, Marietta Marich, Terrence Evans, Kathy Lamkin, Cyia Batten, Lew Temple
Estreno en España: 3 de noviembre de 2006


Le damos un 5

Apta sólo para los muy fanáticos del género de terror, juega con la adrenalina a pesar de que ya sabemos cómo acabará la cosa.

Aquí tenemos a la clásica familia de la América profunda, la que se muestra unida en torno a un grupo de muchachos a los que descuartizar, festejando de este modo el espíritu festivo de un sentimiento común.

La acción nos remonta hasta el año 1969. Entre oníricas imágenes que darán lugar a una especie de espejismo desalentador, la película nos plantea un paseo por macabras retenciones y asesinatos nada limpios. Se revela como ejercicio de síntesis en torno a los orígenes de una de las leyendas cinematográficas más aplaudidas y temidas.

Esta historia marca el planteamiento de la que se narró hace poco con motivo de la revisión del clásico La matanza de Texas. Una película cuya finalidad principal es la de dar respuestas y no ser engañosa respecto a sus principios. Es por eso por lo que aplaudimos a su director, por no traicionar al espíritu de un tipo de cine que tiene muchos adeptos, sobre todo adolescentes, y es más consumido entre mantitas una noche de fin de semana.

Como producto cinematográfico no sorprende: la realización está destinada a resaltar el aislamiento en un paisaje rural, con carreteras semidesiertas y sospechosos personajes que fomentan encontronazos más inciertos aún. El desfile de vísceras, miembros separados de sus cuerpos y la sangre que brota sin freno puede resultar más cansino que molesto, siguiendo la estela de títulos recientes como Saw, Hostel, Creep... Un ejemplo del contraataque ‘gore’ occidental al cine de sustitos oriental.

Y aunque nunca pensamos que podríamos decirlo, se echa en falta el siempre dudoso y peculiar sentido del humor propio de un género cuya máxima aportación a la sociedad es la de permitir que muchos jóvenes se arrimen entre sí, no vaya a ser que venga el de la máscara.

Texto escrito por
Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

Crítica: "Jackass dos. Todavía más"


Director: Jeff Tremaine
Intérpretes: Johnny Knoxville, Bam Margera, Stephen Glover, Chris Pontius, Preston Lacy
Estreno en España: 3 de noviembre de 2006


Le damos un 1

Esta desmedida mezcla entre carcajada, vergüenza ajena y asco no es más que un surrealista e insultante carnaval de golpes, pruebas salvajes y gamberradas sangrientas que no merece llegar a las carteleras.

La gracia está ahí, pero es tan aparente que no sustenta un largometraje confeccionado por piezas engarzadas con el único hilo argumental de la inconsciencia. Lo más duro es que sus promotores no lo son: saben muy bien que la gente se retorcerá en la butaca al tiempo que pedirá más y más, lo que da idea de la comparación con el ‘pan y circo’ de nuestros antiguos romanos para que el populacho no viese más lejos de lo que a sus gobernantes les interesa que vean.

Los mandatarios son unos desalmados productores de MTV, canal de televisión que ha visto como sube la audiencia con un grupo de chiflados capaces de hacer lo que sea. Es su religión, la que les lleva a colocar una sanguijuela en su ojo para que chupe la sangre, arrancarse dientes y vomitar después de... ¡Vomitar, en definitiva, que ya da bastante asco!

Untan de dinero a sus insensatos conejillos de indias y les dejan a sus anchas: ¿qué eres capaz de superarte con una prueba más salvaje? Pues ahí tienes. No tienen ningún aprecio por su piel, por su cuerpo... Algo que viene de tiempo atrás: pensé que estaría perdido al no haber visto la primera parte, pero no. Eso sí, una fuerza desconocida se apodera de nosotros una vez dentro de la sala, ya que enganchan las estupideces, cada una más absurda que la anterior. Quizá una de las gracias esté en el doblaje al castellano: los profesionales se esfuerzan en dotar a sus voces de ese tono tontorrón que seguro tienen en la versión original.

¿Es posible que un espectador imite las tonterías que durante hora y media se suceden en pantalla? Suponemos que no, pero no seremos nosotros censores de ninguna forma de vida estúpida. Sí recomendamos nos gastar un solo euro en este dudoso trabajo rodado cámara en mano, con primeros planos y con la firma de tipos como Spike Jonze, como si esto constituyera garantía alguna.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

Crítica: "GAL"


Director: Miguel Courtois
Intérpretes: Natalia Verbeke, José García, Jordi Mollà, Bernard Le Coq, José Coronado, Ana Álvarez, José Ángel Egido, Ricardo Borrás, Jordi Reberllón, Abel Folk, Miguel Hermoso, Juan Gea, Blanca Marsillach, Mercé Llorens
Estreno en España: 3 de noviembre de 2006


Le damos un 4

El histrionismo exagerado mancha este thriller que, sin embargo, puede funcionar de la misma manera que El Lobo, aunque sólo si uno se olvida del rigor histórico.

