sábado, febrero 03, 2007

Crítica: Apocalypto


Director Mel Gibson
Intérpretes: Rudy Youngblood, Dalia Hernandez, Mayra Serbulo, Gerardo Taracena, Raoul Trujillo
Estreno en España: 19 de enero de 2007


Le damos un 6

Atrevida, irreverente y convincente. Así es la última película dirigida por Mel Gibson, una cinta dura y potente, en términos visuales.

La cinta le confirma como meticuloso narrador aunque se sirva de la Historia para deslumbrarnos con un cuento de lucha a escala individual en un medio hostil y grandioso.

No ha escogido el camino fácil, sino el de profeta que recibe bofetadas. Deslumbrado por la grandeza del cine, en sentido literal, Gibson está obsesionado con retomar, salvando las distancias, la filosofía de producciones tipo Los diez mandamientos, de Cecil B. De Mille, y Cleopatra, de Joseph L. Mankiewicz. ¿Quién recuerda la sencilla producción de El hombre sin rostro? Tras su primera cinta como director, en 1993, se lanzó a hacer cosas a lo grande, epopeyas como la de Braveheart.

El riesgo no exento de compromiso le convierte en un cineasta diferente. Se ha quedado al margen por revelar sin cortapisas la pasión propia de un creador sin importarle demasiado el devenir de la industria. Ahora vuelve a relatar un hecho de manera visceral: su visión de la América primitiva, intentando obviar el punto de vista europeo occidental, entronca con su idea acerca del género de acción; así, Apocalypto es una película de aventuras sobre el instinto de supervivencia pero con contenido crítico, que no histórico.

La experiencia puede resultar fallida, más aún a la vista de aquellos que catalogaron La Pasión de Cristo de polémica, excesiva y brutal. Dejando a un lado el ánimo fanático de destrozar al padre de la criatura, hay que reconocer que como cinta de correrías resulta reiterativa y le sobran algunos minutos de los 139 que dura su metraje. El hastío que puede provocar tanta carrera en medio de la selva se equilibra con una realización meticulosa, pero no se contrarresta desde un posible valor como documento histórico ya que presenta carencias. Por otro lado, parecen justificadas al regirse por las emociones que pretende transmitir: miedo, opresión, venganza, deseo...

Como lección introductoria acerca del fin de la civilización maya le damos un aprobado, como ejercicio valiente un notable, sobre todo después de preguntarnos si son necesarias tan altas dosis de violencia y sangre. Para tratar la dicotomía entre destrucción y salvación y al huir del exceso de lirismo, Gibson hace suya la idea que nos ha llegado de un pueblo que no escatimó en sacrificios humanos. ¿Por qué no contarlo? Él lo ha hecho a su manera, y al realizarlo con esmero, rodando cada plano desde el detalle, convence.

Texto escrito por Daniel Galindo y publicado en LaNetro.com.

No hay comentarios: