viernes, marzo 02, 2007

Crítica: Breaking & Entering

Director: Anthony Minghella
Intérpretes: Jude Law, Juliette Binoche, Robin Wright Penn, Martin Freeman, Ray Winstone
Estreno en España: 2 de marzo de 2007


Le damos un 7,5

Con esta mirada a la 'otra ciudad' queda atrás el Minghella de grandes producciones, como las épicas El paciente inglés y Cold Mountain, concebidas para hacer taquilla.

Esta película también cuenta con un plan de marketing, aunque menos estudiado: es conmovedora, persigue que nos involucremos en la(s) historia(s) y cuenta con atractivos intérpretes-gancho. Todo esto demuestra que detrás de la falsa apariencia de sencillez del envoltorio se esconde un sustancioso caramelo que hay que saborear.

Conociendo la trayectoria del niño mimado por Miramax destaca que el drama de los personajes no quede denostado por paisajes de imborrable belleza y apueste por una historia localista, ambientada en el distrito londinense de King's Cross, un área deprimida casi en el centro donde conviven los que disfrutan del estado del bienestar y los que 'afean' la ciudad, dos realidades opuesta aunque vecinas. Anthony Minghella lanza una mirada profunda a los problemas de la sociedad europea de ahora, aunque sin prescindir del toque romántico en el sentido menos 'sentimental' de la palabra.

Se erige en atípico guía o policía de proximidad y nos conduce por un Londres mestizo que a pesar de estar lleno de compartimentos diferentes (en algunos viven los 'invisibles') y a priori muy delimitados, mira a un futuro con visos de ser mejor que el presente. Es el juego que propone la arquitectura, en concreto las corrientes que persiguen una vistosa modernidad a la que se llega con la 'limpieza' de toda referencia del pasado y con ella, la huella de la marginalidad, aunque esto no es tan fácil de lograr. Es el tema que subyace en la trama y lejos de constituir sólo el nexo entre los personajes de dos mundos, acaba influyendo en la concepción de los planos: abiertos, luminosos y estudiados al milímetro, para nuestro goce estético.

Imagine las casas a escala que ocupan los escaparates de las promotoras inmobiliarias, pequeñas ciudades con sus arbolitos, sus cochecitos y su gentecita. La película podría pasar por maqueta de barrio marginal que acabará convertido en ciudad ideal. Los personajes son como muñequitos distribuidos de manera estratégica: Juliette Binoche es una mujer bosnia que abandonó Sarajevo junto a su hijo, su motor en la vida; sólo el azar le unirá con el arquitecto y marido abnegado, Jude Law, consumido por la lógica inestabilidad emocional de su mujer, Robin Wright Penn, y junto a ellos, el coro, que articula el discurso y sustenta el interesante trío.

Con esa materia prima un cineasta que se considere experto debería hacer una gran película. A lo mejor ésta, que llega a notable alto, no trascenderá por un ineficaz plan de marketing, y eso que cuenta con valores esenciales, como el carisma de unos personajes abocados a entenderse para sobrevivir y la precisión de una historia bien narrada y apoyada en una más que correcta estructura formal.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

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