Después de aquella historia sobre el infiltrado Mikel Lejarza, había otro episodio relacionado con la banda terrorista ETA que debía ocupar sus fotogramas correspondientes. Una aproximación en GAL que no cumple las expectativas creadas.

El caso de los conocidos Grupos Antiterroristas de Liberación llega tamizado por la mirada de Miguel Courtois que trabaja el mundo de las evidencias. Realidades posibles asumidas como certezas y corrompidas a su vez por el desgarrado empeño personal de Melchor Miralles, cabeza visible de Mundo Ficción y uno de los artífices de la investigación periodística de 12 años que sacó a la palestra el caso GAL. En demasiadas ocasiones, un buen guionista (Antonio Onetti) no hace milagros.

Viendo la película uno tiene la sensación de que no es ecuánime, aunque a estas alturas sabemos que la objetividad no existe y menos en el cine, un terreno abierto a toda clase de subjetividades al regirse por el principio de la creatividad. Sin entrar en la sustanciosa materia histórica –verán como cuesta-, GAL se adentra en la profesión periodística: la que se muestra independiente, la que se intenta manipular, la que tiene intereses... Nadie está libre de pecado.

La trama protagonizada por pistoleros, aguerridos reporteros, confidentes y víctimas que también son verdugos nos llega a ritmo de video-clip, como el de una secuencia que chirría por encima de las demás al tratar en paralelo asesinatos y lujos costeados a golpe de tarjeta. No dejamos atrás los personajes estereotipados al máximo. Llegados a este punto no cumplimos lo prometido y caemos en las similitudes con la historia: un ejemplo, el siempre convincente Jordi Mollá que aquí da vida a un ser que recuerda al subcomisario José Amedo, con el descaro de Torrente y el deje de José María Aznar.

Es el más caricaturizado de un reparto hilarante: Abel Folk se mete en el cuerpo de Pedro J. Ramírez; José Ángel Egido trabaja un personaje a medio camino entre los ex ministros del Interior Corcuera y Barrionuevo; el ‘hombre de la tónica’ da vida a la parodia de Felipe González -ese acento, por favor- y se relata el ‘erróneo secuestro’ de Segundo Marey. Más conseguidos están los secundarios a los que dan vida Ana Álvarez, Mercé Llorens, y Mar Regueras. Pero la pareja protagonista flojea: no te crees las afirmaciones de manual que suelta el personaje de Verbeke y quedan ridículos los guiños del enamoradizo interpretado por García.

A nadie se les escapa que detrás de esta película está buena parte de la gente que montó El Mundo del Siglo XXI pero son tan claras las referencias que no se deja vía libre a la imaginación y mucho menos a la interpretación. Está demasiado basada en hechos reales y nos lo dan todo hecho. Incluso lo repiten un par de veces por si no nos hemos enterado. Y eso al espectador, que no es tonto, le aburre.

Texto escrito por
Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

Crítica: "El destino"


Director: Miguel Pereira
Intérpretes: Tristán Ulloa, Carolina Román, Mimí Ardú, Tukuta Gordillo, Tomás Lipán, Daniela Carril, Titina Gaspar, Rubén Fleita
Estreno en España: 3 de noviembre de 2006


Le damos un 4

Pocas sorpresas ofrece este título acerca de la introducción de un elemento extraño en un ambiente opresivo al margen del mundo.

Lo que en principio parece un western en cuya carga ideológica está el choque entre culturas muy distintas, acaba como un relato demasiado paródico con una estructura demasiado predecible y ritmo tan pausado que nos lleva al tedio.

Miguel Pereira traslada ideas a la pantalla, adapta sin demasiada pasión cinematográfica el contenido de El hombre que llegó a un pueblo, una novelita escrita por Héctor Tizón y ahora publicada en España. El argentino se limita a redundar en la idea inicial, con personajes que desvelan muy pronto sus verdaderas intenciones y desenvueltos en dilemas de manual.

Las buenas intenciones no son suficientes a la hora de contar una historia y menos en un tiempo en que estamos demasiado acostumbrados a mecanismos que inculcan idea de modernidad. Da la sensación de que Pereira se queda anclado en una forma de hacer cine algo escasa y primitiva –en realidad, nosotros somos culpables de no verlo como contemporánea-, con un montaje sencillo, interpretaciones correctas pero justitas y metáforas que se diluyen entre muchas evidencias.

Localizada en Jujuy, una provincia del norte de Argentina, el paisaje contribuye a que nos lleguen las sensaciones que persigue Pereira: soledad, aislamiento, confianza ciega en el otro, desprecio por el vecino de siempre, lentitud en el paso del tiempo... Pero esa transmisión se produce a trompicones, sin personajes que enamoren, como los que perfiló Laura Mañá en una historia similar a ésta, Morir en San Hilario, una película con más virtudes que defectos y sobre todo, con el alma que le falta a El destino.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.