viernes, enero 12, 2007

Crítica: "El truco final (el prestigio)"

Director: Christopher Nolan

Intérpretes: Hugh Jackman, Christian Bale, Michael Caine, Scarlett Johansson, Rebecca Hall, Andy Serkis, Piper Perabo, David Bowie

Estreno en España: 12 de enero de 2007

Le damos un 6

El director de Memento y Batman Begins consigue su propósito de mantenernos pegados a la butaca, aunque viniendo de él esperábamos algo más.

La magia no existe. A estas alturas, tampoco la película 100% perfecta. Esta, que por supuesto no lo es, consigue cumplir los parámetros propuestos: entretener con una historia en cierto modo original y sin los subterfugios propios y recurrentes del cine de género.

Estamos ante un thriller atípico donde importa mucho cómo se cuenta, con idas y venidas como si fuera uno de esos libros en los que el autor te pone en la tesitura de reordenar la historia. Aunque da la sensación de que nosotros manejamos el curso de la misma, es el director quien lleva el timón y quien hace que el barco parezca más brillante de lo que es.

Seguro que al salir de la sala se quedó con la sensación de que faltaba algo, ¿más riesgo, quizás? Christopher Nolan se confirma como un artesano del cine más que correcto, aunque con demasiadas ligazones a los patrones establecidos desde el Hollywood dominante, al fin y al cabo es quien paga: entre actores solventes –me quedo con Bale y Caine- se cuela alguna estrellita incipiente; da muestras de que es un narrador excelente, que juega con tiempos y engarza secuencias con rotundidad, pero se la juega en giros argumentales que no por ir insertados de manera sorprendente dejan de ser previsibles.

Lo que asombra del relato es su planteamiento: nada por aquí, nada por allá... y ante ustedes, ¡la historia! Nolan cuenta mucho pero lo hace a su manera, es decir que nos deja algo desconcertados. La cosa está en engañar al ojo y a la mente, sobre todo a la que está menos acostumbrada al cine clásico, donde todo tiene su razón de ser: la música, la fotografía, incluso los errores garrafales.

Concebida como un número de ilusionismo, sin desvelar el truco de manera abierta, pero sabiendo que está ahí, la esencia que cobra importancia se queda en la trastienda, junto a los elementos que dotan de empaque el resultado: la lograda ambientación nos deja ver la maquinaria con la que a comienzos del siglo XX se hacía teatro y magia.

Salvando las distancias, parece que estamos ante una película en la que Kenneth Branagh intenta enseñarnos los entresijos del teatro de Shakespeare montando ante todos nosotros una obra del dramaturgo inglés. Y como en aquella, sabemos lo que pasará, porque nos imaginamos cual es el as en la manga que se guarda cada uno de los magos que se enfrenta en lucha descarnada.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

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